jueves, 25 de abril de 2024

01324 El Escritor de Olas

 EL INESPERADO PRINCIPITO


Todos los días, ahora que mi edad de júbilo me lo permite, me gusta ir caminando hasta el rompeolas. Mi corazón y mis piernas lo agradecen, además de ser mi mejor momento de la jornada. Me entretengo con el amado paisaje, entablo alguna que otra conversación sin importancia con quienes coincidimos en esta misma tesitura e incluso, me atrevo a escribir versos sobre mares, soles, olas, brisas y horizontes, que nunca saldrán de mi libreta. Todo aquí me resulta fascinante y placentero en la cotidianidad de los días. En el rompeolas nos damos cita los habituales, los esporádicos visitantes y como algo excepcional, gente que deja huella. Como aquel niño que ahora recuerdo y que me dejó un profundo sentir. Fue el pasado otoño cuando le conocí. Como todos los días, llegué hasta el final del rompeolas. Sentado sobre una piedra, observé a un niño, no tendría más de diez años, con la mano derecha tendida al mar, y con sus dedos índice y pulgar pegados, como si sostuvieran algo fino y delicado. Una y otra vez, su mano se agitaba sobre el mar, de izquierda a derecha, con extremo cuidado. Así, día tras día, a la misma hora y en el mismo lugar. 

No tardé más de una semana en acercarme a él y preguntarle qué hacía. Me contestó que, si me lo contaba, me reiría como hacían todas las personas adultas. Le prometí que no sería así y ante mi insistencia, me dijo que escribía olas. Su padre se había marchado en un barco hacía unos meses y, tal y como él le propuso, escribía olas para que su padre las leyera donde estuviera y la ausencia se les hiciera más corta. 

No me reí. Lloré de emoción ante la ternura que me transmitió el inesperado Principito.




01323 Un Bocadillo de Calamares Muy Especial

 DE GRATO Y DELICIOSO RECUERDO


Los bocadillos de calamares son un bocado de los de santiguarse. Me encantan y los disfruto sobremanera. Los he probado de todas las calañas. Algunos de ellos, para enmarcarlos y recordarlos toda la vida. Otros, los más, para pasar el rato y quitarme el antojo del momento, aunque luego me arrepienta. La experiencia en esta materia, me dice que hay que ir a lo seguro y conocido.

El bocadillo de calamares que traigo en esta ocasión, para mí fue muy especial y me ayudó a disipar temores, de esos que siempre me acompañan. Fue el 15 de septiembre de 2021. Sí, ya he comentado más de una vez, que tengo la memoria justa para no perderme. Pero esa fecha es difícil de olvidar. Se corresponde con el día que Gloria y yo acompañamos a mi siempre pequeña Jara al aeropuerto del Prat, para coger un avión rumbo a Italia, dónde le esperaba un año de provechoso Erasmus y final de carrera universitaria.

Nos despedimos de Jara en el aeropuerto y decidimos ir a un chiringuito de la playa de El Prat, que previamente Gloria había testado en la red y que no tenía malas referencias. La idea era, ya que no podíamos ver despegar el avión que llevaba a Jara, por lo menos, verlo en el aire y lanzarle un beso. Cosas de padres. Pero la jugada no nos salió del todo bien. El cielo estaba muy cubierto y escasamente se veían pasar los aviones. No obstante, cada avión que veía, más o menos a la hora que había despegado el de Jara, le enviaba un beso y mis deseos de un feliz viaje y mejor estancia.

Todo esto que cuento, lo pasamos con una caña. Y lo que acostumbra a acaecer en estos casos: "pues ya que estamos aquí, hace buena temperatura y el sitio está genial, podríamos picar alguna cosa". Dicho y hecho. 

