VISUAL Y ENTRETENIDO
domingo, 6 de diciembre de 2020
00934 El Timbal de Guacamole y Salmón
miércoles, 2 de diciembre de 2020
00933 El Yogur Con Membrillo
PEQUEÑA GRAN DELICIA
jueves, 26 de noviembre de 2020
00932 La Torteta a la Brasa
SUMO DELEITE
Para mí, desde mi corta edad, eran días de fiesta sin entender muy bien todo cuanto significaba la matacía en aquella época. Solo veía risas, una familia feliz en torno a un cebado cerdo que servía de excusa para pasar un fin de semana con mi abuela, tíos y primos. Un subir y bajar por las estrechas escaleras que conducían del patio a la cocina y de aquí al granero. ¡Fernandito, lleva esto a tu tía! ¡Fernandito, mira a ver qué quiere la abuela! ¡Mocoso de crío, vete a jugar y no molestes! ¡Ya te avisaremos cuando tu tía empiece a hacer el embutido!, me decían. Me encantaba dar vueltas a la manivela de la capoladora y observar cómo salía la carne embutida del gorrino. Era mi pequeña aportación a esos momentos, aparte de molestar.
Todavía puedo retener en mis retinas la vieja y cuidada cocina en la que la chimenea se convertía en el centro de atención y reunión. Y sobre el fuego, un trabajado caldero lleno de agua hirviendo donde se iban depositando las aplastadas bolas de sangre aderezada. Conforme salían a la superficie, eran trasladas al granero donde se había dispuesto un enrejado de cañas donde "descansarían" para días venideros las preciadas, sabrosas y singulares tortetas.Ahora, cada vez que las como, no con la frecuencia que me gustaría, no puedo dejar de recordar aquellos días, al igual que cuando venían mis hermanos a casa, en los que no podía faltar en la compra de "agasajos" las tortetas y morcillas.
La torteta me encanta de cualquier manera. Cruda a bocados, frita, en tradicionales guisos... Pero el disfrute máximo llega cuando tengo la oportunidad de hacerla a la brasa. Me parece lo más, el deleite sumo. Cortada fina y braseada hasta crujir. Y ya en la boca, la complacida explosión de sabores que saludan a los buenos y felices recuerdos.
lunes, 9 de noviembre de 2020
00931 Las Pastas de Bego
LAS DE LOS CUATRO CIENTOS
viernes, 6 de noviembre de 2020
00930 Los Tomates Confitados
DELICIOSO ENTRETENIMIENTO
jueves, 15 de octubre de 2020
00929 Las Cebollitas en Vinagre
CEBOLLETAS
Con lo que me gustan los encurtidos, mucho han tardado en llegar a este caleidoscopio vital las cebollitas en vinagre. Espero que esta humilde hortaliza no me lo tenga en cuenta.martes, 6 de octubre de 2020
00928 Las Ensaladas Variadas
COMO LA VIDA MISMA
Hoy, no sé por qué, me he levando un tanto gastronómico filosófico de andar por casa. Cuando me dispongo a preparar una ensalada variada, algo que acostumbro hacer con frecuencia y que me encanta, se me antoja como la vida misma. El resultado final para que sean unas ensaladas más agradables que otras y más sustanciosas, dependerá de los ingredientes que contengan y el aliño adecuado. Así también entiendo que es la vida. El devenir de los días estribará también en la disposición de los ingredientes en forma de actitudes, exigencias, aficiones, relaciones humanas, puntos de vista, sentimientos, comprensión, aceptación y el sinfín de componentes que queramos utilizar.Mientras estas cosas me digo, he preparado una ensalada sencilla y muy acorde al tiempo al que últimamente estoy suscrito bajo el lema "que la vida fluya". Nada premeditada y con ingredientes aleatorios que he visto por el frigorífico: lechuga, palitos de cangrejo y melón. El resultado, colorista, ligera, dulce y atractiva. Vamos, como debería ser la vida.
viernes, 2 de octubre de 2020
00927 Ortilla
PLACENTERA VISITA
viernes, 25 de septiembre de 2020
00926 Los Croquetones
RICO, RICO FRITO
Por lo que he podido comprobar en conversaciones de "pasar el rato", los amantes de las croquetas rechazan con rotundidad el popular, tasquero y no siempre bien entendido croquetón. Yo, como ya he dejado de manifiesto en este caleidoscopio vital, soy fan, pero que muy fan, de las croquetas sea cual sea su sabor y en cualquier momento. Por cierto, ayer una amiga me habló de unas deliciosas croquetas de borrajas. Estoy a la espera de que me pase la receta para elaborarlas y dar fe de esta aparente delicia.miércoles, 23 de septiembre de 2020
00925 Jugar Con Las Palabras
SILENCIO
Silente, suave y sedoso sucumbe el silencio sobre el secreto del sentimiento.
