lunes, 30 de noviembre de 2015

00186 Sarsamarcuello

PRIVILEGIADA PANORÁMICA

Vuelvo a las andadas. Al encuentro con el campo, con la piedra y la tierra trabajada, con el silencio y el paseo pausado. Vuelvo a la Hoya para recorrer caminos y rincones inesperados que me traigan emociones nuevas, olores de siempre y hasta mocedades viejas. Lugares para recordar cuando el ánimo sea impreciso.


En plena Sierra de Loarre, rodeada de escarpadas montañas, Sarsamarcuello mira a la Hoya de Huesca desde una posición envidiable. Pueblo de dos alturas, de dos barrios. Abajo, el que custodia a la iglesia; arriba, por donde creció para otear.

Es mediodía. El sol juega con las sombras y los contraluces regalan sensoriales siluetas sobre un mar de campos. Y sobre todas, una; la de la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari. Un edificio neoclásico de grandes dimensiones, de tres naves, crucero y cabecera recta, flanqueado por la sacristía y una torre. La iglesia está construida en sillería, fachada y torre; mampostería, naves y cabecera; y de ladrillo el cimborrio.

Un improvisado mirador debajo de un tilo me invita a sentar, reposar y admirar. Las vistas son plácidas, sugerentes y hermosas. Se respira tranquilidad. Por un momento soy capaz de ausentarme de todo lo que me estorba y sobre pesa. Por unos gratificantes instantes me siento inmerso en una burbuja de armoniosa y extraña felicidad. Qué simple es la dicha entre tanta desdicha!. Qué limpio es el verbo en medio de tanto silencio! Qué fácil es ver cuando la belleza es indefinida!

Calle abajo está la despedida que huele a puchero de siempre, a guiso sin tiempo, a mesa puesta de espera.













domingo, 29 de noviembre de 2015

00185 Chipeta

COMO UN ABRAZO


Te observo grande y sereno. Tú, arriba en el dominio. Yo, abajo en el descanso.

Te miro y te imagino como un abrazo. Un apretón sin daño, de compañero cercano.

Arriba no lo sé, abajo hay ilusión y entusiasmo. Risas acompasadas de encuentros deseados en torno a un haya que todo lo sabe y todo lo calla.  Hasta sus años, sólo imaginados. Como imaginado es el  asombro, la quietud y el esfuerzo de quien te alcanza.

Desde abajo recorro tu silueta como quien recorre un cuerpo tendido. Y el ánimo aletargado siente un escalofrío que urge cobijo. Unos minutos de fija mirada bastan. Tu abrazo no es una ilusión sin sentido, es la afirmación fortalecida y compartida por todos los congregados.

Cae la tarde y el abrazo se torna ya en despedida. En un gesto interior que invita a propósito de testificar un nuevo y esperado encuentro.

Nota: Chipeta es una destacada cima que asoma una impresionante proa rocosa sobre la Selva de Oza, 1.140 metros.








viernes, 27 de noviembre de 2015

00184 Verde, Verdor, Verdura

 COLOR ESPERANZA

Refresca y relaja en la serenidad y armonía de las cosas. Verde variable como la vida; intenso, suave, susceptible a matices y contrastes. De extremos excitantes y de perfecta neutralidad entre los extremos. Color neutral que en su justa combinación domina todas las cualidades positivas en los acordes cromáticos.

Su visión no cansa. Equilibra,  tranquiliza y amortigua pesares. Color de lo natural y quintaesencia de la naturaleza. Verde vida de nacer y renacer desde la esperanza. Húmedo, fresco y camaleónico: "la hierba de cerca parece menos verde", aprendí y constaté un día.

Germinar, brotar, reverdecer, es la llamada de la primavera, de la vida que vuelve a reclamar un sitio con próspera vitalidad y ánimo renovado. Verdor de una dicha en la placidez de la memoria en medio de susurrados cantos que llenan de apasionados deseos el ingrávido espacio.

Color de Venus y Afrodita, de jardines, prados y esperanzadoras huertas. Color de juventud, de vigor y lozanía, de ilusión y anhelo, de todo por hacer desde la innata inmadurez. Verde, verdor y verdura para la esperanza ya desesperanzada. Verdura, verdor y verde para pintar un futuro desprovisto de color rebelde.

Verde que te quiero verde, cantó el poeta, verde viento, verdes ramas, el barco sobre la mar, el caballo en la montaña. Verde que te quiero verde.