De cuanto demandamos, se me quedó grabado el bocadillo de calamares. El resto, una escalivada y unas potas rebozadas, también estuvieron bien. Pero el bocadillo, ¡qué delicia!. El pan, crujiente de principio a fin; los calamares, espectaculares; y la salsa que los acompañaba, de auténtico vicio. ¡Cómo disfruté del bocadillo!. Tanto, que logró que mis temores se disiparan e hicieran la espera más llevadera. Total, que cuando acabamos las consumiciones demandadas e hicimos unas fotografías al mar, al cielo, al chiringuito y a unas olas, el avión de Jara, según pudimos ver en una aplicación al respecto de salidas y llegadas de vuelos, ya había aterrizado felizmente a Bolonia. De aquí, que ese bocadillo de calamares, además de estar extremadamente delicioso, siempre lo recordaré de manera muy especial, porque supo entretener mis temores y hacerme la espera más llevadera.

Por cierto, acabo de leer, que el mítico chiringuito "El Calamar", de El Prat de Llobregat cerró sus puertas en mayo del pasado año, después de 19 años de servicio. Así lo anunciaba su dirección a través de sus redes sociales: "Dejo de pertenecer a esta preciosa playa que tenemos en El Prat, de la cual, tonto de mí, me creía que yo era parte de ella. Como las dunas, la arena, la pineda, las olas; pero no, desgraciadamente no ha sido así". Al parecer, hubo un concurso municipal de adjudicación de chiringuitos en el que "El Calamar" quedó fuera. Y ya que lo siento.









jueves, 18 de abril de 2024

01322 Otra Mirada al Mar

 UNA MÁS


Regálame tu mar en calma, 
tus horas de azul despertar
y tus alas blancas.

Méceme entre tus suaves ondas,
como madre que mece a hijo
cuando el sueño se acobarda.

Muéstrame el camino
para llegar a ese horizonte
que nunca alcanzo por lejano e impreciso. 

Guíame entre tus aguas,
en aquellas en las que se mira el cielo
vestido de azul y gasas.

Cántame nuestra canción entre susurros y algas,
porque necesito tu voz
como el aire que respiro.
                                                                                    







martes, 16 de abril de 2024

01321 El Huerto de Invierno

 ME RECONFORTA MI ESTANCIA Y SU PRESENCIA


No tiene nada que ver con el de verano, alegre y colorista, pero sin embargo, ostenta un atractivo especial. Mi dedicación al huerto invernal es mínima. El invierno y yo no nos llevamos muy bien. Pero con todo, me gusta plantar alguna coliflor y resto de parentela, y algún que otro cardo. Lo justo, la excusa para darme una vuelta de vez en cuando.

Mis visitas al huerto en esta época del año son esporádicas. Si estoy animado y en forma, aprovecho para asearlo de hierbas, zarzas y demás naturaleza incómoda en estos menesteres. Si por el contrario me encuentro bajo de ánimo, algo muy habitual en los meses invernales, y me encuentro incapaz de levantar ni tan siquiera una azada, me siento, contemplo y hago acopio de aromas e imágenes que tanto me gustan. Un día puede ser el olor a frío junto a las espectaculares coles. Otro, un olor cercano a hoguera y unas recogidas y abrigadas escarolas. La húmeda y reposada tierra de espera a la primavera. Los buenos días de alguien que pasa y que me invita a una informal "charradeta". Algún guiso que se cocina y que huele a cocina de antaño. Y entre tanto, ordeno algún que otro pensamiento desordenado.

Mi huerto de invierno no es gran cosa, pero me reconforta mi estancia y su presencia.





viernes, 12 de abril de 2024

01320 Los Garbanzos con Calamares

 PARA DESPEDIR A LA CUCHARA


Toca ya despedir a los platos de cuchara que nos han venido acompañando en nuestras comidas desde meses atrás y que tan buenas sensaciones nos han dejado. Y qué mejor para apartar momentáneamente la cuchara, que con unos buenos garbanzos con calamar. Un plato con sabor a mar de horizonte suave y tranquilo, acompañados con unos siempre bienvenidos garbanzos de ejemplar tierra. 

