sábado, 30 de diciembre de 2023

01241 Más Huevos Rotos

 EN ESTA OCASIÓN, CON MORCILLA


Vuelvo a romper huevos. Otra cosa no, pero romper huevos, no se me da nada mal. Me encanta romper y estrellar huevos. Siempre en la mesa, claro. 

En las entradas de este caleidoscopio vital números 00914 y 00975, rompí huevos con boletus y con calamares, respectivamente. Solo escribirlo se me hace la boca agua. En esta ocasión, rompo y estrello los huevos con otra de mis debilidades, la morcilla.

Conocí este plato en una cena en casa de mi estimada amiga Chus. Siempre sorprende con sus degustaciones y es una gozada comer o cenar en su casa. Tanto me gustó, que tomé buena nota y pensé que esta sería la tapa que llevaría a nuestro multitudinario encuentro familiar para despedir el año. Se trata de un plato muy sencillo de cocinar, no hay que emplear mucho tiempo y el resultado es espectacular. Me pareció un plato curioso, original y a pesar de su apariencia, nada pesado, a no ser que te pongas las botas. Todo un acierto.

Volví a llamar a Chus para que me repitiera la receta y así no meter la pata. Me ha insistido en que la morcilla tiene que estar bien frita, una vez desembuchada, y el huevo frito no muy hecho. Así pues, tras estas recomendaciones, a por ello.

Ingredientes para 4 personas: 6 morcillas dulces de arroz, 8 huevos y aceite de oliva virgen extra. (En los huevos rotos con morcilla que hice como tapa para Nochevieja, incorporé un par de cucharadas de postre de pimentón dulce que espolvoreé por encima del plato una vez terminado. Y como se trataba de una tapa, acompañé al plato unas rebanadas de pan tostado).

Elaboración: Desembuchar las morcillas y freírlas en un poco de aceite de oliva. La morcilla tiene que quedar bien frita y suelta, nada apelmazada. Una vez frita, reservar. Freír los huevos, que no queden muy hechos, y colocar sobre la morcilla. Romper los huevos, remover un poco y servir caliente o templado.



viernes, 29 de diciembre de 2023

01240 La Reconciliación

 SIEMPRE, LA RECONCILIACIÓN


Olvida que todo fue mentira.
Te recuerdo que todas las cosas son secundarias,
cuando me refiero a las importantes.

Seguro que te fallé.

No siempre el volumen de la música
es el adecuado, 
como, en ocasiones, tampoco
lo es la gestión de los sentimientos.


Supongo que si volviéramos atrás,
el desenlace sería distinto.
O igual no.
Porque no hay días iguales,
ni sueños, ni paisajes, 
ni instantes idénticos.
Ni siquiera un minuto
está hermanado con el siguiente.
Ni una cicatriz
es melliza con la de al lado.


Si retomáramos ese momento,
ese instante de dolor, 
                                                                                    como no creo en las corazonadas,
                                                                                    solo te cogería de la mano,
                                                                                    para mirar juntos y en silencio,
                                                                                    un cielo azul, un prado, una sierra, un árbol
                                                                                    y respirar el aire de la reconciliación. 
                                                                                     






01239 Los Entremeses

 DE ARRAIGADA TRADICIÓN


Hablando recientemente con un conocido, muy moderno y progresista él, salió a colación el menú navideño previsto para estos señalados días. Cuando me tocó a mí participarle acerca de nuestras viandas, le hice saber que desde que contraje matrimonio, hace treinta años, Nochebuena y Navidad las pasamos en casa de mis suegros, y salvo alguna rara excepción, el menú siempre es el mismo. En Nochebuena, un delicioso surtido de entremeses, langostinos, paté, bonito con pimientos del piquillo y alguna cosa más de última hora. El día de Navidad, se repiten los entremeses, para terminar con cordero asado. Así, en líneas generales, amén de los consabidos dulces y turrones.

A mi conocido le sorprendió la tenaz apuesta por los entremeses y espetó, de aquí mi calificativo de “moderno y progresista”, que eso le sonaba a viejuno, prehistórico, tradicional y a tiempos de su abuela. Como no acostumbro a entrar a los trapos innecesarios, e intento evitar conflictos, puse cara de póker y allí quedó la conversación.


