martes, 29 de diciembre de 2015

00207 Los Globos

DE FIESTA Y CELEBRACIÓN

No estaba previsto. Como tantas otras cosas, han salido al paso sin previo aviso. En esta ocasión no tiene más importancia. Se trata de globos, de simples globos que me hablan de  encuentros y celebraciones. Pequeños guiños de plástico revestidos de ingenuidad. Hay otros imprevistos que duelen más y que espero no traer hasta aquí por miedo a que se queden. Esos los llevo todavía a mis espaldas a la espera de encontrar un lugar donde enterrarlos junto a la rabia que me causan.

Globos de fiesta y celebración que por algún también improvisado motivo y casi de forma inconsciente, pasan a formar parte de este caleidoscopio vital. Suspendidos en el aire, atrapados en la pared o serpenteando por el suelo me actualizan sonrisas infantiles, caricias sentidas tras un humilde regalo, propósitos y deseos para un nuevo año, una victoria para la vida, un adelante.

Leo que los primeros globos fueron hechos de vejiga animal y que el globo moderno lo inventó Michael Faraday en los primeros años del siglo XIX, si bien la producción  masiva no se produciría hasta la década de 1930. El globo moderno se debe a Neil Tillotson, investigador en una fábrica de neumáticos que fue despedido debido a la quiebra de la compañía.








sábado, 26 de diciembre de 2015

00206 El Banco Azul de la Estación

SÓLO, ABURRIDO Y ABANDONADO

El que fuera testigo de juegos infantiles, reposo de los años vencidos y cómplice de besos y caricias a hurtadillas, apenas es hoy un nostálgico recuerdo, un espacio maltrecho, sólo, aburrido y abandonado. No lo conocí en su esplendor. No tocaba a mi edad. Mi generación fue de otros bancos sin color definido, menos pronunciados, no tan recordados en el imaginario colectivo.

Es un banco aprendido a través de las añoranzas de los que un día  fueron jóvenes enamorados. De los que llevaron hasta allí amores y amoríos. Amores deseados, cautivos, apresurados y esquivos. Amores teñidos de azul azulejo. De un azul que iba más allá de la simple pasión para permanecer en el tiempo. De un azul de confianza y simpatía en busca de la fidelidad. Azul grande, infinito y eterno donde habita la fantasía y la utopía.

Hoy el Banco Azul languidece mientras se acostumbra al olvido sin sufrimiento ni espanto. De vez en cuando alguna inesperada visita le devuelve la dicha y le recuerda quién es. Y vuelve a sonreír al recordar los juegos de los que fue testigo y reconocer  los susurros pronunciados entre risas y promesas, entre caricias y halagos. Regresa de su letargo para revivir la levedad de los cuerpos entrelazados en un abrazo y silenciar los besos de hiedra cuando incontrolada la pasión golpea. Es entonces cuando evoca la palabra tantas veces repetida, tantas veces regalada.

Hoy he ido al Banco Azul de la Estación para devolverle a la luz, al color y recordarle cómo era.









viernes, 25 de diciembre de 2015

00205 Abstraerme

UNA OBLIGACIÓN

No sabría explicarlo. No todo tiene que tener su correspondiente por qué aunque nos empeñemos en buscarlo. La cuestión de las cosas se nos presentan a menudo tan desnudas que no sabemos cómo vestirlas. Me dicta la experiencia que así lo escriba. Y así lo hago. Soy obediente.

Hace tiempo que no juego a abstraerme. Ahora sólo me distraigo, me evado, me refugio en esperanzadoras fantasías, en ilusiones acabadas de inventar. Es otra forma de abstracción  para que el olvido y el silencio sometidos sean más llevaderos. Me asombro de lo que puedo llegar a ver en un armario entre abierto, en una simple y fugaz mirada o en un camino saturado de huellas. No hay línea visible para distinguir entre la abstracción mental y la necesidad de disimular un tiempo del que cada día me siento más ajeno.

