jueves, 22 de febrero de 2018

00648 El Olor a Hierba Cortada

NADA ES PERFECTO


Soy muy de olores. Tengo buen olfato y me cuesta muy poco identificar su procedencia. Determinados olores me producen pequeños instantes de felicidad o me transportan a momentos agradables vividos. Supongo que la química o las sustancias de las que se componen esos aromas tendrán buena culpa de ello. Yo soy más superficial que todo eso y me quedo con el mero hecho de respirar su fluido y hasta de disfrutarlo. 

En este caleidoscopio vital ya he dejado constancia de algunos de ellos. Pero si hay un olor que me produce un intenso bienestar y es capaz de anestesiar cualquier desazón, este es el que emana de la hierba recién cortada. Lo tengo más que comprobado. Es el flautista de Hamelín de mis olores. Olor a limpio, verde de emoción en un transitar cualquiera, aplauso incontenido de un siempre despierto sentido y me paro a respirar para hacer acopio de una vitamina necesaria y amiga...... Pero stop, se acabó el encanto del verde olor a campo, a jardín y a amanecer en algún rincón soñado.

Acabo de leer en la revista digital ecodiario.es que "el olor a hierba recién cortada no es tan maravilloso como piensas". Según el artículo referido, "el olor fresco de un césped recién segado significa que la hierba está tratando de salvarse de la lesión que se acaba de inflingir". Al parecer, "cuando las plantas se ven amenazadas liberan compuestos químicos que se esparcen en el aire". "Se ha podido confirmar mediante un estudio que las plantas pueden usar estos compuestos para comunicarse, avisando a otros entes cercanos sobre el peligro que están experimentando".

"Un grupo de científicos alemanes se percató de que las plantas dañadas liberan compuestos orgánicos llamados GLV. Además de emitir un olor "verde" específico, el GLV ayuda a generar nuevas células para curar heridas, prevenir infecciones bacterianas y emitir compuestos químicos para evitar más daños. Algunos compuestos GLV son señales de socorro, sugiriendo que las plantas tienen una forma de lenguaje basada en la liberación de estos compuestos químicos. Estas plantas tienen la capacidad de modular las señales que envían para avisar del tipo de ataque que está sufriendo".

En fin, no hay nada perfecto. Tampoco mi atractivo olor a hierba recién cortada.




miércoles, 21 de febrero de 2018

00647 El Ojo Turco

NAZAR

Desconozco si este abalorio de mal de ojo surte efecto, pero me gusta. La azulada gota de agua me relaja y de hecho, se ha convertido en un ornamento más de mi visión diaria a través de un gran ojo colocado en el salón de casa y de una decena de diminutos ojos colocados dentro de un recipiente de cristal en la cabecera de la cama. Será por amuletos.

Ojos turcos los hay de varios colores. De momento, mi relación es con el de color azul, que es el símbolo del buen karma, asociado al agua y vinculado con las buenas energías. Es, por otro lado, el color más usado en el ojo turco.

El ojo turco es un amuleto que también se denomina "nazar" y es de cristal construido a mano. Desde hace mucho tiempo, se ha venido considerando en diversos lugares del mundo, sobre todo en Turquía, como amuleto que protege de los malos augurios y del mal del ojo. Muchos turcos tienen adornos de este tipo en sus domicilios e incluso los portan a modo de pulseras, tobilleras o colgantes. No se trata de un amuleto que se utilice para atraer la suerte o para tener éxito en la vida, sino lo que hace es proteger al que lo lleva o las estancias de contaminadores exteriores. En general, se suele usar también para protegerse de las malas vibraciones, de las personas que quieren hacernos daño y de todos aquellos elementos externos que tratan de romper la unidad familiar o perturbar la tranquilidad personal.