Verde albahaca bañada en un sol de plata.
























miércoles, 25 de noviembre de 2015

00183 El Aperitivo

"EL VERMÚZ"

Si nos ceñimos a la definición de aperitivo, no es otra cosa que la comida ligera que se toma para abrir el apetito. Muy simple para prestarle excesiva atención. La cosa cambia cuando abres los cajones de la memoria. Curiosamente, no está en la "a",  como correspondería, sino en la "v" de "vermúz", con acento en la "ú" y como excepción que confirma la regla.  Un archivo que habla de esos "vermús" con sabor a viejo casino de pueblo de embaldosado geométrico y barra en perspectiva. De bar con olor a aceituna rellena y vinagrillo. Y si era día festivo, también a laterío.

"Vermúz" esperado de suave trago, sin prisas y con alma de viajero que sale al encuentro. Algo ligero para aliviada conversación en torno a una mesa de mármol sobre patas de hierro. Otra ronda, que ha sabido a poco. Mira que nos esperan. Pues que aguarden, que la ocasión lo requiere. Y otra ronda,  que sabe a gloria. Mira que nos quitará el apetito. Que no, que lo abre, y además, qué importa si el "vermúz" no sabe de horas.

Cambiarán las modas y las formas, no así el rito. Motivo de celebración, por muchos años; de encuentro, que no tarde tanto; de dicha, que sea por siempre. Cambiarán el escenario y los años, pero no el sabor del aperitivo, de ese viejo "vermúz" con sabor a tasca y a tiempo imaginado en algún lugar que ahora es ensueño deseado.

Nota: Acabo de leer que el aperitivo en España está considerado como una tradición. Un estudio confirma que el 83% de los españoles toma aperitivo. En verano, la cifra alcanza el 91%. La bebida preferida para acompañarlo, la cerveza. En cuanto a las preferencias para abrir el apetito, las aceitunas son las favoritas; un 40% de los habituales al aperitivo las prefiere, aunque para un 34% lo mejor son las patatas bravas.







domingo, 22 de noviembre de 2015

00182 Simplemente Mirar

NADA MÁS

Con los ojos bien  abiertos y los labios abrumados ante la fabulosa e irrelevante robustez de las cosas. Sólo mirar y aprender a mantener la cabeza erguida con la intensidad y pasión que permita el instante. Mirar para albergar asombros y murmullos que se esconden firmes, tranquilos, tras vértigos esperanzados.

Desterrar los pánicos que algún día recalaron en la mano tendida en medio de un silencio vago. No vigilar. Sólo mirar para encontrar una compasión solidaria y recordar sin esfuerzo qué pasó, dónde fue, por qué elegí ese momento dado.

Es la belleza o quizás el curso inadecuado del camino, ajeno a mi voluntad, que hace que mi cuerpo se ablande de repente ante la imagen descubierta. Una feliz sensación que hace conciliables las cosas opuestas. Un privilegio que va más allá de lo que se puede advertir.

No hay intención en el mirar y si la hay, no la recuerdo. Es una mera estampa cargada de serenidad sin disimulos. Una imagen lanzada contra mis ojos sin dar explicaciones, sin dar tiempo a ser descifrada. Es un de repente para una mirada especial que horada mis pupilas y escruta con ansia, como si buscara una contraseña, algún signo distinto en mi mente. Es un misterio sin descifrar cuando se trata de simplemente mirar.

viernes, 20 de noviembre de 2015

00181 El Templo Budista de Panillo

DAG SHANG KAGYU

A escasos diez kilómetros de la localidad de Graus se encuentra el Templo Budista de Panillo, fundado por tres lamas budistas al final de la década de los ochenta como monasterio de Dag Shang Kagyu. Recuerdo que al poco tiempo del inicio de su andadura acudí hasta allí, desde Monzón,  para hacer una entrevista a un lama, cuyo impronunciable nombre ahora no recuerdo, que había anunciado su visita. La entrevista se emitió en un programa nocturno que por aquel entonces se emitía en las noches de Radio Monzón, "Sueños de papel".

Era un paraje hermoso en medio de la nada y donde en un indeterminado lugar se había instalado una tarima cubierta por unas lonas. Es mi vago recuerdo. El lama accedió a mi petición de entrevista mientras iban llegando hombres, mujeres y niños procedentes de Zaragoza, Madrid y Barcelona. Se acercaba la hora de la meditación a la que también fue invitado a participar.

La entrevista despertó en mí un inusitado interés. Participar de la meditación suponía completar el reportaje. No entendí nada. Todo me era ajeno. La paz que en ese instante se respiraba, las amables y aparentemente felices caras de los participantes y la sugerente voz del lama me sujetaron a la tarima. Me encontraba tenso. Lo desconocido es lo que tiene. Tenso hasta que el lama tocó mi cabeza con su mano derecha. Fue a partir de ese instante que mi cuerpo dejó de pesarme. No recuerdo el tiempo que duró la meditación ni una de las palabras por entonces pronunciadas. Sólo me queda la sensación de levedad que dejó en mí tras la despedida.

