lunes, 10 de junio de 2024

01369 Las Galerías

 FASCINANTES


Al igual que cuando voy al sur de Portugal me hincho de hacer fotografías a las puertas de las casas y me quedo embobado con ellas, por su originalidad y colorido, lo mismo me sucede con las galerías, cuando voy al norte de España. Me fascinan.

Se me antojan escenarios confortables, acogedores, plenos de luz. Nunca he vivido en una casa con galería. Bueno falto a la verdad. En una ocasión, soltero todavía, malviví, junto con dos compañeros, en una casa que tenía una galería interior que daba a un corral. Era enorme y muy luminosa, en una ciudad donde la niebla era una constante. A los tres nos decidió alquilarla por su atractiva galería. Los primeros días, apenas una semana, fueron jornadas amables y placenteras. Las horas que estábamos en casa, hacíamos la vida en torno a la galería. Pero llegó un repentino frío. El termómetro bajó considerablemente y la niebla se apoderó de todo. Entraba el frío por todos los rincones de la casa. Solo estábamos a gusto en nuestras respectivas camas y con media docena de mantas que intentaban abrigarnos. No exagero. Era como vivir en plena calle.

Los días fueron pasando y cada vez peor. Ya no comíamos en casa y escasamente nos veíamos los tres. El frío se podía cortar, al igual que nuestra inexistente relación. Nunca hubo malos modos, pero sí malas caras. Los tres sabíamos lo que nos estaba sucediendo, pero ninguno dábamos el paso para arreglar la situación. Un par de días antes de que finalizara nuestro primer mes de alquiler, y por consiguiente, había que hacer un nuevo desembolso, -eran tiempos en los que se pagaba en mano y sin recibo-, cogí a mis dos compañeros por banda, -curiosamente, los dos eran profesores de conservatorio de música-, y les pregunté sobre qué es lo que nos estaba sucediendo. No tardaron en confesar, que así era imposible vivir. Ninguno nos habíamos atrevido a decirlo. Al día siguiente, nos mudamos a un piso con calefacción individual, pequeñito, pero habitable.

Según he podido leer, la galería, como elemento constructivo, “nació casi de forma fortuita”. Se trata de un espacio en el que, debido a sus características morfológicas, constructivas y a su particular orientación, es capaz de proporcionar un lugar confortable en ausencia de un foco de calor impuesto. Así, la galería actuaba como un acumulador de calor.

Durante estos dos últimos días, he podido leer interesantes estudios sobre estos elementos arquitectónicos, que no traslado aquí para no cansar más de la cuenta, pero que han despertado, más si cabe, mi curiosidad. A partir de ahora, cuando vea galerías que tanto llaman mi atención, a mi sensación romántica del elemento arquitectónico, sumaré su razón de ser.

 

Galería de un edificio en la Avenida de Pereda, en Santander
 

 

 




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