En Grecia se conoce como el ojo griego y se utiliza contra la influencia negativa de la envidia o el mal de ojo. Según la tradición, en tiempos de Babilonia, los malos sentimientos del ser humano se proyectaban a través de la parte más expresiva del cuerpo, los ojos.

lunes, 19 de febrero de 2018

00646 Las Citas a Ciegas

CON LOS LIBROS


Desde la biblioteca municipal de Sariñena se nos propone para estos días una “cita a ciegas con un libro”.  Una original idea que cumple su tercera edición y que en esta ocasión también cuenta con los lectores más pequeños. Tras una selección de medio centenar de títulos, en su mayoría de autores poco conocidos o menos prestados, los ejemplares son envueltos en papel de regalo. Se puede decir que son libros “sorpresa”, que no se descubren hasta que el lector los ha solicitado. Según la bibliotecaria del centro, Luisa Casañola, “la temática es muy variada y se da la oportunidad a nuevos géneros y autores, así como una segunda oportunidad a determinados libros”.

Con esta iniciativa se pretende que el libro encuentre su lector y que el lector encuentre su libro.  Me gusta la propuesta de mantener una cita a ciegas con los libros. Nunca se me hubiese ocurrido una cita a ciegas con la palabra, el sentimiento, el verso, la tradición, la fantasía, la intriga, el amor o el desamor, el apego, la confesión, la vivencia personal... y además, una cita envuelta en papel de regalo. Nada se sabe de ellos, ni de su decir, ni una reseña, ni un sugerente título, ni una portada que nos pueda atraer o atrapar. Nada, solo que están allí en espera de una cita.

Una cita atractiva y poco arriesgada, que ya no estamos para sobresaltos ni para aventuras descontroladas.




00645 Los Pimientos Asados con Ajo

VERSATILIDAD

Recojo aquí la versión más humilde de los pimientos asados; simplemente con ajos. Humildad, sabor y versatilidad para una propuesta gastronómica, que en una ocasión leí cómo era clasificada en el apartado de "cocina para novatos". Y así es, este puede ser un buen principio para que cualquiera se pueda familiarizar con la cocina, cogerle el gusto y disfrutar de uno de sus muchos aromas.

Tan sencillo como asar unos pimientos al horno, quitarles la piel y las semillas de su interior y trocearlos en tiras longitudinales. Freír en una cazuela unos ajos en aceite de oliva virgen, si nos gusta el picante podemos incorporar un par de cayenas,  y cuando estos empiecen a coger color, añadir los pimientos y sazonar. Cocinar unos minutos a fuego medio, y como se dice ahora, y ya.

No queda más que disfrutar y saborear de tan sencillo preparado. Como aperitivo, entrante, a modo de montadito, como acompañamiento a carnes y pescados, en ensalada, para un pica pica, en verano,  en invierno o en las estaciones intermedias, en comidas, cenas o para matar el gusanillo entre horas. Siempre a mano y siempre dispuestos.


domingo, 18 de febrero de 2018

00644 Pajaritas Marineras

PAJARITAS DE PAPEL

Volaron o se las llevó el aire. Quisieron conocer mundo, respirar otros aires con sabor a sal y espuma blanca o llevar perfúmes de verde albahaca a un hogar donde el recuerdo las aguardaba. Bajaron de su verde pedestal del paseo de un parque para para jugar con el vaivén de la libres olas o llevar los juegos de una infancia todavía deletreada."¡Oh pajarita de papel! Águila de los niños con las plumas de letras sin aplomo y sin nido".

Volaron para quedarse a jugar con el mar, con un  niño y un barco de madera.

En el parque Miguel Servet de la capital oscense se localiza uno de los símbolos de la ciudad de Huesca. Se trata de una obra del artista oscense Ramón Acín, (1888-1936) que dejó como legado a su ciudad natal: el monumento a Las Pajaritas. Dos grandes y blancas figuras de papiroflexia dispuestas una enfrente de la otra y que se asientan sobre unos cubos. "Cuando el Ayuntamiento de Huesca dio a conocer el proyecto de construir un parque para la ciudad, Ramón Acín escribió un artículo en el Diario de Huesca (6 de junio de 1927) elogiando la idea, y pensando, como sensible pedagogo que era, en los niños. ´Las aguas, las escuelas, los árboles. He aquí los tres problemas capitales de la ciudad. Todo para los niños; la higiene, la cultura, la alegría y la salaud. Los niños son la única esperanza de un mañana mejor".

