VIRGUERÍAS
domingo, 30 de junio de 2024
01383 Las Flores Que Se Comen
viernes, 28 de junio de 2024
01381 El Arroz con Costilla de Cerdo
SABOR A TRADICIÓN
Ya he comentado en algún momento de este caleidoscopio
vital que, con lo que me gusta el arroz, en cualquiera de sus versiones, en mi
vida he cocinado una paella. Siempre he tenido a mi lado a alguien que la
borda, así que lo mío ha sido echarme a un lado y disfrutar con el resultado. Es,
ni más ni menos, lo que hice con el arroz que traigo en esta ocasión.
Se trata de un arroz con costilla de cerdo. Hacía años,
muchos años, que no lo degustaba. Ni recuerdo cuándo y dónde lo comí por última
vez, antes de que Gloria me sorprendiera hace unos días con este arroz. Fue
entrar en la cocina, ver los preparativos y abrir la puerta a la nostalgia para
que entrara como si estuviera en su casa. Y es que este arroz me llegaba
cargado de recuerdos. No solo de mi madre, sino también de mi abuela Genoveva.
Todavía alcanzo a verle inclinada sobre la tinaja donde se adobaba en silencio
y quietud la carne de la matacía e iba seleccionando trozos del costillar del
cerdo para “dar sustancia al arroz”. De los pormenores de su guiso poco sé, ya
que mi afición por la cocina en aquellos años era inexistente. Solo sé, que me
encantaba y que dejaba los huesos del costillar, limpios como una patena. Al
arroz con costillas que hacía mi madre, aun estando también delicioso, le
faltaba ese inconfundible sabor de las costillas en adobo. Algo que yo siempre
apostillaba para “chinchar” a mi madre, sabedor de lo poco que le gustaban las
comparaciones. Curiosamente, y a pesar de ser uno de esos arroces tradicionales
en la cocina de mi madre, nada sé acerca de su receta. Desconozco el motivo,
pero no está en el recetario que de ella fui aprendiendo. Se me hace raro, pero
así es.
Ingredientes para 4 personas: 1 kilo de costillas de cerdo
troceadas, 400 gramos de arroz bomba, 1 litro de caldo de carne, 100 ml de vino
blanco, 1 cebolla, 1 pimiento verde, ½ bote de pimientos asados y en tiras de
Tricio, 2 dientes de ajo, 3 cucharadas de aceite de oliva virgen extra, 2
cucharadas de salsa de tomate frito, 1 cucharada de carne de pimiento choricero
pimienta negra molida, unas hebras de azafrán y sal.
Elaboración: En una paella amplia, verter el aceite
de oliva y calentar. Incorporar las costillas troceadas y cocinar a fuego medio
hasta que se doren. Reservar. En el aceite de dorar las costillas de cerdo,
pochar las verduras picadas bien menudas con un poco de sal, salvo los
pimientos de Tricio, que los incorporaremos a tiras cuando las verduras estén a
punto de pochar. Añadir la salsa de tomate frito casero y la cucharada de carne
de pimiento choricero. Rehogar junto con las verduras durante un minuto. Verter
100 ml de vino blanco, subir el fuego y esperar a que se evapore el alcohol.
Incorporar las costillas que teníamos reservadas y verter un litro de caldo de
carne. Añadir unas hebras de azafrán y remover. A fuego medio, cocinar las
costillas durante unos veinte minutos o hasta que veamos que están tiernas.
Incorporar el arroz y cocinar durante unos diez minutos a fuego alto.
Transcurrido este tiempo, bajar el fuego y dejar cocinar durante unos diez minutos
más. Retirar la paella del fuego y dejar reposar la paella tapada con un paño
de cocina durante unos cinco minutos. Servir.
jueves, 27 de junio de 2024
01380 Como el Mar
UNA PEQUEÑA MIRADA
01379 Los Pasteles
UNA DULCE DIVAGACIÓN
Se dice que a nadie le amarga un dulce, y bien cierto es.
Aunque ya he comentado en alguna ocasión, que no doy un paso por los dulces, si
me los ponen en bandeja, disfruto como el que más. Y si esa bandeja contiene
una representación de mis dulces debilidades en forma de pastel, para qué
contar: la felicidad llama a mi estómago y también a mis recuerdos de infancia.