De regreso a casa, reflexioné sobre lo dicho por mi conocido. Puede que los entremeses, para mí, sinónimo de fiesta y celebración, en un pasado vivieran tiempos mejores. Mi madre así lo entendía también.

Han cambiado mucho las cosas en las últimas décadas, y la gastronomía no ha estado ajena a los vaivenes. Nuevos sabores, distintas formas de cocinar, según ordene la moda, nuevas propuestas…, pero esto no quita para que se infravaloren y desdeñen las tradiciones y el buen gusto.

Me faltó decirle que, además de todo el significado que conlleva para mí la Navidad, sentarme estos días a la mesa con mis suegros y mi cuñado, lamentablemente, ahora solo con mi suegra y mi cuñado, me produce satisfacción. Y que, aunque los entremeses puedan parecer algo viejuno y prehistórico, la calidad y el sabor de los embutidos que cada año selecciona mi cuñado, en nada se parece a los que mi conocido pueda, al parecer, recordar. Particularmente, cada año espero con ilusión el contenido de los entremeses y con qué delicadeza nos sorprenderá. Entremeses, por otra parte, que no volveré a degustar hasta el próximo año, siguiendo mi tradición. Así, que pasen por la puerta grande a este caleidoscopio vital, los denostados, para mi conocido, entremeses de toda la vida.  

 






martes, 26 de diciembre de 2023

01238 El Entrecot a la Milanesa

 EL FILETE EMPANADO DE TODA LA VIDA


No hace mucho, en una de nuestras esporádicas salidas a comer fuera de casa, me encontré en el menú con un “Entrecot de ternera a la Milanesa”. Me llamó la atención, pues habitualmente, quienes se dedican a dar de comer, no se andan con tantas florituras y van directamente al grano con un “Entrecot empanado”. Me llamó la atención. Lo pedí y lo cierto es que resultó estar bien bueno.

En algún lugar de este caleidoscopio vital, ya dejé bien clara mi afición por el empanado. Me da lo mismo que se trate de carnes, como de pescados, setas o verduras, por poner algunos ejemplos. Disfruto con los alimentos rebozados y sobre todo, si están bien cocinados.

Cuando llegué a casa después de esa mencionada comida, mi interesé por el motivo por el que al entrecot de ternera empanado se le denomina “a la milanesa”. Es lo que tiene también este reto personal de las diez mil cosas que me gustan, que me obliga a curiosear aspectos del día a día, y a ampliar conocimientos que, de otra manera, posiblemente, me pasarían desapercibidos.

Lo que pude llegar a leer al respecto es que, en el año 1134, cuando Milán era parte del imperio austro-húngaro, un cocinero italiano presentó en la Corte este plato por primera vez. Y es en esta ciudad italiana donde se conserva “un pergamino de mediados del siglo XII, que habla de un lumbulus cum panicio –carne de vaca o lomo con pan– como parte de un menú de nueve platos que ofrecía el abad de San Ambrosio en su Basílica, con motivo de las fiestas de San Sátiro”. Pero, evidentemente, una comida no son solo sus ingredientes, sino también su modo de cocción. Sería Bartolomeo Scappi, cocinero de altos mandos eclesiásticos, quien descubriría en el siglo XVI, que rebozar la carne con pan rallado y luego freírla, cuidaba, enternecía y mejoraba su gusto. Con la oleada de inmigrantes italianos a Argentina, la cotoletta alla millanese, se popularizaría y transformaría en la milanesa que todos conocemos.

La primera receta en aparecer en un libro data del año 1855, en el libro “Gastronomía Moderna”, de Giuseppe Sorbiatti. Curiosamente, la receta se muestra bajo un nombre de origen francés: coteletta , pequeña costilla y dice así: "Coloca sutilmente seis costillas con gracia, sumérgelas en el huevo batido, luego pásalas por el pan, déjalas freír a fuego lento, dales la vuelta y después de dos minutos sírvelas en el plato con el limón a un lado”.

Curiosidades y anécdotas aparte, un entrecot de ternera empanado/milanesa bien ejecutado, ¡qué cosa más deliciosa!




01237 Los Empanadicos de Calabaza

 POSTRE DE TRADICIÓN


No siempre me ha gustado el empanadico. Es más, no me hacía ninguna gracia cuando lo veía. Las pasas y la calabaza de su relleno no me transmitían confianza alguna. Y sí, en contadísimas ocasiones, llegué a probarlo. Pero el trocito que me comía, por cortesía a quien me lo ofrecía, pasaba por mi particular disección antes de llevármelo a la boca, para quitarle todas las pasas, que tantas náuseas me producían. Sí, en cambio, me encantaban los empanadicos rellenos de manzana, menos habituales en este tradicional postre aragonés.