Ramón Acín fue ilustrador y diseñador gráfico, pintor y escultor, autor de numerosos artículos en prensa y revistas de Huesca y Barcelona, profesor de Dibujo en la Escuela Normal de Maestros, pedagogo renovador y destacado militante anarcosindicalista. Fue fusilado en Huesca el 6 de agosto de 1936.


viernes, 16 de febrero de 2018

00643 El Conejo al Ajillo

DE CHUPARSE LOS DEDOS

En algún momento de este caleidoscopio vital he dejado constancia de mi gusto por esta carne y compartido alguna receta. Así que iré directamente al grano e intentar que desde aquí llegue el olor de una de las recetas con pedigrí de arraigo y tradición: el conejo al ajillo. Uno de esos guisos, y sin que sirva de precedente, obligado comer con las manos y chuparse los dedos. Y no lo digo como una frase hecha sino literal: chuparse los dedos para acabar de saborear esa película viscosa que se queda impregnada en ellos y que sabe a delicia.

Todo lo que suena a ajillo me resulta fenomenal, pero si le unimos el conejo, es una cosa ya bárbara. Pensando, pensando puede que fuera una de las primeras cosas que aprendí a elaborar. Su sencillez y resultado debieron atraparme. Hay varias maneras de hacerlo, según se tenga por tradicional costumbre. A partir de la base, conejo y ajos, hay quien le añade unos cuadraditos fritos de patatas, hierbas, pimienta, caldo de carne... todas las propuestas son buenas, No obstante, como más me gusta es sin añadiduras; bueno, con un chorrito de vino blanco. Así lo aprendí en su día y así lo hago, pero incluso hasta el vino puede sobrarle. Lo importante y la gracia del guiso está en los ajos y en su lenta cocción.

Así que manos a la obra. Cubrimos de aceite virgen de oliva la base de una tartera o sartén grande. Todavía en el frío aceite, echamos una decena de dientes de ajo pelados y comenzamos a guisar con el fuego muy bajo. Dejamos que se vaya aromatizando el aceite con los ajos y cuando estos empiecen a dorarse, incorporamos las piezas del conejo, previamente bien troceadas, sazonadas y pasadas por harina. Subimos ligeramente el fuego y dejamos que el conejo se vaya haciendo y tomando color. Fundamental, que no se nos quemen los ajos. Cuando el conejo está casi a punto, añadimos un generoso chorro de vino blanco y dejamos que el guiso ligue la salsa. También fundamental, sin prisas, despacito. Ya está. Solo queda chuparnos los dedos.





jueves, 15 de febrero de 2018

00642 Los Espárragos

SIEMPRE AGRADECIDO

Bienvenida sea esta planta y verdura al listado de gustos y querencias. ¡Qué buena aliada también en la cocina y qué cómplice es en días de nada! Porque a ver, ¿qué despensa que se precie no tiene una lata de espárragos a la espera de su oportunidad? Amigos del jamón y de las menestras, de los huevos escalfados, de ensaladas, de pasteles de verduras, de puddings, de pinchos y de mayonesas. Y para qué contar cuando llegados los meses de febrero y marzo aparecen en los mercados los frescos espárragos nacidos en tierras navarras, riojanas o aragonesas.  Hervidos y servidos templados con aceite y sal. Sin más. De pecado.

Se dice que los espárragos son muy apreciados ya desde la antigüedad, tanto por sus usos culinarios como por las propiedades medicinales que posee. Con un mínimo aporte calórico, dado su bajo contenido en hidratos de carbono, los espárragos son un alimento imprescindible para una dieta sana en cualquier ciclo de la vida. Poseen vitaminas A, C, E, B1, B2 y B6, además de antioxidantes y minerales como el hierro, calcio, fósforo y sodio. Contribuyen a la formación de glóbulos rojos y son un gran depurativo.