Desde la primera vez que los probé, me parecieron algo espectacular, por su suavidad, sabor y sencilla ejecución. Un plato para el recuerdo y una buena excusa para despedir, como digo, a la cuchara. Aunque no las dejaré muy lejos, pues pronto llegará la época de los gazpachos, salmorejos, sopas frías y otras propuestas culinarias en las que sea necesaria su presencia.

Estoy mirando las fotografías mientras escribo y me dan ganas de echar una ganchadita, pero me parece que no ha quedado ni un garbanzo que llevarse a la boca. Eso sí, el olor que ha dejado el guiso en la cocina, que por cierto me encanta, alimenta ya de por sí, por lo menos el espíritu.

En esta ocasión, la receta que comparto es para la versión corta, con garbanzos en conserva y caldo de pescado ya preparado. No nos llevará más de media hora. En la versión larga, los garbanzos son secos y en lugar de caldo de pescado envasado, realizaríamos un buen fumet. Pero esto, lo dejaremos ya para el próximo otoño.

Ingredientes para 4 personas: 2 botes de garbanzos cocidos en conserva, 1 calamar grande, 1 cebolla, 1 tomate, 2 dientes de ajo, caldo de pescado y una cucharadita de pimentón picante.

Elaboración: Cortar el cuerpo del calamar en anillas, las aletas en pequeños trozos y los tentáculos enteros. Preparar un sofrito con la cebolla, el ajo y el tomate. Una vez hecho el sofrito, incorporar el calamar y cocinar unos cinco minutos largos. Añadir los garbanzos bien lavados, una cucharadita de pimentón picante y caldo de pescado en cantidad suficiente hasta cubrir los garbanzos y un par de dedos más. Cocinar a fuego medio entre diez y quince minutos, y probar para rectificar de sal. Servir caliente.



jueves, 11 de abril de 2024

01319 Matar el Gusanillo

 EN MODO ESPERA


¡Cómo han cambiado las cosas! Hasta no hace mucho tiempo, era llegar a casa a comer, echar una cabezadita en el sillón para cargar las pilas y de vuelta al trabajo hasta las tantas de la noche. El tiempo era el dueño de mi vida. Ahora, soy yo el amo del tiempo y sin prisa alguna. Es lo que tiene entrar en la edad de júbilo. Ahora, ya no son los demás los que me tienen que esperar para comer, sino que soy yo quien espera. 

Mi hija Jara, afortunadamente trabaja. Llega a casa a comer pasadas las tres de la tarde. Comemos con ella, nos gusta esperarle para comer. Aunque también es cierto, que hay días que la espera se me hace un poco tortura. A partir de las dos de la tarde, mi estómago comienza a romancear y me pide la ingesta de algún alimento. Intento engañarle como puedo. Saco a la calle a Humphry, mi compañero perruno. Volvemos a casa, le doy de comer y beber... y todavía no son las tres. Me pongo a ver la tele, que no me interesa nada, miro el reloj y veo que hasta que llegue Jara, deberán pasar al menos unos quince minutos. Miro a Gloria con la cara que pone Humphry cuando tiene hambre. No musito ni palabra, pero Gloria, son ya muchos años juntos, entiende a la perfección el lenguaje de mi mirada. Y en un visto y no visto, pone delante de mí una bandeja de suculentos montaditos. En esta ocasión, se trata de unas rebanadas de pan tostado con queso, una anchoa y unas láminas de beicon ibérico semicurado. Tiene una pinta fenomenal. Cojo un montadito y para qué contar lo bueno y sabroso que está. Le iría bien un vino o una cervecita. Pero no, vamos a portarnos bien. A lo tonto, a lo tonto, me he comido tres. Suficiente para matar el gusanillo. Oigo que ya llega Jara.