Las imágenes no son mías. Las he cogido prestadas de un incansable caminante. Me han gustado. Por eso las he guardado y casi apropiado para la contemplación. No veo mar, no veo agua, ni cielo, ni horizonte ni playa. Sólo veo espuma que hago blanca. Una meta, un fin ansiado de final intenso, desbordado y  la suavidad de una voz todavía en el aire que suena a despedida.


jueves, 24 de diciembre de 2015

00204 Las Minglanas

SÍMBOLO DE FERTILIDAD

La granada o punica granatum es también conocida como balaustra, milgrana, minglana, magrana o manglano. Se trata de una fruta con unas excelentes propiedades nutricionales y comparte, al parecer,  junto a las aceitunas, los higos, las uvas y los dátiles el reconocimiento de ser de los primeros frutos domesticados por los humanos con fines alimenticios. En oriente es considerada como un símbolo del amor y de la fecundidad y sus virtudes fueron difundidas por poetas de la talla como García Lorca. De esta forma iniciaba Federico su poema Canción Oriental: "Es la granada olorosa/un cielo cristalizado./(Cada grano es una estrella,/cada velo es un ocaso.)/Cielo seco y comprimido/por la garra de los años./La granada es como un seno/viejo y apergaminado,/cuyo pezón se hizo estrella/para iluminar el campo./...

Leo que el granado era cultivado en tiempos muy remotos al encontrarse indicios de su consumo en tumbas egipcias de 2.500 años antes de la era cristiana. Se cree que los cartagineses introdujeron el granado en la región mediterránea a raíz de las guerras Púnicas, de ahí su nombre propuesto por Linneo: Punica granatum. España es uno de los principales productores del mundo y el mayor exportador europeo.

La granada está considera como una de las superfrutas debido a su gran poder antioxidante y sus propiedades beneficiosas para la salud. Así, además de ayudar a frenar el proceso de envejecimiento y a mantener la piel sana, favorece la circulación sanguínea y reduce la presión arterial. Se trata de una fruta muy diurética que favorece la eliminación de agua y sales a través de los riñones.

Salvada la parte académica, sólo puedo decir que la granada me resulta una fruta muy atractiva, sugerente, con personalidad, sensual e incluso divertida. Más que gustarme en el paladar me seduce su visión. Su color, forma y los pequeños brillantes que atesora ejercen una atracción especial hacia mis sentidos.

Hay paisajes, palabras, objetos o alimentos que en ocasiones las identificamos con alguien. En este caso, cuando veo una granada se me representa siempre la imagen de mi pequeña Jara, experta en comer este fruto. De hecho, las fotografías que acompaño son de las últimas granadas que compré. Me encontraba en una terraza tomando un café y echando un vistazo al periódico. En una frutería cercana observé cómo colocaban cajas repletas de verduras y frutas. No sabría reproducir ahora el género expuesto. Sólo me fijé en las granadas e imaginé la cara que pondría Jara cuando las viera en el frutero de la cocina. Diría un "¡oh, granadas"! A continuación, cogería un plato y una granada, se iría al salón, pondría la televisión y comenzaría con el delicado ritual de disección de la minglana, como se dice por estos lares. No me equivoqué ni en una coma de lo imaginado.
















miércoles, 23 de diciembre de 2015

00203 Una Evocación Navideña

LONGANIZA AL HORNO CON PURÉ DE PATATA

No voy a entrar en detalles de cuánto han cambiado las Navidades en los últimos años. O igual es que hemos cambiado nosotros. Podría ser motivo de debate que dejaré para otra ocasión. El caso es que en casi nada se parecen a como alcanzo a recordarlas.

Mis cinco hermanos, soy el pequeño de seis, venían a casa como el turrón, por Navidad. Los días previos todo eran preparativos para recibirles. Distribución de camas y habitaciones, limpieza general, cuatro adornos navideños, Nacimiento, árbol..... y menús. Al margen de los tradicionales platos que no podían faltar en la mesa, cardo con piñones, langostinos a la americana, pollo relleno, fiambres con huevo hilado..., había que pensar en los menús de los días no festivos.

Cada hermano tenía una debilidad gastronómica: Gemma, "ensaladilla rusa", Machacha, "sopa María Engracia", que consistía en un caldo de ave con sémola y huevo duro y que yo aborrecía; "arroz con leche" para Manolo, "longaniza al horno con puré de patata" para Pepe, y "guisantes con jamón" o "riñones al Jerez" para Antonio. Platos sencillos como la sencillez en la que aprendimos a vivir y ser felices. De estos, hay uno que suelo repetir con frecuencia a petición de mis hijas porque, como tantas otras cosas, me evoca a mi madre, Engracia, y a los buenos momentos que pasamos en torno a la cocina blanca Balay de cuatro infiernillos y negro horno.

Ingredientes para 4 personas: 1 longaniza cruda o semi curada de Graus, según gustos; puré de patata, natural o de copos. Recomiendo en este último caso el de la casa Maggi. Con un sobre es suficiente; 1 litro de leche, una pizca de mantequilla y otra de sal para hacer el puré; 250 grs. de queso rallado para gratinar (añadido a la receta original; y 100 cls. de tomate frito.