La culpa de que acabara por gustarme, la tiene la Asociación de Mujeres de la Hoya de Huesca. En una ocasión, estando todavía en activo, acudí hasta la sede de esta asociación para hacer un reportaje radiofónico. Fue próximo a las Navidades. Coincidió mi visita con la inauguración de una exposición con los trabajos artesanales que las asociadas habían elaborado en los últimos meses. Para una mejor y dulce inauguración, decidieron preparar postres caseros, incluidos el empanadico. Tenía una pinta fenomenal, pero como era mi costumbre por aquel entonces, ni me acerqué a él, hasta que la señora que lo había elaborado, vino a buscarme para ofrecerme una tira, más bien generosa, del dichoso dulce. Me lo ofreció con tanto entusiasmo, que no pude negarme a aceptarlo. En ese momento, no era cuestión de meterme en las entrañas del empanadico para “limpiarlo” de pasas, así que en un alarde de “valentía” y entrega a la causa, introduje el dulce en mi boca, cerré los ojos, le di un pequeño mordisco… y me gustó, a pesar de encontrarme con la denostada pasa. Tanto me agradó, que repetí, y hasta pedí la receta.

Después de mi personal estreno y definitiva aceptación, todas las Navidades, desde aquel entonces, hemos elaborado empanadicos en casa, con las calabazas nacidas en mi huerto y con el resto de ingredientes adquiridos en Ultramarinos La Confianza. Se ha convertido en una entretenida y expectante tradición.

Han sido varias las recetas puestas en práctica. Desde aquella primera que solicité y que nunca conseguí que me saliera igual, pasando por la que me dieron tras mi paso por un taller de elaboración de empanadicos, hasta la facilitada por la madre de una amiga, que es con la que año tras año intentamos mejorarlo. Reconozco que después de unos cuantos años, no acabamos de cogerle aquel. Buenos están, pero no como aquel que probé con tanto entusiasmo de las Amas de Casa de la Hoya de Huesca.

Este dulce de subsistencia y aprovechamiento, por lo que he podido comprobar, tiene tantas variantes, como manos lo elaboran. Así lo pude constatar siendo jurado en un concurso de empanadicos, en el que llegué a probar hasta 37 diferentes. No encontré dos iguales y todos tenían su alma.

La receta que a continuación comparto es la que venimos repitiendo en los últimos años. El empanadico está bueno, porque los ingredientes no engañan. Pero dicho esto, no acabamos de igualarlo al que probamos de la mano de quien nos facilitó la receta. Copio, tal cual, como así nos la pasaron, sin corregir una coma.

Empanadico de calabaza de la madre de Julia. Para medio litro de agua se echan dos cucharadas soperas de azúcar, una cucharada de anís en grano, una piel de naranja y una pizca de sal. Se pone al fuego hasta que hierva. En un cuenco grande se echa la harina formando un volcán, y en el centro se echa una medida (tazón) de aceite de oliva suave y dos medidas de agua escaldada, hirviendo y colada. Amasar suave hasta que se trabaje bien. Acto seguido y sin reposar, se hace una bola como un puño y se estira. Se coloca sobre papel de horno. En un bol se mezcla azúcar con canela. Aproximadamente, para medio kilo de azúcar, dos cucharadas de canela. Mezclar bien. Poner esta mezcla sobre la mitad de la lámina de masa, que quede bien extendida. La calabaza se corta como para tortilla y se coloca sobre el azúcar de forma generosa y sin que queden huecos. Encima se ponen las pasas y los piñones. Se espolvorea con el azúcar de la mezcla y se echa un chorrito de aceite por todo. Se tapa con la otra mitad de la masa extendida y se espolvorea azúcar blanco y un chorrito de aceite. Se pincha con una tijera y se coloca en el horno, precalentado, a una temperatura entre 175 y 200 grados centígrados. Aproximadamente, debe estar entre 20 o 30 minutos con aire arriba y abajo.

 

 













jueves, 21 de diciembre de 2023

01236 Donde Descansar la Espera

 NOTABLE NATURALEZA


Del mar llegan espejos para el alma, 
encantos sin límite,
para el atardecer y en la madrugada.