Por cierto, siempre me hizo mucha gracia el dicho de "matar el gusanillo". Nunca hasta hoy, me había interesado por conocer su origen y es curioso. Obedece a la antigua creencia popular de que en nuestro estómago existe "el gusanillo del hambre", que cuando tiene apetito provoca una especie de cosquilleo estomacal. Hay quien atribuye el origen de esta expresión a Pasteur, quien decía que en la saliva de las personas en ayuntas existe un parásito que desaparece cuando es arrastrado por la comida al estómago.
El dicho quiere decir "desayunar con aguardiente u otra bebida alcohólica. El gusanillo del hambre cuando tiene apetito provoca una especie de cosquilleo estomacal. El alcohol sirve, si no para matarlo, sí para adormecerlo.
 



martes, 9 de abril de 2024

01318 Los Refugios Cotidianos

 PEQUEÑOS ESPECTÁCULOS NATURALES


Gustaba sentarse bajo el árbol a contemplar el paisaje aprendido, cuando el invierno había recogido sus enseres para dejar espacio a la siempre prometedora primavera. Era su pequeño espectáculo y gran refugio.

La gorra calada, algo de abrigo y algún cigarrillo suelto por si acaso. No necesitaba más. Hombre de viejo informado, ni el periódico le apetecía llevar. "Lo acontecido diario, no encaja con este mirar", acostumbraba a decir.

Apoyada su espalda sobre el tronco del árbol, miraba, sin más, a unos campos que comenzaban a verdear y a un almendro en flor, solitario ejemplar.

Y así, horas y horas podía pasar. Tampoco había que hacer mucho más que contemplar y atender a algún rezagado pensamiento, ya sin importancia. Si el sol se dejaba notar, incluso alguna cabezada llegaba sin avisar. Era feliz, dentro de lo que podía esperar. Era el único lugar en el que podía soportar a su escepticismo.


lunes, 8 de abril de 2024

01317 Los Huevos Fritos con Salchichas y Pimientos

 UNA GOZADA


Acabo de comprobar que esta es la entrada número 21, que dedico a los huevos en este caleidoscopio vital. Todavía insuficientes para las alegrías que acostumbra a depararme.

En algún lugar escribí que habitualmente no consumía huevos fritos en casa y que siempre dejaba tan delicioso manjar para cuando salía a almorzar fuera, para las oscenses fiestas de San Lorenzo o en mis añoradas visitas al hermoso Pirineo. El caso, es que me acabo también de dar cuenta, que en el último año, tomo huevos fritos con lo que sea, un par de veces a la semana. Desconozco el motivo, pero tampoco voy a indagar. Yo, encantado de la vida.

En esta ocasión, se dan cita en el plato, amén de los consabidos huevos fritos, unas salchichas de cerdo, de carnicería reconocida, también fritas, y de unos pimientos verdes, como no, fritos. El conjunto no puede ser más atractivo, colorista, sugerente y delicioso. Me resulta una combinación, además de deliciosa, muy gratificante, capaz de convertir un aparente día de la Marmota, en algo especial. O por lo menos, así recibo yo este plato tan perfectamente combinado. No hay más historia, ni recuerdo alguno. Solo, la gozada de comerlo.




domingo, 7 de abril de 2024

01316 Semejanza

 EN LA DESPEDIDA


Nuestra despedida
fue como la de la nieve de la cumbre; 
larga, pausada, fría y silenciosa.

A veces pienso,
que su destino también se asemeja al nuestro;
incierto, inseguro, frágil y dependiente.

Nuestra despedida fue tan necesaria 
como la nieve de aquella cumbre.


01315 Las Ensaimadas

 CON RECUERDO A PREMIO


Han llegado a casa de manera inesperada, y al verlas, casi se me saltan las lágrimas. No sé el motivo, igual son casualidades de la vida, pero en los últimos meses estoy recibiendo sabores que tenía prácticamente olvidados. No sé la porrada de años que no comía una ensaimada de nata. 

Ha sido liberarles del papel que las envolvía, cuando han acudido a mi memoria un montón de gratos recuerdos. La mayoría de ellos, de mi lejana infancia. 