Preparación: Se coloca la longaniza ligeramente pinchada en una fuente de asar y se introduce al horno precalentado. Cuando la longaniza empieza a soltar la grasa, se saca del horno y se cubre con el puré de patata que habremos preparado con anterioridad. El puré tiene que quedarnos un poco espeso. Antes de introducir la fuente de nuevo al horno, añadimos tomate frito sobre el puré. Lo del queso rallado se trata de un añadido posterior a la receta materna. Dejar en el horno hasta que se gratine el queso o durante 15 o 20 minutos si sólo lo hacemos con el tomate.

Servir un trozo de longaniza con abundante puré.




martes, 22 de diciembre de 2015

00202 Los Días de Niebla

DONDE MORA LA MELANCOLÍA

Parece que fue ayer cuando te veía caminar arrastrando los pies sobre las húmedas hojas de los plataneros del viejo parque. Hojas nacidas para dar sombra y vencidas al descanso otoñal. Destino de juegos y de risas crujientes, de promesas cumplidas y de recuerdos atrapados entre las páginas de un libro que con el pasar de los años sólo buscan ya alivio.

Aún te veo cuando adivinaba tu figura pasar entre la espesa niebla, entre la tupida atmósfera de húmeda espera. Tu silueta, ajena al tiempo, era inequívoca. Paso lento, mirada al suelo, abrigo oscuro. Una mano en el bolsillo buscando cobijo; la otra, sosteniendo un cigarrillo, un libro o alguna esperanza eterna. Era tu complicidad consentida, conquistada y elegida.

En los días de niebla te sigo recreando imaginado, abstraído, ligeramente confundido. Casi todo se escapaba por completo tras el rastro de una inquietante melancolía, tras los impulsos por experimentar de un deseado despertar. En ocasiones detenías el acompasado paso para tocar, palpar, retener el tiempo. Un tiempo que se hacía demasiado pesado en la espera de esa tierra prometida tantas veces incumplida. Una espera de sumados desesperos mitigada por alguna caricia de comprensión y consuelo, por algún cómplice beso en la complicidad de esa misma niebla que ahora miro complaciente en la distancia.

Días de niebla y quebranto. Tardes de tempranos y húmedos anocheceres desprovistas de palabras y templanzas. Silueta acompasada convenientemente disfrazada para justificar un resto de existencia. Parece que fue ayer cuando te veía convertido en un aprendiz de la vida entre la niebla.

lunes, 21 de diciembre de 2015

00201 Las Emociones

DEMASIADO TARDE PARA CAMBIAR

Soy de los de fácil nudo en la garganta. De los que en más de una ocasión las emociones han jugado una mala pasada. Como se dice ahora, va en mi ADN. Me lo dice y recuerda esta única imagen que aporto a este sentimiento. No es la más significativa, pero se aproxima a mis habituales encuentros con las emociones.

Un simple paisaje, una voz, la música, una contagiosa lágrima, un atardecer, un abrazo, mi gente querida, un poema, un sincero apretón de manos, una profunda mirada, la palabra nunca dicha, la ausencia, el esfuerzo recompensado, mil imágenes, películas que dejaron huella aunque sepa su final, un beso inesperado, el brindis en la nochevieja, el hola y el adiós, los recuerdos y algún regreso, una pintura, un papá te quiero, una caricia sentida, un gesto, un simple paseo en compañía, una carta de las que ya no llegan, la naturaleza, tu sentida alegría, un pequeño pueblo por descubrir, un discurso, un reencuentro, los olores de otro tiempo, cualquier cosa bella, el arte, lo que hay detrás de la niebla, la planta que hay en la escalera, la grafía de mi madre, el perdón de quien me quiere, una llamada en la distancia, una fotografía encontrada...,  todo es susceptible de emoción.

Es tarde para cambiar. Tampoco creo que lo desee. Necesito sentir la emoción de la vida, que todo lo que me rodea agite mis sentimientos, más ahora que todo parece perdido.










domingo, 20 de diciembre de 2015

00200 Escuchar

CON ATENCIÓN, SIN INTENCIÓN

Viajé al fin de la noche para escuchar todos los silencios y tejer los sueños con el brillo ilusionado de tus ojos. En ese preciso instante entendí la necesidad de hacer acopio de palabras sin escatimar esfuerzos en la comprensión de tu dictado. Estaba allí para escuchar de forma complaciente la necesidad que tenían  tus palabras ansiosas por encontrar un  destino. Sin interpretaciones, sin acotaciones de mal receptor, sin consejos incendiarios. Bastaba con la atención tantas veces ausente.