Por cierto, mientras me comía de una sentada, y nada menos
que para cenar, una ensaimada de nata, medio mil hojas de crema y un merengue,
como diría aquel, “pa vernos matao”, me he preguntado el por qué lo dulce está
asociado a la felicidad. Los encuentros familiares acaban con algo dulce. La
vela de cumpleaños se ancla en una dulce tarta. Si quieres ver a alguien feliz,
regálale un dulce. Hay quien se quita las penas tomando algo dulce. Cuando vas
a comer o cenar a casa de alguien, habitualmente te presentas con una botella
de vino y algo dulce. Los domingos, que no falte el dulce… por poner solo
algunos ejemplos.
Independientemente de que nuestros antepasados asociaran el
sabor dulce con alimentos ricos en energía y que nuestro cerebro ha conservado
esta preferencia por lo dulce, -aunque no sea en mi caso, que me inclino más
por lo salado, sin descartar en sonadas ocasiones lo dulce-, explicaría por qué
nos resulta tan atractivo y reconfortante. No en vano, el azúcar favorece la liberación
de endorfinas, la llamada hormona de la felicidad. Cuando consumimos alimentos
dulces, nuestro cerebro libera endorfinas y serotonina, que no son otra cosa
que las sustancias químicas responsables de la sensación de bienestar y
felicidad. Además, en lo dulce hay algo emocional a través de la conexión con
nuestra infancia, al estar vinculado a momentos felices.
Pues nada, hasta aquí puedo leer, que ya no tengo más dulce
que meterme en la boca. Bueno, sí que tengo, la otra mitad del mil hojas, pero
tampoco hay que abusar de la felicidad.
martes, 25 de junio de 2024
01378 Los Bosques
HAY QUIENES PASEAN POR EL BOSQUE Y SOLO VEN LEÑA PARA EL FUEGO
Durante algunos días, cada vez que salía de casa, me topaba con un anuncio en el que se podía leer en grandes letras: “Hace más ruido un árbol que cae, que un bosque que crece”. Nunca me fijé qué anunciaba, pero me gustó la frase. Jamás la había oído ni leído, y desde el primer día me llamó poderosamente la atención, además de parecerme genial. Desconozco su autoría. He mirado en ese lugar que todo lo sabe y no alcanza a estar muy seguro. Todo apunta a que se trata de un proverbio. Sea de quien sea y cuando la escribiera, me parece muy apropiada para los tiempos que vivimos.
Esos días, cada vez que la leía, y fueron unas cuantas, me entretenía con su reflexión. El mundo da la impresión de que se desvanece y muere. Nos lo recuerdan cada día las noticias catastróficas que nos llegan de uno y otro lado del planeta, los actos nacidos y promovidos por la maldad humana, las acciones inconcebibles y aisladas de mentes retorcidas y enfermas. Es lo que nos llega cada día y nos ancla en una continua pesadumbre y malestar. Da la impresión de que hay quienes pasean por el bosque y solo ven leña para el fuego.lunes, 24 de junio de 2024
domingo, 23 de junio de 2024
01376 No Es Casualidad
LOS AÑOS QUE PASAN
sábado, 22 de junio de 2024
01375 El Salmorejo con Langostinos
Y ALMENDRA MOLIDA
viernes, 21 de junio de 2024
01374 El Monasterio de Santo Toribio de Liébana
RECUERDO DE DOS AÑOS JUBILARES
Este emblemático monasterio cántabro lo he visitado en
familia en la celebración de dos años jubilares, en 2006 y 2023. El primer año
coincidió con el día de la apertura del Año Jubilar Lebaniego. Esa jornada no
cabía un alma más en el entorno del monasterio, que contó con la presencia,
entre otros altos cargos políticos, de la vicepresidenta primera del Gobierno
de España, la socialista María Teresa Fernández de la Vega, y de Mariano Rajoy,
por aquel entonces, presidente del Partido Popular. Fue imposible moverse, y
por supuesto, pasar por la Puerta del Perdón, una misión imposible. Nuestra
presencia se convirtió en una mera anécdota. Además de la muchedumbre, hacía
mucho calor, las niñas eran pequeñas y resultaba todo bastante incómodo. Así,
que abandonamos el lugar, sin hacernos una mínima idea de cómo era y nos
dirigimos a la cercana y coqueta localidad de Potes, para congraciarnos con el
día a través de la ingesta de un espectacular y delicioso cocido lebaniego.