No obstante, y seguro que mientras esto lees te ha venido a la cabeza, algún pero tienen que tener. Y es que algunos de sus componentes se metabolizan y excretan en la orina, dándole un inconfundible y "ligero" olor un tanto desagradable. Pero se le puede perdonar. ¡Son tan buenos y sabrosos!

Ah! y qué decir de su uso como botiquín casero de primeros auxilios. Siempre recordaré, siendo niño, cómo unos espárragos ayudaron a desincrustar de mi garganta una espina de pescado. ¡Qué mal lo pasé! Y qué aliviado me sentí cuando los espárragos, no sé en qué número, consiguieron arrastrar la espina. Aunque solo sea por esto, siempre agradecido al espárrago.

miércoles, 14 de febrero de 2018

00641 Regresar a Casa

DECIR GRACIAS

Ya está todo hecho. Al menos así lo creo, aunque siempre me queda la sensación de que me falta algo por hacer. Mientras recojo repaso lista. He esquivado un par de golpes bajos y saltado alguna que otra zancadilla, mis propósitos siguen firmes, he tendido la mano a quien me la ha solicitado, me he puesto en otros pellejos para entender el sentir de otras pieles, he despistado al desánimo y le he dicho a la soledad que no estaba, he apagado las luces y puesto la alarma, he aprendido de otro reír, llevo los cordones atados y anotado tres frases nuevas, la paciencia e impaciencia siguen conmigo, he confesado mi ignorancia y realizado un par de llamadas para decir te recuerdo, me he tocado el corazón para comprobar que latía, he aplaudido un gesto y hasta leído un poema. Con todo, me sigue quedando la sensación de que me dejo algo por hacer.

Vuelvo a repasar y creo que ya está todo por hoy, solo me queda regresar a casa. Volver al punto de partida, recuperar ese momento en el que me quité las zapatillas. Calzarlas de nuevo para pisar un suelo seguro y de cobijo. Todo está bien. Se hace necesario que todo esté bien. Afuera hace frío. Lo puedo leer en el cielo entre las líneas de un colorido atardecer. En casa se está bien. Lo puedo percibir por las risas, los pasos descalzos, los sonidos de diario y un olor que reconforta mi ser.

Desde el sillón miro tras los cristales cómo el cielo se ruboriza en bello espectáculo. Mientras tanto, en casa, los minutos del día vencido pasan, pasan y pasan como si no importaran nada. Todo está bien. Hasta el silencio se encuentra a gusto y bien.

Vuelvo a repasar... y sí, me faltaba algo; decir gracias.





martes, 13 de febrero de 2018

00640 Al Buen Producto...

... DISIMULO ALGUNO

Pocas ensaladas conozco tan generosas en sabor y sencillez como la compuesta por tomate, cebolla y aceitunas negras, aunque en mi caso, hasta estas últimas sobran. Una ensalada que nos ha acompañado durante toda la vida y que no necesita presentación ni explicación alguna más allá de la relación personal con ella. Con su simple visión comienzan los recuerdos, que como no podía ser de otra manera, se inician en la cocina de mi abuela Genoveva. En esas improvisadas cenas antes del regreso a casa en las que había que comer algo sí o también. Aún puedo escuchar las palabras de la abuela, "cómo os vais a marchar sin cenar, preparo cualquier cosa y cuando lleguéis a casa, un vaso de leche y a la cama". Y allí que se presentaba mi abuela con unas "chullas de jamón", unos huevos fritos y una ensalada de tomate, cebolla y aceitunas negras arrugadas, pongo por caso.