Tardé muchos años en volver a este refugio espiritual multicolor. Sería en mi 50 cumpleaños,  a petición de Gloria, y para ocupar tiempo hasta que se iniciara la familiar fiesta sorpresa que se me había preparado en Roda de Isábena.

Todo estaba muy cambiado, todo menos el silencio reinante. El templo había tomado forma después de los casi treinta años que habían pasado desde aquella primera visita. El lugar seguía siendo idílico. A esa primigenia austeridad que había conocido se habían sumado otras austeridades. La Estupa, característica arquitectura budista, que simboliza la doctrina budista en la que cada parte representa elementos cósmicos. Así, la base cuadrada representa la tierra, la bóveda hemisférica describe la parte celestial, la terraza simboliza la residencia de los dioses, y por último, los chakrás o discos que coronan el mástil y que a medida que ganan altura, pierden superficie y representan los cielos sucesivos.

Separado está el templo donde en su parte superior viven los lamas con vida similar a los cartujos. También se ha construido una casa de campo amplia con habitaciones y comedor elementales. Se han levantado mástiles con banderas y gallardetes escritos con oraciones. Y por el monte, unas casitas sirven de morada individual a quienes se retiran del mundo de forma voluntaria por espacio de tres años.

Leo que en el templo se puede pasar unos días a precios económicos. Al templo se va a rezar, a meditar o a estudiar, si bien se celebras muchas actividades dirigidas por la Sanga o grupo de gente amigable. Los budistas iniciaron su diáspora por el mundo tras la invasión china del Tibet. Una rama, la del Dalai Lama o bonetes rojos, están en la Alpujarra. Los de Panillo, más esotéricos y misteriosos, llamados Karmapa o bonetes amarillos, proceden del Monasterio de Sonada en la India.
















jueves, 19 de noviembre de 2015

00180 Las Verdinas

CON MARISCO


La cocina de casa hoy está contenta y feliz. Huele a fiesta, tradición y mar. Hay trajín, ruido de cacharros y curiosidad. Hoy le hemos dado la espalda a la ensalada, verduras y planchas. La cosa del comer, hoy, va de festín. Protagonistas, unas verdinas que han esperado pacientemente su momento en el frigorífico desde nuestro último viaje a Asturias. El resultado no ha podido ser más espectacular.

Las verdinas las descubrí gracias a mi hermana María Engracia, una buena hacedora en la cocina,  y de la que me he apropiado un buen número de platos, además de ser una gran aficionada a la gastronomía asturiana.

Se trata de unas fabes, alubias pequeñas, de color verde, suaves y gustosas. Lo que no tengo muy claro es si su color se debe a que se recolectan de forma temprana, de ahí su color verde, o que simplemente la variedad es así. Tampoco me importa mucho. Es mera curiosidad. Lo que realmente trasciende es su sabor, su buen comportamiento en el guiso, su ternura, lo bien que maridan con el marisco y su capacidad de absorción del sabor.

De cuantas recetas que Gloria examinó para elaborar las verdinas, finalmente se decantó por la que a continuación describo y cuyo resultado fue espectacular. Ni un pero, ni una nota discordante, nada que objetar. Simple y llanamente, de matrícula de honor.

Ingredientes para 4 personas: 400 gramos de verdinas, 16 langostinos, 300 gramos de almejas, 1 puerro, 1 cebolla, 5 dientes de ajo, 2 tomates maduros, 1/2 cucharadita de pimentón dulce, 1/2 cucharadita de pimentón picante de la Vera, aceite de oliva y sal.

Preparación: Escurrir las verdinas que habrán estado en remojo durante 12 horas. Pelar los langostinos y disponer en una olla las cáscaras y las cabezas junto a una cebolla partida, un tomate también partido, 2 dientes de ajo machacados, 1 litro de agua, un chorrito de aceite y sal. Llevar a ebullición y dejar cocer por espacio de media hora. Pasado este tiempo, triturar con la batidora y pasar por el chino para impedir que queden restos de cáscaras.

Limpiar bien los langostinos retirando el intestino y reservar. Pelar y cortar en rodajas el puerro y el resto de ajos, así como el tomate y hacer un sofrito.