Escuchar, siempre escuchar antes de que las palabras sean alimento del olvido. Antes de que el viento las deposite en cualquier destino, se hace necesario escucharlas para aprender de lo vivido. Lo dicen los árboles que saben de palabras errantes. También los muros de piedra acostumbrados a convertir las voces en polvo. Lo dicen los ríos, los prados, las veredas y caminos. Todos hablan y saben de silencios y de gritos encontrados, de palabras huérfanas y desconsoladas.

No es un capricho. Tampoco una virtud. Es una necesidad para recuperar el tiempo perdido; un compromiso agradable y reconfortante ante la inutilidad de tanta vaga palabrería. Escuchar sin prejuicios ni desconfianza y con la mente abierta ante cualquier perspectiva.

La palabra oída se debilita, la voz escuchada se hace fuerte, se libera y defiende más allá de lo imaginable. Escuchar vale por dos, sólo hay que aprender a valorarlo.




miércoles, 16 de diciembre de 2015

00199 Las Piedras

REFUGIOS DEL ALMA DORMIDA

Hace días que seleccioné unas, para mí,  hermosas piedras que fotografié en una apacible excursión. Me parecieron hermosas por su color, su disposición y forma. Me resultaron atractivas para llevarlas al óleo como tantas otras que he fotografiado con esa misma intención y que nunca he materializado.

Están en el escritorio del ordenador a la espera de mi definitiva atención. Un día y otro las miro, me recreo en ellas, me lanzan sugerencias, las descarto y sigo con mi habitual quehacer. Como tantas otras cosas, están presentes pero olvidadas de dedicación.

Esta mañana, por casualidad, he leído una frase que me ha recordado que mis piedras aguardan pacientes mi humilde reflexión, "Y a todos aquellos que un día lanzaron piedras sobre mí. ¡Gracias! porque con ellas he construido los muros de mi casa donde hoy habita mi alma". No sé de quien es la sentencia. No por conocer su autoría van a dejar de gustarme estas 27 palabras que me transportan, ahora sí, a mis fotografiadas piedras.

Últimamente, mi alma, mis sueños y alguna que otra ilusión caminan conmigo errantes buscando acomodo. A veces, alma, ilusión y sueños se me manifiestan cansados, abatidos, perdidos e incluso huidizos. Les digo que no reblen, que sean pacientes, que no lo den todo por perdido. Les manifiesto de forma enérgica que en cualquier instante, cuando menos lo esperen, llegará el ansiado cobijo.

Vuelvo a mirar las piedras. Esas piedras que en estos días me han hablado de fortaleza ante la vida, de frialdad ante las emociones, de dureza ante la adversidad, de la pesadez de la sin razón, del silencio insolidario, de las  palabras vacías y de tanta mentira escrita.

Hoy he vuelto a mirar esas piedras para pedirles perdón por el perezoso abandono, y un favor; que construyan los muros de mi casa donde puedan habitar mi alma, mis sueños y mi ilusión.







lunes, 14 de diciembre de 2015

00198 Las Puertas

MÁS QUE UNA ABERTURA

Una puerta es algo más que una simple abertura que permite acceder al interior de un lugar. Es el marco de presentación de quien habita tras ella, un encuentro y una despedida, un quién es y un qué quiere, un abrazo a un amigo, la línea que marca distingos. Una puerta es el testigo mudo de un beso robado en una noche de verano, una inquietante espera y una esperanza para el que llega. Es el eslabón entre el ahora y el después, entre un adentro y un afuera.

Las puertas saben de apacibles veladas, de noches tomando la fresca, de elogios y chascarrillos, "Amistades que son ciertas, mantienen las puertas abiertas". Saben de amabilidad y cortesía, "Buen porte y buenos modales, abren puertas principales", "Cortesía y bien hablar, cien puertas abrirán", "Cierre tras sí la puerta quien no la halló abierta". Y saben también de ironías, "No te digo que te vayas, pero ahí tienes la puerta".

Las puertas son sabias consejeras, "Dad al diablo la puerta que con cualquier llave está abierta",  "Deja de mirar la puerta que se cerró, pues nunca encontrarás la que se ha abierto frente a ti", "El bien hacer abre cien puertas, y el mal agradecer las cierra". Y llegado el caso, hasta advierten, "La desgracia a la puerta vela, y en la primera ocasión, se cuela".

