DE CUALQUIER MANERA
Me encanta la masa de hojaldre. Y mucho, a tenor del buen número
de entradas que están registradas en este caleidoscopio vital (00972, 01212,
01012, 00400, 00816, 01006, 01056, 00445 y 01331). Me da lo mismo que esta masa
multiusos se me presente tanto en dulce como en salado. Canapés, bocaditos, tartas,
hojaldres, croissants… todo me viene al gusto.
Se trata de una masa muy versátil, además de ser un buen
reclamo para la creatividad en la cocina. Su crujiente textura por fuera y
esponjosa por dentro le confieren un plus añadido. Nunca en casa hemos
elaborado masa de hojaldre. Nos resulta muy laboriosa y dudamos en salir
airosos del paso. Eso sí, siempre tenemos en la nevera un par de rollos de masa
refrigerada. Nunca sabes cuándo te puede asaltar el capricho. Un antojo que
acostumbra a llegar, en la mayoría de las ocasiones, en su versión salada, y
algunos de cuyos resultados ya han sido aquí recogidos.
Cuando la camarera me trajo el hojaldre, seguía sin saber
cuál era su contenido. Quité la parte superior de la tostada y crujiente masa,
y pudo comprobar que se trataba de un hojaldre relleno de espárragos trigueros,
jamón serrano y la siempre bien recibida bechamel. Me pareció delicioso. Calentito y una combinación de
sabores infalible. No sabía cuánto tiempo tardaría en probar otro hojaldre de estas
características y había que aprovechar la oportunidad.
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