sábado, 29 de septiembre de 2018

00818 El Parchís

ADORABLE PARCHÍS


De vez en cuando tengo por costumbre hacer revisión de las cosas que guardo y evaluar su vigencia personal. Vamos, que de ciento a viento me dedico a hacer limpieza de todas las cosas inútiles que voy amontonando.

Hoy he empleado esta necesaria labor a revisar algunas estanterías del despacho, también conocido como la leonera, y en una de ellas me he topado con los juegos de mesa a los que se les había colado más de un extraño. Dados, cartas, el Scrabble, más barajas, el Pictgionary, el Superpoly, el Trivial, un par de dominós, otro par de bingos y el PARCHÍS son el grueso de juegos de mesa que todavía conservo y que, lamentablemente, hacemos uso de ellos en contadas ocasiones.

Obsérvese que la palabra parchís la he escrito con mayúsculas. No es porque se se me haya quedado enganchada la tecla de las mayúsculas del ordenador, no. He querido que así fuera. No es un parchís cualquiera, es el parchís con mayúsculas. Es el parchís que ha sobrevivido a muchas infancias. El parchís que protagonizó muchas tardes de familiares encuentros y alguna que otra noche de festivo insomnio en medio de una mesa camilla. "Me como la ficha verde y cuento veinte". Se trata de un parchís artesanal de madera y cristal, y con el dado en el centro del juego,  que se hace voltear de forma mecánica mediante cuatro pequeñas ruedas. Aquí no caben trampas ni artimañas a la hora de lanzar el dado. "Entro en casa y cuento diez". En uno de sus laterales hay un pequeño cajetín donde se guardaban las fichas de colores. Hablo en pasado porque no queda ficha alguna del original parchís. En algún momento debí comprar un juego de fichas. "Abre de una vez la barrera. Siempre igual". "Toma, un seis! ¡Abre la barrera!"

Este parchís llegó a casa de mis padres antes que yo. Siempre lo recuerdo guardado en el armario del cuarto de los juguetes. Otra leonera. "¡Cinco! Salgo de casa. Ahora os vais a enterar! Lo he cogido entre mis manos y he manipulado las cuatro ruedas para cerciorarme de que estaban en perfecto estado de uso. Y sí, el dado ha emitido el sonido de siempre contra el cristal. No sé por qué, pero se me ha puesto carne de gallina. "Un tres, un tres.... ¡Tres! Uno, dos y tres, ¡he ganado! ¡he ganado!

No lo voy a recoger. Esta noche me apetece jugar con mi familia una, dos o tres partidas de parchís como hacíamos en aquellos ya lejanos tiempos.





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