Acostumbraban a ser fruto de algún premio por mi buen comportamiento o simplemente para hacerme feliz. Así, mientras degustaba con sumo placer una de estas dulces joyas, he recordado a mi cuñada María del Mar, q.e.p.d.,  que siendo novia de mi hermano Pepe, cuando me sacaban a pasear, acabábamos en la popular Granja Anita de la capital oscense, para tomar una deliciosa ensaimada de nata. Creo que desde aquel entonces, no he vuelto a probar las ensaimadas de este emblemático establecimiento hostelero. No sé, ni siquiera, si todavía las seguirán ofreciendo. Supongo que sí.

Mi madre también acostumbraba, de vez en cuando, a obsequiarme con este manjar. Aunque dicho sea de paso, no sé muy bien, si lo hacía para satisfacerme o era yo la excusa para "pecar" ella, a pesar de su diagnosticada diabetes. Mi madre, en este sentido, era de las que decía "un día es un día". Sea como fuere, parda mi era todo un grato acontecimiento que ahora recuerdo y disfruto con placer.







viernes, 5 de abril de 2024

01314 La Ensalada Tropical

 UNA EVOCACIÓN


Cuentan los que saben de estas cosas, que la ensalada tropical hizo furor en la década de los ochenta del siglo pasado. De hecho, creo recordar que por aquellos años yo era muy fan de esta refrescante ensalada.

Como suele ocurrir en estos casos, no hay un único patrón para elaborarla y depende de la imaginación y los gustos de cada cual en la selección de los ingredientes. No obstante, por ceñir algo el plato, se podría decir que una ensalada tropical debería llevar, lechuga, marisco, alguna fruta y una salsa rosa o vinagreta. A partir de aquí, se puede tunear como a cada uno le venga en gana. 

Hacía tiempo que no la consumía. Tanto que, ahora que lo pienso, me parece que en lo que llevamos de siglo no había salido a la mesa. Así, que, en plan remember, he ido al frigorífico y con los mimbres que tenía he elaborado una ensalada tropical que, sin ser la bomba, no estaba del todo mal. Me ha recordado a las que yo acostumbraba a tomar. Supongo que la evocación vendrá gracias al por el dulzor de la fruta y sobre todo por la salsa rosa. Abierta la veda, no será la última que elabore ahora que empiezan a apetecer las ensaladas.

En esta ocasión no trasladaré receta alguna, pues, como digo, está elaborada con lo que he encontrado en el frigorífico y a ojo de buen cubero. Los ingredientes utilizados son: lechuga, langostinos pelados, tomates cherry, maiz, aceitunas rellenas, piña en conserva, mandarinas, salsa rosa, aceite, vinagre y sal.
 






jueves, 4 de abril de 2024

01313 El Queso de Oveja con Albahaca

 GRATÍSIMO DESCUBRIMIENTO


Mi hija Jara tiene por costumbre, cada vez que pasa un fin de semana fuera de casa, traernos un recuerdo del lugar visitado. Habitualmente son dulces típicos del destino elegido. Pero en su último viaje, cambió de registro, para obsequiarnos con un queso de oveja con albahaca. Nos dijo cuando nos lo entregaba, que lo había comprado en Biescas a un vendedor ambulante. Se lo dio a probar, le gustó y, sabiendo como ella sabe de nuestras debilidades gastronómicas, entendió que también nos encantaría, como así fue. No lo habíamos probado nunca, aunque sí sabíamos de esta amable y curiosa combinación. Cuando catamos el queso, Jara estaba en lo cierto, nos encantó.

Me encanta la albahaca, su olor y lo que significa esta planta para un oscense (ver entradas 00097 y 00549). Y cómo no, me chifla el queso de oveja. Así, que unidos, podrían representar algo interesante. No obstante, en alguna ocasión he probado la albahaca en otros platos y me han dejado un poco descolocado. En el caso del queso y la albahaca, me parecen un buen maridaje. Este queso, de puro anonimato, me pareció una propuesta muy equilibrada al paladar.