Sonidos de un regreso,
limpios, silenciosos,
sin obstáculos ni quebradas.

Entregado a su liturgia,
detengo el tiempo, 
contengo el ansia.

Rubrico con mi mirar
cada arruga de tu agua salada,
cada horizonte que nunca se alcanza.

Del mar,
notable naturaleza,
llega un azul adormecido
donde descansar la espera.










miércoles, 20 de diciembre de 2023

01235 Los Espaguetis con Pollo al Curry

 PARA MOMENTOS DE CAPRICHO


 De vez en cuando, me gusta salirme del guión e incorporar al menú diario algo distinto y susceptible de capricho. En los últimos años, cuando esto sucede, acudo a las especias y a su fascinante y aromático mundo, pleno de gratas sensaciones. Habitualmente, acudo al ras el hanut y al curry. En esta ocasión, me he decantado por unos espaguetis con pollo al curry.

Tanto el curry como el ras el hanut, no se trata de una única especia, sino de un combinado de muchas. Esto se traduce en que, según el origen o la marca comercial, tendrá su particular sabor. En el caso del curry, leí que hay más de 50 variedades, ya que en cada región se añaden distintas especias y en desigual proporción algunas de ellas. Todo un mundo al que, en otro momento, le dedicaré una entrada en este caleidoscopio vital.

En cuanto a los espaguetis con pollo al curry, existe una gran variedad de recetas al respecto. Acostumbran a ser muy sencillas y la diferencia estriba en los ingredientes a utilizar. En mi caso, sigo las instrucciones de una amiga, que fue la que me introdujo en este plato y que tanto me gusta.

Ingredientes parda 4 personas: 600 gramos de pechugas de pollo cortadas en tiras o a taquitos, 400 gramos de espaguetis, ½ cebolla, ½ pimiento verde, ½ pimiento rojo, 2 dientes de ajo, 200 ml de nata para cocinar, 1 cucharada de curry en polvo, aceite de oliva virgen extra, sal y pimienta.

Elaboración:  Cortar la cebolla y los pimientos a tiras, y dorar en un poco de aceite de oliva hasta que se pochen. Añadir el pollo, saltear unos minutos y cuando comience a coger color, retirar del fuego y reservar. Calentar la nata en un cazo y añadir el curry poco a poco, removiendo continuamente hasta que la especie se integre bien. Obtenida la salsa, incorporar a ella el pollo y remover. Verter el pollo sobre los espaguetis, que habremos cocido con anterioridad.

 

 

 



01234 El Guiso de Patatas con Mejillones

OTRA MIRADA AL MAR


Los guisos de patatas siempre son bien recibidos. Resultan sabrosos, aromáticos, reconfortantes y asequibles al bolsillo. El recetario de nuestra gastronomía está repleto de ellos. Recetas de las que a mí me encantan; elaboradas a fuego lento, sin prisas y con cocciones prolongadas para mantener los jugos de los ingredientes.

En esta ocasión, acompaño a la humilde patata con unos mejillones y con el comodín de los sofritos, que como diría mi madre, “tanto valen para un roto como para un descosido”. Una receta plena de sabor, económica, muy resultona y con esa mirada al mar que tanto me fascina.

Ingredientes para 4 personas: 1 kilo de mejillones, 6 patatas medianas, 1 brick pequeño de tomate frito, 1 cebolla, 1 pimiento verde, ½ vaso de vino blanco, 300 cl de agua, 1 pastilla de caldo de pescado, 2 dientes de ajo, aceite de oliva virgen extra, sal y pimienta.

Elaboración: Cubrir el fondo de un cazo con vino blanco e incorporar los mejillones. Cocer hasta que se abran los moluscos. Reservar. Pochar en un cazo, con un poco de aceite de oliva, el ajo, la cebolla y el pimiento verde, todo cortado con anterioridad, y sazonar. Pelar las patatas, cortarlas en cachelos y añadir al sofrito. Incorporar el tomate frito también al sofrito. Colar el caldo de cocer los mejillones y añadir al guiso, junto con la pastilla de pescado y agua hasta que cubra las patatas. Cocer a fuego medio por espacio de unos 30 minutos. Añadir los mejillones al conjunto del guiso, cuando las patatas estén a punto de cocción. Comprobar el punto de sal deseado, cocinar unos 5 minutos más y servir caliente.