miércoles, 9 de septiembre de 2020
00924 Las Gildas y Algo Más
Ya he dejado constancia aquí de mi afición por las populares gildas. Las que hoy traigo hasta este caleidoscopio vital son una recreación que en su día me fascinó en una visita a la siempre interesante barra del bar "La Carrasca" de Aínsa. Nada más verlas me dije, "esto hay que probarlo". Y no me decepcionaron. Me hubiera comido todas las que se disponían en el recipiente de barro. Fui comedido y me apliqué la máxima de Baltasar Gracián, "lo bueno si breve, dos veces bueno". Inmortalicé en una imagen la atractiva bandeja de gildas (la primera fotografía que ilustra la entrada) para en algún otro momento hacerlas en casa (resto de imágenes) , saboreé hasta el último cachito de su contenido y disfruté del distendido y apacible momento vivido en la singular plaza Mayor de la atractiva villa sobrarbense.
No pasó mucho tiempo que, ayudados del reciente recuerdo y de las imágenes captadas de aquella bandeja de gildas, nos dispusimos a imitarlas en casa para dar contenido a un aperitivo dominical. En su momento no pregunté a los autores de esta tapa por su elaboración, algo, que si me interesa, acostumbro hacer. Ese día el establecimiento estaba de bote en bote y los camareros no estaban para muchas preguntas. Así que cuando nos dispusimos en casa a imitarlas nos dejamos aconsejar por la intuición y las imágenes capturadas.
Comenzamos por insertar en un palillo largo una aceituna rellena de anchoa, una generosa loncha de cabeza de jabalí, una piparra y otra aceituna rellena. Una vez preparadas las banderillas, picamos bien menuda una cebolla dulce, media docena de piparras y un pimiento verde tipo italiano, para a continuación introducir el resultado en un recipiente con abundante aceite de oliva virgen extra y unas gotas de vinagre. Solo restaba bañar las banderillas en esta vinagreta y servir.
Me volvió a parecer sorprendente la mezcla de sabores y el protagonismo dado a la cabeza de jabalí en una tapa. La que hicimos en casa me recordó bastante a la original degustada en "La Carrasca". Creo que no tiene mucho más secreto. Si acaso me faltó el bello encanto de un soleado día en la plaza Mayor de Aínsa.
lunes, 24 de agosto de 2020
00923 El Tomate Cherry
La legión de los pequeños, deliciosos y atractivos tomates cherry ya han hecho acto de presencia en el huerto. Es tiempo de airear las sencillas recetas con las que llevarlos a la mesa.
Los primeros, y para seguir la tradición, serán catados desde la mata a la boca, tal cual, sin aliños, y en tiempos intermitentes a modo de descanso en las labores cotidianas de aseo del huerto y aledaños. Un pequeño placer como otro cualquiera. Ya en la mesa aparecerán, casi a diario, con un buen número de acompañamientos o serán ellos los que hagan compañía.
Como estreno, vayan estos cherry aliñados con crema de anchoas. Una sencilla y sabrosa combinación que se adapta a cualquier sugerencia: aperitivo, entrante o acompañamiento. Su elaboración no puede ser más simple. Los pequeños tomates solo hay que lavarlos bajo el agua y partirlos por la mitad. En cuanto a la salsa, bastará derretir en una cazuela un par de generosas cucharadas de mantequilla e incorporar una lata de anchoas, con aceite incluido. Mezclamos bien con una cuchara de madera e incorporamos un bote de 250 ml de nata líquida para cocinar. Vamos dando vueltas, a fuego medio, hasta conseguir una crema. Dejamos enfriar y vertemos sobre los tomates a la hora de sacarlos a la mesa. Así de sencillo para un óptimo resultado.
martes, 4 de agosto de 2020
00922 El Refresco de Sandía
El pasado verano me atreví a plantar sandías en el huerto. Digo "atrever" porque tras una experiencia en la que planté melones y me aparecieron calabazas, sí calabazas, una larga historia imposible de explicar, le cogí bastante respeto al asunto. Igual plantaba sandías y recogía vaya usted a saber qué.
Las plantas crecieron con rapidez y no tardaron mucho tiempo en asomar sus flores. Ver crecer día a día tanto la planta como sus frutos se convirtió en todo un espectáculo. Coseché diez sandías, deliciosas sandías, que pesaron entre 7,800 y 17,500 kilos. Digo yo que el huerto debió pensar que a hortelano novato, sandía gorda. La de diecisiete kilos y medio viajó hasta Bilbao para acabar su periplo en Vitoria. Estaba francamente de diez.
Cuando pensaba que todo había acabado ya, las plantas me sorprendieron con una segunda floración. Me las prometí muy felices, pero nada más lejos de la realidad. El resultado no fue tan festivo como en la floración anterior. En esta ocasión cogí 15 sandías con pesos entre 3,000 y 5,800 kilos. Veo en mis apuntes que solo cuatro de ellas se pudieron llegar a comer; el resto, me las bebí.