A partir de ese momento, se agolpan más visiones que localizo en Hecho, en comidas campestres, en el huerto o traídas de instantes de antojos. Y es que es una ensalada, como dice una amiga, "rica y apañada". Estoy totalmente de acuerdo. Es de esas ensaladas que solo necesitan de un buen producto, nada de apaños ni disimulos. Solo producto, buen producto, y dejar que actúe el singular sabor de los alimentos. Una ensalada sin trampa ni cartón. Sin red, a cuerpo descubierto. Un buen tomate, de la huerta oscense o de la vecina Barbastro y su color rosa, a ser posible; cebolla, de Fuentes; de aceitunas negras no opino porque no las cato, las aparto, es el único alimento que todavía no he podido superar; un buen aceite de oliva virgen, con cuerpo, de los de almazara cercana; y sal. Bueno, y ya puestos a levitar, un buen pan para mojar y un vaso de vino para acompañar este otro mínimo momento de felicidad.


lunes, 12 de febrero de 2018

00639 Los Huevos con Chirlas

UN SORPRENDENTE ESPECTÁCULO


Hubo un tiempo en el que mis hermanos Pepe y Antonio, extraordinarios cocinitas ellos, cuando venían a casa a pasar un fin de semana o un periodo vacacional, nos deleitaban a mi madre y a un servidor, con alguna excelente y novedosa elaboración gastronómica aprendida en ¡vaya usted a saber dónde! De aquellos años guardo en mi memoria algún que otro plato que acostumbro a poner en práctica para que no caiga en el olvido. Porque cuando digo que hubo un tiempo, me refiero a aquellos años en los que las chirlas, siempre de doscientos en doscientos gramos, las adquiríamos en la pescadería de debajo de casa, servidas en un cucurucho de "papel de pescado".

De aquellos año traigo aquí una receta aprendida de mi hermano Antonio. Sencilla y atractiva; huevos con chirlas. Comenzaremos por hacer un sofrito de tomate natural con ajos, en abundancia, sin escatimar y un par de cayenas. Cuando el sofrito esté casi en su punto, añadimos las chirlas y las mezclamos bien con el sofrito hasta que se abran. Por último, echamos los huevos, bajamos el fuego y tapamos la cazuela hasta que cuajen. Podemos añadir unas hojas de perejil picadas a la hora de servir a la mesa. No molestan.

Así de sencillo es este recuerdo gastronómico cuyo resultado es de auténtico espectáculo. La última vez que lo hicimos en casa, nos vinimos arriba y lo hicimos con almejas. De lujo.

sábado, 10 de febrero de 2018

00638 Las Chuletas y Costillas de Cordero

CON PATATAS FRITAS



Mira que conozco platos sencillos y de espectacular resultado, pero como este, pocos. Un buen cordero, de nuestra tierra, una buena mano para pasar las piezas de carne por la plancha y acompañarlas de unas buenas patatas fritas, y a ser posible, por favor, que no sean ni congeladas ni pre cocinadas. Y es que no hay más. Es que no se requiere nada más.

Como dice un amigo, "las chuletillas y costillas de cordero entran sin hambre, por contagio". Y qué razón tiene. Solo de verlas comer, ya apetecen. Y qué decir de su inconfundible e inequívoco olor. Solo con su aroma, también atraen. Siempre he pensado que es de esas propuestas gastronómicas que son como un regalo. ¿Y qué sucede cuando se recibe un regalo?. Pues que uno es feliz. Así es como me siento ante unas buenas chuletas y costillas de cordero. Feliz.




00637 Usted Tiene Ojos...

...DE MUJER FATAL



Pronto, con mis compañeros de los "Amigos del Teatro y la Poesía", nos volveremos a reunir en torno a la obra de Enrique Jardiel Poncela. En esta ocasión será con una de sus grandes comedias teatrales; "Usted tiene ojos de mujer fatal", estrenada, si la memoria no me falla, en Valencia en el año 1932. Se trata de una obra disparatada, como no podía ser de otra manera, si lleva la rúbrica de Jardiel Poncela, en la que la sonrisa está garantizada en medio de un gran enredo.

Sergio es un donjuán coleccionista de amores. Cuando las féminas caen rendidas ante sus piropos y halagos, se las lleva a casa, las encierra en un dormitorio, anota sus nombres en un dietario, deja sonar en un fonógrafo un disco del "O Marie", y sale de nuevo a la calle en busca de una nueva conquista. Su criado Oshidori tiene el encargo de despedir a estas señores, soportar sus desilusiones, marear con éter a las más enamoradizas y ahuyentar a los maridos despechados. 