 





martes, 19 de diciembre de 2023

01233 Las Bilbainadas

 NOS VAMOS DE PINTXOS


Llevo toda la mañana decidiendo si incluir a las bilbainadas en el listado de las diez mil cosas que me gustan. Como género musical popular propio de Bizkaia, claro que me gusta. Pero mi historia personal con estas canciones creadas en el “bocho”, me entristece. Finalmente, me he decantado por incluir a las bilbainadas, por los momentos, aunque difíciles, que me hicieron pasar junto a mi hermano Antonio, fallecido en 2019, y quien siempre compartió su corazón entre Bizkaia y el Altoaragón.

Sabía de la existencia de las bilbainadas, no en vano, viví varios años en Bilbao. Pro no sería hasta 2017, en plenas fiestas bilbaínas, cuando tuve la oportunidad, de la mano de Antonio, de conocer el sentir y decir de estas canciones alegres y guasonas, cantadas en pleno Casco Viejo bilbaíno.

Fue Antonio, mientras íbamos de tasca en bar y de bar en tasca siguiendo a las cuadrillas de amigos cantores, quien me introdujo en la historia de esta tradición bilbaína y que está ligada a una de las costumbres más arraigadas de la ciudad; “ir de pintxos”. Aunque su origen hay que buscarlo en la fundación de la Villa de Bilbao, no sería hasta los siglos XIX y XX, cuando la bilbainada se vería influenciada por los ritmos de la habanera, con las vivencias del grupo, la curiosa observación y la ironía. Ya, entre 1920 y 1930 nacerían los primeros grupos de bilbainadas.

Las letras de este género musical Bizkaino hablan de Bilbao y su entorno, con versos sencillos y espontáneos. Desde 1989, la emisora bilbaína Radio Nervión viene convocando un concurso con el fin de revitalizar las bilbainadas.

Solo dos años pude disfrutar con Antonio de este espontáneo, callejero y multitudinario hecho musical. Y cuando digo disfrutar, no es una forma de hablar. Estaba ya enfermo, pero su vitalidad era contagiosa. Tanto, que te hacía olvidar su gravedad. Su siempre espíritu inquieto me llevaba de un lado a otro, sin pausa, con alegría y a la espera de escuchar una de sus bilbainadas favoritas; “Un inglés vino a Bilbao” y cuya letra reza así: “Un inglés vino a Bilbao/A ver la ría y el mar,/Pero al ver las bilbainitas,/Ya no se quiso marchar./Vale más/Una bilbainita/Con su cara bonita,/Con su gracia y su sal,/Con su gracia y su sal,/Que todas/Las americanas,/Con su inmenso caudal,/Con su inmenso caudal,/Con su inmenso caudal.

Entre saludos, aúpas, sonrisas y bilbainadas se nos iba la, para mí, inolvidable mañana. Y lo más importante, veía a mi hermano feliz. Y yo, con él. Precisamente, por esos momentos que pasamos en torno a las bilbainadas, me he decido finalmente incorporarlas a este caleidoscopio vital, aunque me causen dolor su recuerdo.

 

 

 

 




lunes, 18 de diciembre de 2023

01232 Los Huevos de Bienvenida

 ALEGRÍA, SONRISAS, ABRAZOS Y REENCUENTRO


No podría denominar este plato de mejor manera: "los huevos de bienvenida". En esta ocasión, no traigo receta alguna, porque entre otras cosas, este manjar no lo he visto cocinar nunca. Siempre que los he comido, saboreado, relamido y disfrutado, estaba ya en la mesa para recibirnos tras el viaje. Sí que recuerdo haber pedido la receta, pero luego pasa lo que pasa, que no sé dónde puñetas la he metido. Tenía la idea de que la había anotado en las notas del móvil, pero no está. Así, que la receta la compartiré cuando la vuelva a tener y siempre y cuando no la vuelva a perder.

Digo que son "los huevos de la bienvenida", porque así nos recibe Casilda, cuñada de mi cuñada Ana, siempre que hemos visitado la riojana localidad de San Vicente de la Sonsierra. Por cierto, que este precioso enclave, no tardaré mucho en traerlo hasta este caleidoscopio vital.