A la hora de escribir estas líneas, todavía queda un poco de queso con albahaca. Con toda seguridad, en la próxima incursión lo finiquitaremos con toda mi pena, porque está delicioso. Pero bueno, siempre nos quedará ir a Biescas a por más.

 




01312 Estampa Serena

PAZ, SIN CULPA


He vuelto a sentarme
en la imaginaria humedad de tu piel,
con la ingenuidad por bandera
y la fascinación como alimento.

No terciaré palabra ni pensamiento alguno.
Tu presencia enmudece mi ser
y lo llena de paz, sin culpa.

Ni siquiera concibo dejar mis huellas
en tu estampa serena.
Prefiero que mis ojos
hagan acopio de tu lealtad y belleza.



miércoles, 3 de abril de 2024

01311 Las Patatas a la Riojana

UN GUISO DE REFERENCIA


Hacía tiempo que no tenía entre mis manos el cuaderno en el que a lo largo de los años he ido apuntando las recetas aprendidas de mi madre y que guardo como oro en paño. En este caleidoscopio vital he compartido el grueso de ellas, pero todavía quedan gratas sorpresas, como, por ejemplo, la que traigo en esta ocasión.

Se trata de una receta de origen humilde, muy humilde, pero con toda la fuerza, energía y sabor de un buen plato y, además, de cuchara. Un plato de la gente del campo, de los vendimiadores de mi querida tierra riojana, aunque muy extendido por el resto de España. A mi madre le encantaba guisarlo. Ya no por su bajo coste, era una excelente economista doméstica, sino porque le recordaba mucho a sus viajes a La Rioja, cuando iban a visitar a los familiares de mi padre. Todo esto, unido a su sencillez y a su delicioso sabor.

Tan solo son necesarios siete ingredientes, además de agua, aceite y sal. A saber, patatas, chorizo, pimiento choricero, pimentón, cebolla, ajo y laurel. Suficiente para hacer unas exquisitas patatas a la riojana. Si será delicioso, que en una ocasión leí que Paul Bocuse, estrella de la cocina francesa y considerado como el mejor chef del siglo XX, llegó a decir: “Una receta así debe representar a España en el mundo entero, porque es lo más sabroso que he probado en mi vida”.

Hace algunos años que no las comía y me han sabido a verdadero manjar, además de remover mi baúl de las emociones. Totalmente de acuerdo con Bocuse.

Ingredientes para 4 personas: 1 kilo de patatas, 250 gramos de chorizo de guisar dulce o picante, 1 cebolla, 1 cucharada de carne de pimiento choricero, 3 dientes de ajo, 2 hojas de laurel, pimentón, aceite y sal.

Elaboración: Calentar en una olla un generoso chorro de aceite de oliva. Añadir la cebolla picada y pochar. Una vez pochada la cebolla, incorporar los ajos, también picados.  Cocinar, sin parar de remover, durante unos dos minutos. A continuación, incorporar el chorizo cortado a rodajas y una cucharada de carne de pimiento choricero. Rehogar durante un par de minutos. Pelar y chascar las patatas. Es decir, el último tramo del corte a la patata, en lugar de un corte limpio, lo arrancamos. De esta manera, durante la cocción, la patata soltará más almidón y dará más cuerpo al guiso. Incorporar las patatas al guiso y remover. Cubrir las patatas con agua, como un par de dedos por encima de ellas e incorporamos al guiso dos hojas de laurel y una cucharadita de pimentón dulce. Tapar la olla con el fuego a máxima potencia. En cuanto comience a hervir, bajar el fuego a la mitad de su potencia y dejar cocinar durante unos treinta minutos o hasta que las patatas estén tiernas. Probar el gusto de sal a media cocción. Terminado el guiso, dejar reposar durante unos quince minutos y servir caliente.

 




martes, 2 de abril de 2024

01310 "Raíces y Alas"

 AFORISMO


Invisibles, anónimas y silenciosas. Necesarias y cómplices de la vida. Sustento del hoy y del mañana. Agua y tierra, alimento y cobijo para las raíces.

