jueves, 6 de septiembre de 2018

00791 Los Helechos

ARMONÍA, FECUNDIDAD Y LEALTAD



Siempre que veo un helecho no puedo dejar de recordar mis días de internado en Zaragoza tras el pronto y repentino fallecimiento de mi padre.

Tras uno de los muros del patio del recreo del colegio discurría el "salvaje" río Huerva, al que se accedía por una puerta de metal. Había que pedir permiso a alguno de nuestros hermanos tutores para poderla atravesar tras explicar el oportuno motivo. Habitualmente siempre era para recoger una pelota o un balón que había traspasado el muro en el fragor del juego. Siempre había voluntarios para atravesar la puerta que conducía a una especie de jungla. Yo entre ellos. Me gustaba caminar entre los matorrales y aspirar el olor a humedad que el río desprendía. Eran también mis pequeños momentos de libertad. Se trataba dw un pequeño pero intenso paseo en el que en ocasiones se volvía sin trofeo al ver como las aguas se llevaban sin posibilidad de recuperación nuestro tesoro.

Otra de las excusas para atravesar la puerta de metal llegaba de la mano de Don Lucio, nuestro profesor de Ciencias Naturales. De vez en cuando nos mandaba encargos a los internos del colegio. Un día nos mandaba traer plantas para conocer el proceso de la clorofila o para estudiarlas y posteriormente pegarlas en un cuaderno que nos acompañaría durante todo el curso. Un cuaderno, por cierto, que todavía conservo y que precisamente lo inaugura una gran hoja de helecho. Otro día nos encargaba recoger insectos, algo que no me gustaba absolutamente nada,  o variedades de hongos que por allí proliferaban. Eran pequeñas excursiones, breves instantes de entretenida libertad que alegraban sobre manera mis días de internado.

De todas las plantas que poblaban ese pequeño y fantástico universo había una que me llamaba especialmente la atención por su esperanzador color, dimensión y frescura: el helecho. Había multitud de ellos y me transmitían tranquilidad y alegría. Desconozco el por qué, pero me reconfortaban. Ha pasado mucho tiempo desde aquellos infantes años, si bien la sensación cuando veo un helecho sigue intacta.

En alguna ocasión he llegado a tener en casa algún ejemplar pero su vida ha sido muy corta. No he conseguido que aguante más allá de algunos meses. Hace tiempo que desistí para conformarme con admirar helechos ajenos.

Dicen que el helecho es símbolo de soledad y que está asociada a la fecundidad y la lealtad. Se dice también que el helecho es un excelente protector contra energías negativas, accidentes, personas envidiosas. Además de ser el emblema de Nueva Zelanda, se trata de una planta famosa por atraer la lluvia en épocas de sequía y calor, y de llamar a la suerte y la fortuna.



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