Estos "huevos de bienvenida", la primera vez que los caté me impresionaron. Y a partir de aquí, siempre los espero con ilusión, porque para mí se ha convertido en un plato de acogida, cariño, buena conversación y encuentro familiar de auténtico disfrute. En síntesis, y aunque, como digo, desconozco la auténtica receta, se trata de unos huevos escalfados sobre un sofrito de tomate y pimientos asados rojos. 

Son huevos de alegría, sonrisas y abrazos en el reencuentro, con olor a hogar y a cocina agradecida. Los veo ahora de nuevo, después de algún tiempo, y el ánimo se eleva en el recuerdo. Lo contrario sería injusto y desagradecido. Y es que la vida, llegado un momento, ya solo se escribe a través de los sentidos, y estos "huevos de bienvenida", narran mucho más de lo que aparentan. 













miércoles, 13 de diciembre de 2023

01231 Los Champiñones Rellenos

 DE JAMÓN Y MOZZARELLA


De tenerlos prácticamente olvidados, con lo que me gustan, a acompañarnos en la mesa en los últimos días en varias entregas. En esta última ocasión, no estaban previstos en nuestro menú, pero al ir al supermercado, nos hemos topado con unas bandejas de champiñones muy llamativas y aparentes. Así, que sin dudar ni un segundo, han "saltado" al carro de la compra.

Una vez en casa, en como cocinarlos, tampoco ha habido mucha indecisión; rellenos de jamón serrano y mozzarella. Se trata de una elaboración sencilla y deliciosa que me transporta a mis primeros pinitos en la cocina y que, junto al solomillo al roquefort, el conejo al chocolate y los canelones, eran una de mis especialidades. En realidad, por aquellos años los rellenaba de jamón serrano y alioli. Lo de la mozzarella vendría algo más tarde.

Me parecen un bocado exquisito, tanto como acompañamiento, como en solitario. Entran como el que no quiere la cosa y, hagas la cantidad que hagas, siempre da la impresión de que vas a hacer corto. El placer por el champiñón está servido.

Ingredientes: Champiñones, en número que se desee, más bien grandes, jamón serrano a taquitos, mozzarella, aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal.

Elaboración: Limpiar los champiñones con un trapo, nunca bajo el grifo, y quitarles el tronco. Colocar los champiñones, una vez limpios, sobre una fuente de horno. Sazonarlos ligeramente y "mostrarles" unas gotas de aceite de oliva virgen extra. No pasarse con el aceite. Rellenar los champiñones con unos taquitos de jamón serrano y finalizar con una rueda de mozzarella sobre cada champiñón. Introducir la bandeja en el horno precalentado a 180 grados centígrados, por espacio de unos 10 o 15 minutos. 



martes, 12 de diciembre de 2023

01230 La Ensalada César

 UN BUEN INVENTO PARA SALIR DE UN APURO


Esta ensalada la conocí no hace muchos años y fue a través de mis hijas, a quienes les encanta. Desde entonces, se ha convertido en una de nuestras ensaladas favoritas, ya no solo en casa, sino también cuando comemos fuera y la vemos en alguna carta. Se trata de una ensalada plena de sabor y grata de comer en cualquier época del año.

Curiosamente, como tantas otras recetas, su creación fue fruto de la improvisación. Existen varias versiones al respecto. Hay quien considera que esta popular ensalada nació en los fogones del neoyorkino Waldof Astoria. Otros la sitúan en un mafioso casino de Atlantic City. Pero la versión mas extendida es la que sitúan su origen en la mente de un cocinero inmigrante italiano llamado Alessandro Cardini, que, aunque vivía en San Diego, trabajaba en un restaurante en Tijuana, México. Según cuentan, fue un invento para salir de un apuro. Cardini se había quedado sin ingredientes para cocinar un plato que tenía planeado y tuvo que improvisar con lo que tenía en ese momento. El resultado se convirtió en todo un éxito al poco tiempo. A partir de ese momento, comenzó la polémica sobre su origen. Los italianos tienen esta ensalada como suya, aunque realmente nació en una cocina mexicana.

Controversias y autorías aparte, lo cierto es que se trata de una ensalada deliciosa y muy personal. La ensalada César, en un principio estaba compuesta por lechuga, huevos pasados por agua, ajo, salsa inglesa o Worcestershire, zumo de limón, aceite de oliva, queso Grana Padano rallado, costrones de pan, sal y pimienta negra recién molida. A partir de aquí, el número de versiones es amplia y variada. Como se puede observar, la originaria receta no llevaba pollo, ni anchoas, ni mostaza.. Se introducirían estos ingredientes con el paso del tiempo.