Dijo el poeta Juan Ramón Jiménez en su aforismo: "Raíces y alas, pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen". 

Es la paradoja del ser humano. Quien se ancla en sus raíces, sin capacidad de elevarse, es un ser que se limita a vegetar, a sobrevivir. Es necesario que las raíces se eleven y vuelen.

Quien se mueve solo por las alas de la ensoñación, el deseo y el ansia de trascender sin vínculo con la tierra, es humo que se evapora sin dejar rastro de su paso. Por tal motivo, es necesario que las alas arraiguen. 


 




domingo, 31 de marzo de 2024

01309 ¿Redondas o Alargadas?

 REDONDAS Y ALARGADAS


Recientemente, en una conversación de café, un amigo me preguntó: “¿Cómo te gustan más las croquetas, redondas o alargadas?”. Me cogió la pregunta de manera tan imprevista, que no supe qué contestar. Para salir del paso, contesté que, si la masa de la croqueta estaba bien cocinada y tenía un buen sabor, me daba lo mismo su forma de presentación. Mi compañero de café me trasladó que, a él, le gustaban redondas. Y así quedó la cosa. Sin más debate al respecto. No tenía yo un día muy parlanchín.

Cuando llegué a casa, y mientras me disponía a vestir mi indumentaria doméstica, retomé conmigo mismo el asunto. Recordé entonces las primeras croquetas redondas probadas en mi vida. Fue en mi primer viaje a Santander, en el verano de 1994. Ya he comentado en reiteradas ocasiones mi falta de memoria para las fechas y sus derivados, pero esta ocasión la recuerdo, ya que mi hija Loreto, por aquel entonces, tenía meses. A partir de aquí, Cantabria, y en particular, Somo, sería nuestro destino vacacional familiar.

Hasta ese momento, las croquetas que siempre había comido tenían forma alargada. Y más que croquetas, parecían croquetones. Nada que ver con lo que se estila ahora. El caso es que aquellas primeras croquetas redondas que comí, recuerdo que fueron de queso, cabracho y cocido, dejaron en mi paladar un gratísimo recuerdo. Además de llamarme la atención, se comían de un solo bocado, recibiendo una explosión de sabores, y esto también era una novedad para mí.

Muchas cosas han cambiado en las últimas décadas, y el maravilloso y atractivo mundo de las croquetas, no ha estado ajeno a los cambios. En cuanto a las formas, además de las redondas o alargadas, he llegado a ver cuadradas y hasta triangulares. Por lo que respecta a los sabores, a las consabidas y tradicionales de jamón, cocido, queso, huevo duro y bacalao, se han sumado una legión de gustos. Parece que, en la actualidad, todo es susceptible de ser presentado en forma de croqueta. Al fin y a la postre, una croqueta no deja de ser, según la Real Academia Española de la Lengua, “una porción de masa, generalmente redonda un ovalada, hecha con jamón, carne, pescado, huevos u otros ingredientes picados, que, ligada con bechamel, se reboza en huevo y pan rallado y se fríe en aceite abundante”.

En resumen, lo que le dije a mi compañero de café, por decir algo y que ahora ratifico con la bata y zapatillas de estar por casa, si la masa de la croqueta está bien cocinada y tiene un buen sabor, me daba lo mismo su forma de presentación.

 

 

 

 







viernes, 29 de marzo de 2024

01308 Un Imposible

 PASANDO LOS DÍAS


Cuando no tengo nada que decir, escribo.
Cuando no tengo nada que escribir, observo.
Cuando no tengo nada que observar, pienso.
Cuando no tengo nada que pensar, es imposible.





jueves, 28 de marzo de 2024

01307 El Inconfundible Olor de la Lavanda

LIMPIO Y SERENO


Llegado el mes de junio, la aldea se perfumaba con unos aires limpios que bajaban desde los pies de la sierra. Puertas y ventanas de las casas se abrían, en señal de necesitaba bienvenida, para que el invisible huésped tomara posesión de estancias y alcobas.