Un día se presenta en su casa un individuo para ofrecerle doscientas mil pesetas si consigue enamorar a una señorita, Elena. A partir de aquí, comienza el disparate de una obra ingeniosa, fresca, original y desternillante con Sergio y sus 1400 conquistas que su mayordomo, Oshidori, tiene el encargo de "despachar"; un amor más que conquistar, el de Elena; y gente desesperada por cobrar una herencia. 

Todo un absurdo, políticamente incorrecto, y frases como "Los amantes, las enamoradas, los héroes y los planetas no tienen apellido", una frase del señor, hacen de "Usted tiene ojos de mujer fatal", una absurda delicia. Por cierto,los primeros esbozos de esta obra comenzó a escribirlos Jardiel Poncela en la localidad zaragozana de Quinto de Ebro.









viernes, 9 de febrero de 2018

00636 El Caldo Casero

COMO UNA FIESTA

En estos días de fríos y destemples no hay nada que me apetezca más que un buen caldo casero bien calentito. Bebido en taza y que las manos sean quienes anticipen algo de calor y bienestar al cuerpo. A pequeños sorbos, recreándome con los sabores que van llegando, disfrutando de un pequeño placer, que de tan pequeño, pasa desapercibido.


Un placer que empieza ya en su elaboración. Hacer un caldo casero es lo más parecido a una fiesta. Todo cabe, no importa que haya más o menos ingredientes, como tampoco importa el número de invitados a la juerga. Siempre acaba habiendo el número suficiente. No hay caldo casero igual, como tampoco hay fiesta similar. El éxito radica en la esencia de las cosas.

Pero dejémonos de más parangones y vamos a lo que hay que ir. Agua, abundante agua, sal y lo que venga del frigorífico. Hoy, un muslo de pollo, un buen "zancarrón" de jamón, algo de carne de ternera, un chorizo, un puerro, una zanahoria, una cebolla y un tomate.¡Que comience la fiesta y el burbujeo! Poco a poco, sin prisa. Ya se percibe su olor en la antesala del sabor. Buen color, de los que atrapan. Colar y embotellar. Tres litros. La carne para otro festín. 

Solo resta ya ir disfrutando, en estos días de fríos y destemples, de un buen caldo casero, bebido en taza, a pequeños sorbos, recreándome con los sabores que voy recordando.








jueves, 8 de febrero de 2018

00635 El Valle de Tena

CON NOMBRE DE COBIJO


Al margen de su indiscutible belleza, encanto y singular atractivo, este valle altoaragonés tiene para mí un especial significado que me obliga a mirar y pensarlo de manera también peculiar. Fue aquí, en aquellos días del despertar a la vida con los sentimientos, emociones y atenciones algo revueltas, despistadas e incontenidas, donde comencé a apreciar y valorar el regalo de la existencia. Aquí tendría que ir a buscar los primeros sueños que confié a las estrellas, los primeros besos sentidos en la desnudez no solo de palabra y los segundos vómitos de una embriaguez inesperada.

Aquí fue donde puede aprender a retener en mi siempre frágil memoria,  nombres pronunciados de siluetas vigías de un paisaje perfumado de querencias: Foratata, Telera, Tendeñera. Días de asombros en cada paso, en cada mirada, en cada sentir de las humildes incursiones en un territorio que llegué a hacer mío. Sallent, Lanuza, El Pueyo de Jaca, Tramacastilla, Biescas, Hoz de Jaca, Panticosa... vida en piedra sobre piedra esperanzada. Y en cada escapada, una emoción archivada al regreso.