De cuantas he probado hasta la fecha, y han sido ya unas cuantas, la receta que comparto a continuación es la que más se ciñe a mis gustos personales. Pero vamos, que cualquier propuesta al respecto, siempre es bien recibida.

Ingredientes para 4 personas: 400 gramos de pechuga de pollo, ½ lechuga tipo romana, 150 gramos de queso Grana Padano cortado a lajas y costrones de pan frito. Para la salsa: 1 lata de anchoas, 1 diente de ajo, 2 cucharadas de limón, 200 ml de aceite de oliva virgen extra, 1 yema de huevo, 1 cucharada de mostaza, pimienta negra molida y sal al gusto.

Elaboración: Lavar la lechuga y escurrir. Reservar. En una sartén con un poco de aceite de oliva, freír las pechugas de pollo. (También se pueden empanar o emplear pollo asado que nos haya sobrado). Trocear el pollo en tiras o en tacos y reservar. Freír unos dados de pan en un poco de aceite de oliva o tostar el pan en el horno. Elaboración de la salsa: Introducir en un vaso de batidora las anchoas, la yema de huevo, el zumo de limón, el diente de ajo, un poco de pimienta blanca o negra, la cucharada de mostaza y el aceite de oliva virgen extra. Batir todo como si fuese una mayonesa.

Montar la ensalada de forma individual con la lechuga, el pollo, el queso. Verter por encima salsa y acabar el plato con unos costrones fritos.

 




01229 Replegar Velas

 ORDENAR EL FIN


Repliega las velas, 
aquellas que surcaron la vida
en tu camino a Ítaca.
Las mismas que libraron tormentas
y durmieron en aguas tranquilas.
Es tiempo de liderar
la tierra alcanzada
y guardar la mesana
o lo que quede de ella.
Ordenar el fin,
sin reproches ni iras,
y recordar que todo valió la pena, 
hasta los fracasos que llegaron contigo a la arena. 



lunes, 11 de diciembre de 2023

01228 Los Platos con "Cáscaras"

 DISFRUTONES


Me da lo mismo que sean mejillones, vieiras, navajas, almejas..., me encanta ver en el plato todo lo que lleva cáscara. Me es indiferente que el molusco en cuestión se presente guisado, que en salsa, a la plancha, en tempura, solo o compartiendo protagonismo.

Apetecen en cualquier momento y en cualquier lugar. Aunque si me dan a elegir, que sea a la hora del aperitivo y mirando al mar, con una buena cerveza bien fría o un vino blanco, también fresquito. Entonces es el acabose del placer.

Estoy pensando que puede haber alimentos que, aunque me gusten, tienen que tener su momento y darse según que circunstancias. Y eso que no hago ascos a nada. Pero en el caso de los platos con "cáscara", siempre, siempre son bien recibidos y disfrutados.

En esta ocasión, no tengo anécdota, ni recuerdo al respecto. Solo las ganas de volver a disfrutar de uno de estos platos y a ser posible, mirando al mar.




domingo, 10 de diciembre de 2023

01227 Los Dobladillos

 FARINOSOS


Traigo hasta este caleidoscopio vital, otro de los dulces de repostería que me apasiona: el dobladillo. Mi querencia hacia ellos data, como no podía ser de otra manera, de mis días con mi abuela Genoveva. De todo ello di buena cuenta en la entrada número 00263 de este interminable blog.

Los dobladillos o farinosos, según de donde procedan, me han acompañado toda la vida. En mi infancia, como digo, en Alcalá de Gurrea; en el instituto, a la hora del almuerzo y que compraba en una pastelería cercana a mi centro de enseñanza; en mi juventud, en los días de capricho con mi madre; y a partir de aquí, siempre que he tenido oportunidad, o el dobladillo ha salido a mi paso. Y no solo me han "acompañado", sino que también han viajado conmigo, cuando he ido a casa de algunos de mis hermanos, a los que también les encantan.