En una cazuela con aceite de oliva caliente introducir las almejas y cuando empiecen a abrirse, agregar dos ajos picados. Se puede añadir si se quiere, medio vaso de vino blanco. Cuando estén hechas, sin excederse, retirar y reservar con su jugo.

Para finalizar, verter en una cazuela el sofrito al que añadiremos un poco de aceite de oliva, el jugo de las almejas e incorporar las verdinas. Rehogar todo unos minutos y añadir el caldo preparado con anterioridad hasta cubrir las judías tres dedos por encima. Espolvorear el pimentón, salar al gusto y dejar cocer a fuego medio durante una hora y media o hasta que las judías estén tiernas.

Diez minutos antes de retirar del fuego, incorporar los langostinos y las almejas. Apagar el fuego y dejar reposar unos diez minutos antes de servir.




















miércoles, 18 de noviembre de 2015

00179 Las Bellotas


LEGENDARIOS ROBLES DE PEQUEÑAS BELLOTAS CRECERÁN


A pesar de la valoración negativa que en nuestros días suscita el uso de las bellotas como alimento, el registro arqueológico sugiere que en la Península Ibérica tuvieron un papel importante en la dieta de las comunidades prehistóricas.

Estos días me he hartado en mis paseos de ver infinidad de bellotas, bien enganchadas todavía a la vida, bien desparramadas por el suelo. "Las bellotas para los cerdos y los jabalíes. Allí estarían si se pudieran comer", me insisten. Es entonces cuando me pongo la medalla y como si supiera de bellotas explico que por algún sitio leí que en las comunidades campesinas de Europa y Oriente Medio este fruto era aprovechado en otoño no solo como complemento del forraje para los animales domésticos sino que también eran recolectadas y consumidas cuando la cosecha de cereales escaseaba como un "pan de hambre". Incluso, a pesar de su amargor, se hacia harina con ellas que se utilizaba para cocinar.

La bellota se me antoja un fruto simpático y muy visual que asocio a los dibujos animados,  a las ardillas y a los aderezos de traje regional tradicional. Está asociada a la fuerza y a la virilidad. A partir de una pequeña bellota crece un poderoso roble. En este sencillo hecho de la vida muchas culturas vieron las cualidades de la fecundidad y la paciencia, virtudes que siempre ayudan a los pequeños a perseverar y finalmente triunfar.

En algunas culturas la bellota ha sido talismán de protección frente a los espíritus malignos. En las islas británicas llevar una bellota era una costumbre que se creía propiciaba una larga vida. También era sagrada para Thor, el Dios nórdico del trueno. Se decía que permitía a su portador resistir el impacto de los rayos. De aquí que haya quien ponga en la ventana de su casa una bellota con la intención de evitar que un rayo entre por ella.

Artemisa, diosa griega de la caza, se solía representar con una gargantilla con una bellota, al igual que su equivalente romana Diana. También muchas diosas celtas gustaban de portar bellotas en su indumentaria debido a su asociación con la fertilidad y la inmortalidad.

Símbolo de antigüedad y fuerza, de crecimiento, desarrollo y larga vida. Cómo no me va a gustar la pobre y olvidada bellota.












00178 Los Pequeños Paraísos

LUGARES DONDE LA EMOCIÓN HABLA

Cuántas veces nos han preguntado, hemos preguntado, por ese rincón donde nos gustaría perdernos. Ese pequeño paraíso donde nada ya importa porque nada sabe de la condición humana. Sólo tu y un entorno que produce placer apenas mirarlo.  Aquel lugar que despliega emociones sólo con sentirlo, sin necesidad de haberlo vivido. Un espacio definido sin palabras y en los que sólo la emoción habla.

Una calle de infancia, un rincón de amores, un bosque perdido, un parque de olvidos, una playa de horizontes, una atalaya, un río, un sauce que ríe, un mar de nubes, un campo al final del camino y después de la curva... Todo es susceptible de ser nuestro pequeño e imprevisto paraíso encontrado. Lugares y espacios que nos están esperando. Saben que tarde o temprano ese día llegará. Saben de la esperanzada espera. Saben que algún día serán encontrados para ser admirados.

Hoy camino pueblos cercanos. Lugares de silencios y muchos años sumados. Quietud. Inquietante quietud en un día de otoño. Algún cortés saludo, poca gente en las calles. Pueblos que se recorren con apenas una sola mirada. Campos en descanso esperando el mañana y en lo más alto unas casas blancas. De regreso, un tilo, un banco y un paisaje de esos que esperan ser admirados. No es bonito ni feo. Es rotundamente placentero. Olivos, carrascas y almendros. Y a la derecha, una iglesia erguida y esbelta. Una imagen atrapada en el tiempo, en su tiempo.