Puertas y más puertas, de colores y de oficios, de reflexiones y relaciones; puertas de cristal oscuro o reflejado vidrio. Guardianas de la intimidad, observantes, cautelosas e ingenuas. Elegantes y humildes, caprichosas, férreas, comprometidas con el desvelo, plácidas, campesinas, arraigadas a la curiosidad. Puertas aferradas a la fe, "Cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana", "Jamás creó una puerta Dios, sin que abriese dos",  y también a la esperanza, "Si una puerta se cierra, otra se abre".


















domingo, 13 de diciembre de 2015

00197 El Olor a Húmedo

PROFUNDO Y PENETRANTE

No me refiero aquí al olor a humedad de sótano,  trastero, casa cerrada o abandono, que aunque por norma general el común de los mortales detesta, a mí tampoco me desagrada. El olor al que hago referencia es un respiro de recuerdo, de calle, parque y jardín mojados, de una mañana invernal en cualquier camino.

Se trata de un olor inclinado y aferrado a la tierra mientras las gotas del rocío se confunden con una lluvia suave y querida. Es una actitud sin presión que empuja sin desvarío hasta lo más profundo del ser. Una ventana abierta a la mezcolanza de recuerdos que despiertan sin esperar respuesta. No hay que hurgar, sólo sentir, respirar.

Humedades iguales pero bien distintas, porque recuerdos y sensaciones, aunque semejantes, también son diferentes. Es una humedad que no se conforma con ser aspirada. Busca complicidad sin condiciones para descubrir algo extraordinario y descansar sobre algo también imaginado.

He visto muchas cosas hermosas y dejado mi corazón por lo menos en un centenar de paisajes con olor a húmedo y limpio despertar. Lástima que mis doloridos huesos estén en desacuerdo con estos cuatro párrafos a los que tengo que poner final.


00196 Los Madroños

ARBUTUS UNEDO


Fue ahora hace dos años cuando ví por primera vez un madroño al natural con sus correspondientes frutos, de un rojo intenso y sugerente. Me topé con ellos de forma sorpresiva en plena Sierra de Guara, alineados a ambos lados de la carretera que conduce a Las Almunias de Rodellar. La imagen que desprendía la legión de árboles era fascinante. Estacioné el coche y antes de inmortalizar la estampa con la cámara fotográfica, cogí uno de sus frutos y como un primate,  lo olisqueé y me lo acerqué a la boca para darle un tímido mordisco. No sabía a nada aproximadamente reconocible. Su forma y color tan atractivos prometían más emoción. Pero no, me dejó frío y casi decepcionado. Más tarde pregunté a un lugareño sobre el consumo del madroño y me dijo que había a quien le gustaba su sabor, si bien recomendó no comer más de media docena ya que "emborrachan". Nos confesó que él los utilizaba para hacer licor y que en alguna ocasión había hecho mermelada.

Cuando llegué a casa me interesé por este fruto del que leí que en latín, Arbutus Unedo, significa que "sólo debes comer uno", refiriéndose a que un sólo fruto es suficiente para cada uno. También que el madroño es conocido como "artabellacos", "fartabellacos" o "borrachines" y que se comen crudos o se cocinan para elaborar mermeladas o confituras, además de vinagres y licores. Conocí que este fruto es rico en azúcares y que es muy aconsejable cuando hay infecciones urinarias, debido a su contenido en arbutina. Asimismo, en su calidad de antioxidante, es adecuado para personas con enfermedades cardiovasculares y previene el colesterol, la hipertensión y la arterioesclerosis. En punto y seguido leí que la creencia de que el madroño emborracha es debida a que, al madurar, se produce la fermentación de los azúcares del fruto y puede contener alcohol. Por este motivo, altas ingestas de madroños pueden producir síntomas de intoxicación por alcohol.

Hace pocas fechas, en otro lugar de la geografía oscense bien distinto al descrito con anterioridad, volví a toparme con varios madroños. La imagen nada tenía que ver con aquel y único hasta ahora avistamiento. En esta ocasión los arbustos y árboles campaban a sus anchas y el número de frutos era bastante más inferior. Con todo, me gustó también la imagen que transmitía el pequeño fruto cuya rojez sobresalía entre el verdor del paisaje. Se me antojaron entonces pequeños supervivientes deseoso de hacerse un hueco entre encinas y carrascas. Una supervivencia que no me es del todo ajena.