Ahora, por motivos obvios de la edad, los tomo de ciento a viento. Pero si se tercia, si el dobladillo es bueno, con toda celeridad le hago un sitio. Digo lo de si es bueno, porque en los últimos años, lamentablemente, han ido cerrando las panaderías donde elaboraban "mis dobladillos de referencia". Incluso, hace unas semanas, leí que la panadería de Alcalá de Gurrea, a cuyo horno iba con mi abuela a cocer los dobladillos y a impregnarme de unos olores a vida, que me acompañarán toda la vida, anunciaba también su cierre.

Los tiempos han cambiado mucho, así como los usos y la forma de vida. En la actualidad, y no dudo que los habrá, me cuesta mucho encontrar dobladillos como los que he venido comiendo y disfrutando. Los que están faltos de gracia, su masa es contundente y nada crujiente. Malos no están, al fin y al cabo, no dejan de ser una mezcla de aceite, agua, azúcar, miel, harina y canela, amén del toque personal de cada obrador. Pero con todo, se me antojan poco artesanales.

Con Gloria, a la que también le apasionan, cuando vemos un dobladillo que no conocemos, lo compramos para luego hacer nuestra personal valoración y máxime ahora, que estamos huérfanos de un dobladillo que nos guste. Es lo que nos sucedió con un dobladillo que compramos en una panadería de Barbastro, Panadería repostería J. Sierra. Cuando los vimos, ya nos pareció que tenían que ser como a nosotros nos gustan: masa fina, aparentemente crujientes y de un aspecto fantástico. Tras catarlo, nos miramos, y nos dijimos: "hemos vuelto a encontrar el dobladillo perfecto".

Desde entonces, no hay vez que pasemos por la Ciudad del Vero, que nos demos un capricho en forma de dobladillo o farinoso. La pregunta es ¿por cuánto tiempo? Espero que por mucho.

 




viernes, 8 de diciembre de 2023

01226 Las Borrajas con Salsa de Setas y Micuit de Foie

 PARA UN DE VEZ EN CUANDO


Es tiempo de borrajas. Aquellas pequeñas plantas que introduje en la tierra del huerto el pasado mes de mayo, se han hecho grandes y hermosas como festivos ramos. Hasta hoy, las hemos venido comiendo como más nos gustan, con toda su sencillez y humildad; hervidas con patatas, y a punto de servir, rociadas con un sofrito de aceite y dorado ajo. Algo delicado y excepcional. 

Pero en esta ocasión, hemos hecho una "probatina", a raíz de una receta de borrajas con setas, a las que le ha sido añadida una ralladura de micuit de foie, de un bloc al que hacía tiempo le tenía echado el ojo en el congelador. Y la verdad es que no está nada mal este asunto. Los amantes de la borraja podrán decir que es "matarla" y obviar en exceso su sabor. Pueden que quienes así lo consideren, tengan toda la razón. Pero bueno, para un de vez en cuando, y para cambiar, no está nada mal y no hace daño a nadie, ni tan siquiera al paladar. A mí, me parece un plato resultón.

Ingredientes para 4 personas: 600 gramos de borrajas, 3 patatas medianas y 50 gramos de micuit de foie rallado. Para la salsa de setas: 1 cebolla mediana, 200 gramos de setas (lo ideal serían boletus, pero en esta ocasión se emplearon champiñones), 1 cucharada sopera rasa de harina, 1 vaso de agua del caldo de cocer la borraja, 1 vaso pequeño de vino blanco, aceite y sal.

Elaboración: Cocer la borraja limpia y las patatas cortadas en cuatro partes, en abundante agua y sal. Cuando la borraja y las patatas estén cocidas, retirar del fuego y escurrir, guardando un vaso de agua del caldo para elaborar la salsa de setas. En una sartén con un poco de aceite, pochar la cebolla bien picada, con un poco de sal. Cuando esté a medio hacer, añadir las setas y seguir cocinando hasta que se evapore el agua que desprendan las setas. Añadir el vaso de vino y cocinar hasta que se evapore el alcohol. Incorporar una cucharada de harina y echar poco a poco agua de cocer las borrajas hasta formar una salsa que no sea muy líquida. Probar el gusto de sal. Una vez conseguida la salsa, triturar con la ayuda de un brazo de cocina. A la hora de emplatar, primero servir las borrajas con las patatas y echar por encima la salsa de setas. Finalmente, rallar por encima el micuit de foie. Para rallarlo en óptimas condiciones, lo mejor es sacarlo del congelador. La ralladura se descongela rápidamente, máxime con el calor de las verdura y la salsa de setas.