Me incorporo al paisaje como un elemento más. Con mi quietud y mi silencio para no desentonar. Se está bien. Se respira seguridad. Huele a naturaleza adormecida.  Sólo las ramas del tilo y su suave balanceo dan movimiento a la plácida, sugerente y entrañable imagen. Y respondo con una sonrisa a un paraje que me acaricia. Acabo de encontrar otro lugar donde la emoción habla. Otro pequeño paraíso.








martes, 17 de noviembre de 2015

00177 Monasterio de San Juan de los Reyes

TOLEDO

Aspectos, enclaves y sensaciones de esta hermosa e histórica ciudad irán apareciendo de forma desgranada en esta apuesta personal y que atesoré en tan solo un fin de semana. Dos días intensos y cargados de emociones que la hicieron más bella y especial si cabe. Si no ha aparecido antes en el blog ha sido por los costoso que me ha resultado clasificar las más de mil imágenes captadas en apenas cuarenta y dos horas repletas de admiración. La elección por dónde empezar tampoco ha sido cosa fácil. Sus calles, su gastronomía, su patrimonio... todo es susceptible para mí de incluirlo en esta aventura.

Y como por algún sitio hay que empezar, lo haré por el Monasterio de San Juan de los Reyes, construido para la Orden Franciscana por encargo de los Reyes Católicos como conmemoración de su victoria en la Batalla de Toro en el año 1476 y declarado Monumento Histórico-Artístico de Interés Nacional.

Leo que la iglesia fue construida para albergar el panteón dinástico de la reina Isabel la Católica, dedicada a San Juan Evangelista, del que era devota la reina. Lo traza y levanta la cabecera de la iglesia y el crucero Juan Guas, el primero en ostentar el título de arquitecto real. Por toda la fachada corre el cordón franciscano de la orden que ocupa el edificio. La cabecera es poligonal con contrafuertes coronados por agujas o pináculos, decorados con reyes de armas, heraldos a tamaño natural, que lucen en sus vestimentas los escudos de los Reyes Católicos. El cimborio sobre el crucero es octogonal, coronado con crestería y decorado con más pináculos góticos. Sobre la portada lateral hay un singular Calvario, donde está presente la Virgen y San Juan, pero no Cristo. Éste está simbolizado por el pelícano que se posa sobre la cruz, acorde con la creencia medieval que el ave era capaz de alimentar a sus hijos con su propia sangre, siendo una especie de prefiguración de la Eucaristía.

La iglesia tiene planta de salón con un espacioso crucero para albergar los futuros túmulos funerarios. La cabecera es poligonal, conformando un verdadero tapiz escultórico de resonancia mudéjar. Se cubre con una bóveda de estrellas de ocho puntas y se apoya sobre trompas. En el crucero en la nave se observa también la decoración epigráfica, también de la tradición mudéjar, aludiendo estos letreros a la conquista de Granada. Los repetidos escudos reales en la capilla mayor fueron realizados antes de 1492, ya que no aparece en ellos el fruto de la granada, símbolo del reino entonces conquistado. Toda la decoración es repetitiva y destinada a subrayar la magnificencia de los reyes. Isabel es simbolizada por haces de flechas que representan la unión de fuerzas y por la "Y", inicial de su nombre en la grafía de la época. Fernando está simbolizado por la "F" y por el yugo con el lema "tanto monta", que alude al episodio mítico del nudo gordiano, cortado por Alejandro Magno, ante la imposibilidad de desatarlo.

Otro espacio clave es el claustro cuadrado y de doble piso, una de las obras maestras del gótico final, dentro de la estética hispano flamenca, que combina elementos góticos y mudéjares, muy propia de Juan Guas. El claustro superior presenta un artesonado de madera con la típica lacería mudéjar. Las columnas, arcos y pilastras están recubiertos por motivos vegetales y animales, muchos de ellos también provistos de carga simbólica.

Llaman la atención las cadenas colgadas en los muros exteriores de la iglesia. Corresponden a los cautivos liberados en la larga campaña de Granada y se colgaron en 1494 como ex voto y símbolo del triunfo de la fe cristiana

Finalmente, los reyes cambiaron de idea tras la conquista de Granada y su postrer morada sería en la nueva catedral de aquella capital.

El convento fue prácticamente destruido en la guerra de la independencia y se reconstruyó sólo en parte, desapareciendo el segundo claustro, según los criterios historicistas del siglo XIX, sin dejar distinción entre lo antiguo y lo restaurado, siendo el mejor ejemplo de ello las gárgolas del claustro.