La voz de la yaya Emilia, desde su silla de ruedas, durante estos días, se dejaba notar como nunca. Era la primera en despertar y en poner a funcionar la casa. Antes de sentarse todos a desayunar, Emilia ordenaba ventilar la casa. "Abrid todo de par en par, -decía-, que se ventile bien y que entre ese aroma limpio y sereno que viene de la sierra". A continuación, recordaba a los presentes, como una letanía, que desde que era niña, este olor siempre le había acompañado y proporcionado calma y bienestar. Tanto es así, que la lavanda se había convertido en algo imprescindible y vital para ella.

Cuando comenzaba el periodo de floración de la planta, se hacía necesario colectar los mazos y colgarlos boca abajo en el oscuro y fresco granero para dejarlos secar. Y a partir de aquí, Emilia se encargaba de dar a la planta un buen número de utilidades. Así, no había armario ni cajón que no alojara un ramillete de hojas de lavanda atado con un hilo e introducidas en una bolsa de tela, para evitar la presencia de ácaros y otros indeseables insectos. También, para aromatizar las estancias, gustaba poner ramilletes de lavanda en jarrones y floreros. Su aseo personal no era ajeno a la benefactora planta y se preparaba unos aceites con flores de lavanda secas y machacadas, agua destilada y aceite esencial de lavanda. E incluso a la limonada, le añadía un par de gotas de aceite esencial de esta planta.


Siempre pensé que la yaya Emilia había sido una mujer feliz, aún en los momentos difíciles, gracias a su querencia y afición por la lavanda. Gracias a ese aroma limpio, sereno, y que proporciona calma y bienestar.













miércoles, 27 de marzo de 2024

01306 Cae la Noche

 SOBRE UN MAR DE SUEÑOS


Las últimas olas llegan a puerto,
apenas la noche comienza a dibujarse en el cielo.
Plácida y lentamente,
como una caricia de consuelo.

El horizonte, adormilado,
baja el telón de los deseos
y el aire, perfumado,
busca acomodo entre los anónimos anhelos.

Cae la noche sobre un mar de sueños. 




lunes, 25 de marzo de 2024

01305 No Es lo Mismo

 AUNQUE PAREZCA LO MISMO


Decir que las cosas entran por los ojos es una obviedad. Como obvio es que, según se presenten, aún siendo lo mismo, no se reciben de igual manera. Vamos, que no es lo mismo sentarte frente a un aperitivo servido de cualquier manera, que con cierta gracia y delicadeza.

Así me lo cuentan estas fotografías que me han aparecido en un archivo y que no tenían nada que ver con el resto de imágenes. Supongo que las guardé porque en su momento me llamarían la atención. Son de algún aperitivo/homenaje que nos daríamos en casa. Aunque nos encantan los aperitivos, no son muy habituales, también por razones obvias, salvo llegado el fin de semana, que echamos el resto. Y como si de un acontecimiento especial se tratara, de alguna manera lo es, nos gusta disfrutarlo y presentarlo también de manera especial. En esta ocasión, los canapés están colocados sobre una sencilla teja de pizarra. ¡Anda que no nos da juego la teja! Aunque al paladar le da lo mismo cómo se presente el bocado, siempre acabo diciendo, "no es lo mismo".

En cuanto a la cálida luz, esta no estaba prevista. Sencillamente es que ese día hacía mucho calor y bajamos el toldo de la terraza. Y también, no es lo mismo.





domingo, 24 de marzo de 2024

01304 La Cita

 FELIZ ESTAMPA


Como cada tarde,
acudió a su cita con el corazón 
de musas y aires.

Miró a través de él,
la belleza de un paisaje sin nombre
y escuchó el desapercibido latido
del sol cuando se esconde.

En la despedida, 
acarició su silueta de ramas
y agradecido,
retornó a su casa con la feliz estampa.