Puerta del Perdón |
El Rey Alfonso I, tras la invasión árabe, pobló y organizó
el territorio de Liébana con cristianos de la Meseta, “para crear un vacío
estratégico como frontera frente a los árabes”. Hasta aquí llegaron monjes que
se instalaron en la comarca, fundando monasterios como el de San Martín de
Turieno, que con el tiempo se convertiría en Santo Toribio de Liébana.
En el siglo IX, cuando los cristianos de Astorga, con el fin
de proteger la reliquia del Lignum Crucis o Leño de la Cruz, del avance árabe
en la península, “la traen a este pequeño monasterio, reliquia que, según la
tradición, fue traída de Jerusalén por el primer obispo de Astorga a este
monasterio conocido en aquel entonces como Monasterio de San Martín de Turieno”.
El Papa Julio II, al observar que el monasterio se había convertido en un
importante centro de peregrinación, concedió a este lugar el privilegio de Año
Santo, cada vez que el 16 de abril, festividad de Santo Toribio, coincidiera
con domingo.
Conocidos los cuatro datos a tener en cuenta, iniciamos
nuestro recorrido y nos adentramos en los pormenores del monasterio, que estuvo
habitado por monjes benedictinos. Tras la Exclaustración de Mendizábal en 1834,
la comunidad desaparecería, hasta que, en 1961, volvería a ser habitado por una
pequeña fraternidad de frailes franciscanos, herederos de San Francisco de
Asís.
“Las primitivas construcciones que conformarían el
monasterio serían sencillas, dentro del estilo prerrománico, quizás de estilo
asturiano o mozárabe. Durante los siglos X y XI se había producido una gran
expansión del monasterio y en el año 1256 se construye la actual iglesia”.
Ya dentro del templo, pudimos observar que este sigue las
directrices del gótico monástico de influencia cisterciense, con la
claridad de líneas y de espacios y la sobriedad decorativa que caracteriza a la
arquitectura de la Orden de San Bernardo. “Posee una cabecera de tres ábsides
poligonales y un cuerpo de tres naves de similar altura. Todas las bóvedas son
de crucería y algunas llevan nervios de refuerzo. La escasa decoración se
concentra en los capiteles. Los del ábside mayor llevan decoración figurada de
cabezas humanas y de animales, el toro y el oso que, según la leyenda, ayudaron
a Santo Toribio a construir la iglesia”.
Obligada atención merece la capilla del Lignum
Crucis, de estilo Barroco Colonial. No se permite hacer fotografías,
así que, como acostumbro a ser respetuoso con este tipo de prohibiciones, me
puse la cámara fotográfica en bandolera y hacia atrás para evitar tentaciones.
“El camarín de estilo Barroco, hecho para cobijar
el Lignum Crucis, fue diseñado hacia 1705 por Fr. Pedro Martínez de Cardeña. En
sus hornacinas presenta la diversidad de Santos Padres, Apóstoles y Santos. Al
pie de este solemne templete encontramos la Presencia Eucarística del Señor en
el Sagrario. Es Cristo vivo, el mismo que dio su vida en la Cruz”.
“Al exterior destaca la fachada meridional en donde se
encuentran las dos portadas. La más amplia es la principal, en arco apuntado
rodeado de arquivoltas, que se apoyan en capiteles cuyas representaciones
simbólicas hacen referencia a los sacramentos. A su derecha y embutida junto a
un contrafuerte se construyó la Puerta del Perdón, que se abre solemnemente
para el Jubileo. A los pies de la edificación se eleva una maciza torre de
campanas, en cuyo interior se encuentra el coro”.
Durante la Edad Moderna se inicia la decadencia del
monasterio, al transformarse en parroquias un gran número de las iglesias
lebaniegas que de él dependían, acabando su vida monástica con la
desamortización de Mendizábal, en 1837.
En 1960, tras la restauración del ruinoso edificio, se hacen
cargo los Frailes Franciscanos; la misma Orden que custodia los Santos Lugares
de Jerusalén.
LIGNUM CRUCIS (Leño de la Cruz)
En el baldaquino situado en el centro de la capilla, se
venera el Lignum Crucis; Dios hecho hombre fue
crucificado dando su vida por cada uno de nosotros.
“La reliquia llegó al Monasterio al mismo tiempo que los
restos de Santo Toribio, alrededor del siglo VIII, a fin de protegerla del
avance árabe en la península. Fue traída de Astorga a donde llegó a su vez en
el siglo VI desde Roma de manos de Santo Toribio, primer obispo de Astorga.
