YA NADA ES LO MISMO
ese tiempo que nos privó la vida
y que no cura el dolor,
sino que lo acrecienta.
En silencio sigo llorando tu ausencia,
igual que tu río,
río querido,
añora tu puntual presencia.
Todo es distinto,
ya nada es lo mismo.
Me lo dijo la rosa,
arrojada a las aguas,
y un beso encerrado en sus pétalos de ánfora.
Recuerdo como bajaban,
rosa y beso,
por un Subordán solidario
en el dolor y la pena.
Pausada y lentamente.
Custodiado y arropada
por vivaces alas de espuma blanca,
en un valle de recogido silencio.
Todo es distinto, sí.
Ya nada es lo mismo.
Ni el puente, ni el río,
ni el aire,
que también parece sobrecogido,
son los mismos.
Ni el haya centenaria,
ni tus montes queridos,
ni las asombradas montañas
se creen lo sucedido.
Castillo de Acher,
cumbre que tocas el cielo con su alma,
cuida al hermano y arropa al amigo.
Solo así seguirá siendo todo lo mismo.
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