Abrir cada una de los rojos frutos era intrigante. ¿Se podrá comer? ¿Habrá que tirarla a la basura?Y fue entonces cuando recordé una de las máximas de mi madre, "en esta casa no se tira comida a la basura". Así es que cuando abría una sandía a la que no había por donde hincarle el diente, me preparaba un brebaje que ayudó a refrescar mis calurosas mañanas de agosto en el huerto y que no estaba nada mal. Cortaba la sandía, la liberaba de pepitas y la introducía en la batidora eléctrica. Una vez bien triturada, le añadía unas cucharadas de miel y el zumo de un limón. El resultado lo envasaba en una botella que luego dejaba en el frigorífico hasta el día siguiente y que sacaba minutos antes de volver al huerto donde daba buena cuenta de ella. El líquido entraba por el gaznate suave y magistralmente. Gracias a la miel, la sandía recuperaba algo de su sabor para mi deleite, además de aplacar mi sed.
Este año he vuelto a plantar sandías. Desconozco cómo saldrán. Pero lo tengo claro. Si están para comer, las comeremos, y si no, volveré a preparar un brebaje, porque "aquí no se desaprovecha nada".
miércoles, 15 de julio de 2020
00921 El Solomillo de Cerdo
Tengo claro que la gastronomía, y sobre todo, cocinar, evoca recuerdos. Sabores que nos transportan a lugares siempre queridos, imágenes que nos llevan a otras edades, olores que nos traen al presente un grato pasado inolvidable. Para mí, este solomillo de cerdo envuelto en beicon y salsa roquefort es un claro ejemplo de ello, aunque con matices. Me explicaré.
En realidad, el solomillo de cerdo envuelto en beicon lo descubrí hace ya algunos lustros en el bar Subordán, en la elegante y pintoresca localidad de Hecho. Fue al finalizar un día bien vivido entre paisaje, palabra, paseos y queridas compañías. Para mí, la localidad y el valle cheso siempre han sido así. Acabar en el Subordán con una buena cena era, y sigue siendo, otro de los pequeños placeres irrenunciables. Acostumbrábamos a cenar unos buenos huevos fritos, acompañados de algún predicamento y patatas fritas cuya materia prima salía del huerto de Arturo. Insuperable. Hasta que un día apareció en la carta un solomillo de cerdo envuelto en beicon a la pimienta verde. Y por supuesto, acompañado de las deliciosas patatas fritas. La propuesta resultó tan deliciosa que en venideras visitas suplió a los huevos fritos, cuando no caían sendas especialidades en una sentada.
No pregunté cómo se elaboraba tan original plato. Por aquella época empezaba a dar mis primeros pasos en la cocina y algo que probaba fuera de casa y me gustaba, intentaba reproducirlo ayudado de los libros y recetarios que iba adquiriendo. Lo cierto es que la primera vez que lo hice en casa para agasajar a unos amigos, di en el clavo. Sin querer entrar en competición con el del bar Subordán, la verdad es que allí, allí estaba. Siempre, siempre que lo hago, me acuerdo de los grandes momentos vividos en tan familiar establecimiento hostelero de mi querido Hecho.
Estas pasadas Navidades, para dar contenido a la cena de la noche más buena del año, me acordé de este plato y también recordé la afición de mis hijas por la salsa de roquefort. Así que cambié la pimienta verde por la salsa de queso.
Insisto en que no sé cómo se cocina este plato en el bar Subordán. Mira que tengo confianza con la familia, pero nunca he llegado a preguntar por su personal factura de hacer. Así es como lo intuí en su momento y así lo comparto a continuación.
Ingredientes para 8 personas: 2 solomillos de cerdo, lonchas de beicon ahumado suficientes para envolver los solomillos, 500 ml de nata líquida para cocinar, 350 gramos de queso de roquefort o queso azul, aceite de oliva virgen, pimienta molida y sal. Si lo hacemos a la pimienta verde, cambiaremos el queso roquefort por 3 cucharadas de pimienta verde en salmuera.
Elaboración: En una sartén con un poco de aceite virgen de oliva, marcamos los solomillos a los que les habremos añadido sal y pimienta molida. Una vez marcados los solomillos, los envolvemos en lonchas de beicon y los depositamos sobre una bandeja de horno con los pliegues del beicon hacia abajo para que no se nos suelten las lonchas. Introducimos la bandeja en el horno pre calentado a 180 grados centígrados por espacio de 20 minutos, vertiendo sobre los solomillos el aceite sobrante del marcado en la sartén.
Para la salsa, ponemos a hervir la nata liquida y cuando comience la ebullición, añadimos el queso roquefort. Bajamos el fuego y vamos dando vuelta con una cuchara de madera a la salsa hasta conseguir el espesor deseado.
Una vez cocinados los solomillos, los cortamos en medallones y servimos con una generosa ración de salsa de queso de roquefort. Si la salsa la hacemos a la pimienta, mismo proceso, salvo que añadiremos a la nata líquida una cucharada de maizena para que espese.