Aquí, en este limpio valle con nombre de cobijo, aprecié el significado del color y del contraste y del sonido del agua en calma. Acaricié músicas, degusté apetitos de pastores, admiré siglos recuperados, respiré dichas entre verdores y brumas. Y aunque nunca se lo he dicho, aquí aprendí a querer a una tierra que desde entonces ha dejado de ser ajena.








martes, 6 de febrero de 2018

00634 Siempre Aprendiendo

MOUSSE DE PATO CON QUESO DE MARÍA ENGRACIA


Cuando me reúno con mi hermana María Engracia, rara es la vez que no aprendo algo nuevo para luego incorporar a mi recetario de cocina. La receta que ahora traslado aquí es la última maravilla asimilada. Se la vi elaborar esta pasada noche vieja en Enciso, La Rioja, donde la familia decidimos despedir el 2017 y dar la bienvenida al nuevo año. Desde hace ya varios años, dada la cuadrilla que nos juntamos, decidimos no hacer cena al uso y que cada adulto asistente elabore una tapa. Entre pitos y flautas, y que la gente menuda en aquellos inicios de la idea ha ido creciendo e incorporado su arte, se suelen exponer en la mesa una veintena de tapas más que sugerentes.

Este año María Engracia se sumó al multitudinario encuentro familiar y algo me decía que iba a aportar algo sabroso y original. Y no me equivoqué. No recuerdo el nombre que le dio a semejante exquisitez, pero tampoco me importar mucho. Ya he comentado en varias ocasiones que tiendo a poner nombres propios a según que propuestas gastronómicas. María Engracia ya tiene adoptadas algunas, así que otra más. A esta la llamé, y así está escrito en mi particular recetario,  la "Mousse de pato con queso de María Engracia".

Así vi cómo la elaboraba: Forró con una hoja de film un molde y sobre él, extendió casi una lata de mousse de pato y oca. Sobre la mousse fue incorporando unas cucharadas de mermelada de vino tinto hasta cubrir toda la superficie y sobre este, unas rodajas de rulo de queso de cabra. A continuación, cubrió el queso con la mermelada de vino tinto,  para acabar con una nueva y generosa capa de mousse de pato y oca. Cerró el molde con el sobrante de la hoja de film y lo introdujo en la nevera por espacio de unas tres horas. Transcurrido este tiempo, lo sacó del frigorífico, lo desmoldó sobre una fuente y le echó por encima azúcar moreno que luego quemaría con un soplete. Para finalizar, dispuso en su entorno pan tostado de pasas.

¡Una pasada! Huelga decir que de las más de veinte tapas presentadas, creo que fue la primera en desaparecer del muestrario. Sabía que no defraudaría.













lunes, 5 de febrero de 2018

00633 Las Hogueras

ENGANCHAN Y ATRAPAN

Llegado el invierno, el fuego se convierte en un lazo de unión entre los vecinos y
con él, la hoguera se brinda para ser protagonista de un punto de encuentro y participación, y  dar contenido a la fiesta y la tradición. La tierra duerme y reposa hasta que llegue un pronto resurgir y despertar de la vida. El fuego, símbolo de la luz, calienta los días de espera. Santos barbudos, San Antón, San Sebastián, San Pablo... que luego vendrán los capotudos. Tardes y noches de hoguera, de brasa y asadura. Y la llama de la hoguera que no cesa con su esbelta silueta y particular dance entre calientes y cálidos colores.

Purificar almas, quemar todo lo nocivo, ensoñar con la magia de un crepitar fuerte, sonoro y preciso. Días de romería, fiesta y tradición al cobijo de la hoguera que calienta y alimenta los recuerdos que todavía huelen a brasa de tiznada infancia.

Miro la hoguera en la plaza,  que como siempre engancha y atrapa. Hay gente, mucha gente, a la espera de un trozo de carne y una patata. Sé que están aquí pero no los distingo. Solo veo maderas y troncos alimentar la llama. Un fuego en el que deposito algún que otro pesar cargado de esperanza, como la que traerá esa vida nueva que no tardará en llegar.

Hay música en la plaza, y una hoguera que con su luz ilumina la noche pobremente estrellada. Regreso a casa con un olor que me sabe a hogar con recuerdos de una vieja cadiera y a besos de buenas noches en la antesala de un plácido y seguro dormir.