Según el P. Sandoval, cronista de la orden benedictina, esta
reliquia corresponde al “brazo izquierdo de la Santa Cruz, que la Reyna
Elena (madre del emperador Constantino, en el siglo IV) dejó en Jerusalén
cuando descubrió las cruces de Cristo y los ladrones. Está aserrado y puesto en
modo de Cruz, quedando entero el agujero sagrado donde clavaron la mano de
Cristo”.
La reliquia del Leño de la Cruz se encuentra incrustada en
un relicario en forma de cruz en plata dorada, de estilo gótico, realizado en
un taller vallisoletano en 1679. Las medidas del Leño Santo son de 63 cm el
palo vertical y 39 cm el travesaño, con un grosor de 3’8 cm siendo la reliquia
más grande conservada de la Cruz de Cristo.
“Pruebas científicas realizadas en 1958, verificaron que la
madera del Santo Leño es un Cupressus Sempervirens L, una
variedad de ciprés autóctona de Palestina y con una antigüedad superior a los
2.000 años”.
CAMINO LEBANIEGO
En el monasterio se sellan las credenciales a los peregrinos
y se les entrega el diploma del peregrino: La Lebaniega, firmada y sellada por
la Fraternidad Franciscana.
Interior del templo |
Claustro del monasterio de Santo Toribio de Liébana |
lunes, 17 de junio de 2024
01373 Los Paisajes de Auxilio
EL HORIZONTE LO PUEDE TODO
El Castillo de Loarre (Huesca), uno de mis paisajes de auxilio |
viernes, 14 de junio de 2024
01372 Los Callos a la Madrileña
Y EN CAZUELA DE BARRO
Ya he dejado constancia en este caleidoscopio vital mi gusto
por los callos. Pero esta nueva entrada tiene un plus y el apellido de “a la
madrileña”; un plato típico de la gastronomía de la capital de España, que goza
de una gran fama por méritos propios. En mi caso, no hay ocasión que viaje
hasta esta acogedora y gran urbe, que en algún momento lo dedique a recrearme
con tan tradicional delicia. Los he degustado en diferentes bares, tascas y tabernas.
Decir dónde he comido los mejores callos en Madrid me costaría. Así, que lo
dejaremos en un “todos buenísimos y ningunos malos”, hasta la fecha.
Se trata de un plato que, aunque nació en las tabernas, ha
acabado registrándose en afamados restaurantes de la capital. Si bien su origen
es desconocido, a finales del siglo XVI y principios del XVII, en el libro de
Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, ya se menciona el plato de callos como “revoltillos
hechos de las tripas con algo de los callos del vientre”.
Como ya comenté en algún momento en este blog, nunca he
elaborado callos en casa, -en mi unidad familiar solo me gustan a mí-, pero
tengo controlada una receta por si las moscas.
Ingredientes: 1 kilo de callos de ternera, 2 chorizos, 2
morcillas, un trozo de jamón serrano, 2 trozos de panceta, 2 guindillas, ½ cucharada
de pimentón dulce, ½ cucharada de pimentón picante, 2 cebollas, 4 dientes de
ajo, 1 hoja de laurel, 250 ml de tomate frito, aceite de oliva virgen extra y sal.
Elaboración: Limpiar bien los callos y cortarlos en trozos
no muy grandes. Se aconseja limpiarlos el día anterior y dejarlos en el
frigorífico con agua hasta la hora de cocinarlos. Cocer los callos en una olla
con abundante agua, sal y una hoja de laurel. Dejar cocer durante unas 4 horas
a fuego medio. Una vez que observemos que los callos están ya tiernos, escurrir
y reservar el agua de la cocción. Devolver de nuevo los callos a la olla y agregar
el jamón, la panceta, un chorizo, una morcilla y cocinar a fuego bajo,
mezclando de vez en cuando. Mientras tanto, en una sartén con aceite de oliva
virgen extra, incorporar la cebolla picada, los ajos en láminas y la guindilla.
