No recuerdo con exactitud la primera vez que la probé. Ni dónde ni por qué. Solo sé que me entusiasmó. Me pareció algo espectacular, novedoso y sin igual. Desde aquel ya lejano entonces, la Trenza de Almudévar, y sobre todo la original de los Hermanos Tolosana, ha sido partícipe de un buen número de celebraciones y compañera también de otro buen número de viajes. Digo esto porque en casa, las tradicionales velas de cumpleaños, por ejemplo, ya no salen a la mesa sobre una tarta, sino que lo hacen en función del gusto de quien cumple los años, sobre una Trenza de Almudévar o un Pastel Ruso. En cuanto a lo de convertirse en compañera de viaje, es obvio que donde va triunfa y siempre es bien recibida.
Y ya no digo nada cuando este placer va acompañado por una o dos bolas de helado de vainilla con nueces de Macadamia. De auténtica apoteosis final.
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