Cuando comience a dorarse la cebolla, agregar un chorizo en rodajas, la otra
morcilla también en rodajas, el tomate frito los dos tipos de pimentón y
mezclar bien. Agregar el contenido de la sartén a la olla que contiene los
callos, y verter poco a poco un par de cazos del caldo de la cocción de los
callos que se había reservado. Cocinar todo el conjunto a fuego medio por
espacio de unos 30 minutos o hasta adquirir la cremosidad y textura deseada.
miércoles, 12 de junio de 2024
01371 Recuérdame
DE VUELTA A MIS ANDADAS
01370 El Alfarero
DE PEPE ALVIRA, MI MAESTRO
lunes, 10 de junio de 2024
01369 Las Galerías
FASCINANTES
Al igual que cuando voy al sur de Portugal me hincho de
hacer fotografías a las puertas de las casas y me quedo embobado con ellas, por
su originalidad y colorido, lo mismo me sucede con las galerías, cuando voy al
norte de España. Me fascinan.
Se me antojan escenarios confortables, acogedores, plenos de
luz. Nunca he vivido en una casa con galería. Bueno falto a la verdad. En una
ocasión, soltero todavía, malviví, junto con dos compañeros, en una casa que
tenía una galería interior que daba a un corral. Era enorme y muy luminosa, en
una ciudad donde la niebla era una constante. A los tres nos decidió alquilarla
por su atractiva galería. Los primeros días, apenas una semana, fueron jornadas amables y placenteras. Las horas que estábamos en casa, hacíamos la vida en
torno a la galería. Pero llegó un repentino frío. El termómetro bajó
considerablemente y la niebla se apoderó de todo. Entraba el frío por todos los
rincones de la casa. Solo estábamos a gusto en nuestras respectivas camas y con
media docena de mantas que intentaban abrigarnos. No exagero. Era como vivir en
plena calle.
Según he podido leer, la galería, como elemento constructivo,
“nació casi de forma fortuita”. Se trata de un espacio en el que, debido a sus
características morfológicas, constructivas y a su particular orientación, es
capaz de proporcionar un lugar confortable en ausencia de un foco de calor
impuesto. Así, la galería actuaba como un acumulador de calor.
Durante estos dos últimos días, he podido leer interesantes
estudios sobre estos elementos arquitectónicos, que no traslado aquí para no
cansar más de la cuenta, pero que han despertado, más si cabe, mi curiosidad. A
partir de ahora, cuando vea galerías que tanto llaman mi atención, a mi
sensación romántica del elemento arquitectónico, sumaré su razón de ser.
Galería de un edificio en la Avenida de Pereda, en Santander |
domingo, 9 de junio de 2024
01368 Los Hojaldres Salados
DE CUALQUIER MANERA
Me encanta la masa de hojaldre. Y mucho, a tenor del buen número
de entradas que están registradas en este caleidoscopio vital (00972, 01212,
01012, 00400, 00816, 01006, 01056, 00445 y 01331). Me da lo mismo que esta masa
multiusos se me presente tanto en dulce como en salado. Canapés, bocaditos, tartas,
hojaldres, croissants… todo me viene al gusto.
Se trata de una masa muy versátil, además de ser un buen
reclamo para la creatividad en la cocina. Su crujiente textura por fuera y
esponjosa por dentro le confieren un plus añadido. Nunca en casa hemos
elaborado masa de hojaldre. Nos resulta muy laboriosa y dudamos en salir
airosos del paso. Eso sí, siempre tenemos en la nevera un par de rollos de masa
refrigerada. Nunca sabes cuándo te puede asaltar el capricho. Un antojo que
acostumbra a llegar, en la mayoría de las ocasiones, en su versión salada, y
algunos de cuyos resultados ya han sido aquí recogidos.
Cuando la camarera me trajo el hojaldre, seguía sin saber
cuál era su contenido. Quité la parte superior de la tostada y crujiente masa,
y pudo comprobar que se trataba de un hojaldre relleno de espárragos trigueros,
jamón serrano y la siempre bien recibida bechamel. Me pareció delicioso. Calentito y una combinación de
sabores infalible. No sabía cuánto tiempo tardaría en probar otro hojaldre de estas
características y había que aprovechar la oportunidad.
sábado, 8 de junio de 2024
01367 Las Croquetas de Jamón
LA MÁS SOLICITADA
De nuevo, las croquetas vuelven a ser motivo de atención y
debate en el café mañanero. Si hace unos días el “gran dilema” fue si mis
contertulios las preferían redondas o alargadas, en esta ocasión, la cuestión
ha sido el sabor preferido. De los cuatro que hemos participado en semejante y
deliciosa decisión, tres, sin dudarlo, se han decantado por las de jamón, y yo,
después de mucho dudar, me he pronunciado con un lacónico “a mí es que me
gustan de cualquier manera”.
Lo cierto es que nunca me había planteado semejante cuestión.
Si están bien elaboradas, me gustan de todos los sabores. Y mira que las he
probado bien variadas y algunas bien extrañas. Mis compañeros de café no lo han
dudado ni un segundo. Yo, sigo dándole vueltas y es que me gustan de cualquier
manera. Posiblemente, si tuviera que elegir a vida o muerte, me decantaría por
las de jamón, o por las de queso, o de pollo, o de boletus…. ¡qué follón! Tic,
tac, tic, tac, se acabó el tiempo. Estoy muerto.
Mis contertulios de café han dado en el clavo. Pero vamos,
yo sigo en mis trece. Pon delante de mí una buena croqueta, que nunca
preguntaré de qué sabor es antes de probarla.
viernes, 7 de junio de 2024
01366 Las Carrilleras
LOS DELICIOSOS MOFLETES DEL CERDO (Y DE LA TERNERA)
Se suma a este caleidoscopio vital otro de los platos, que
en mi imaginario sabe a fiesta, reencuentro Y celebración. Su protagonista: la
carrillera de cerdo. Se trata de un corte de carne en el cerdo, y también en la
ternera, procedente de los músculos maseteros, y que se corresponde a las
partes grasas que se encuentran a ambos lados de la cara del animal.
Mi madre acostumbraba a cocinarlas en un estofado a la
jardinera o al vino tinto. A mí, me gustaban de cualquier manera y las
disfrutaba por igual. Cuando las elaboraba, la cocina olía a paraíso terrenal,
ya que invertía buena parte de la mañana a ello. Aunque siempre decía que, como
buen guiso, estaban más ricas de un día para otro.
Ya he comentado en alguna ocasión, que soy muy fan de la
cocina a fuego lento. Y este es un claro ejemplo. La cocción de las carrilleras
lleva su tiempo hasta que la carne se ablanda y absorbe el sabor del resto de
ingredientes. Si están bien cocinadas, me resultan un bocado más que delicioso,
tanto por su sabor como por su particular e inconfundible textura.
Hubo un tiempo, de esto hace mucho ya, que algunos
restaurantes de Huesca las pusieron de moda. Y como tal, se pasó. Ahora, no es
muy frecuente que aparezcan en las cartas, salvo en alguna que otra excepción.
Así, que las hacemos en casa que nos salen de chuparte los dedos.
Esta es la receta de carrilleras a la jardinera, heredada de mi madre.
Ingredientes para 4 personas: 4 si son granes, 8 si las
carrilleras de cerdo son pequeñas, 1 cebolla grande, 2 zanahorias, 2 dientes de
ajo, 1 puerro, 2 hojas de laurel, sal, pimienta, harina, aceite de oliva virgen
extra, ½ litro de vino tinto, caldo de carne y 2 patatas para acompañar el guiso.
Elaboración: Limpiar las carrilleras. Quitar las telillas,
así como las partes más visibles de grasa. Salpimentar y enharinar. Calentar un
poco de aceite de oliva en una cazuela grande e incorporar las carrilleras. Dorar
las carrilleras por ambos lados a fuego medio/alto y reservar. En la misma
cazuela que hemos dorado las carrilleras, cocinar un sofrito de cebolla, ajo y
puerro, bien picado todo, y las zanahorias cortadas a rodajas. Una vez hecho el
sofrito, incorporar las carrilleras y añadir las hojas de laurel y el vino
tino. Llevar a ebullición y reducir el fuego. Dejar cocer a fuego lento durante
un par de horas. Si nos quedamos sin líquido, verter caldo de carne. La carne
tiene que quedar muy, muy tierna. Una vez que la carne esté en su punto óptimo,
sacar del guiso y reservar. Ayudados del brazo de cocina, triturar bien la
salsa del guiso e incorporar de nuevo las carrilleras. Dejar cocinar unos cinco
minutos más. A la hora de servir, acompañar el guiso de carrilleras con unas
patatas fritas cortadas a cuadraditos.
jueves, 6 de junio de 2024
01365 Las Achiras
CANNA INDICA
01364 Los Platos Combinados de "Autor"
EL FRIGORÍFICO ES EL QUE MANDA