A FALTA DE CHANQUETES
No hace mucho tiempo, vi con Gloria en el mostrador de una pescadería
unos peces chiquitines, acompañados de un cartel en el que se podía leer “Sonsos”.
De su precio no me acuerdo, pero no me parecieron caros, sino todo lo contrario.
A mis pocas entendederas les parecieron los chanquetes de toda la vida, pero si
decían que eran sonsos, sonsos serían. Además, no sé ahora, pero por aquellos días,
creo recordar, que la captura del chanquete estaba prohibida. El caso es que
para nosotros se trataba de un pez totalmente desconocido. Es lo que tiene
vivir en el interior.
No acostumbran a vivir más de un año y su pequeño cuerpo es
casi transparente. El sonso, también conocido como zonzo, bicho o saltón,
es una especie predominante en el Atlántico oriental y el Mediterráneo,
especialmente en los fondos de arenas gruesas como las de la Costa Brava y El
Maresme.
Con este pequeño resumen y con los sonsos ya fritos sobre la
mesa, comenzamos a degustarlos. Nos encantaron. Vale que igual son algo más
toscos que el chanquete, pero cumplen con su cometido y máxime cuando no somos
expertos en la materia. Bueno, tanto nos gustaron, que al día siguiente
acudimos de nuevo a la pescadería y en lugar de medio kilo, compramos un kilo.
La mitad los hicimos ese mismo día para cenar. El resto, fue congelado y
consumido un tiempo después en un aperitivo. Ya nunca más los hemos vuelto a
ver por estas tierras. De vez en cuando preguntamos por ellos, pero la
respuesta es siempre la misma: “De momento, no traemos”. Y ya que lo sentimos,
decimos nosotros.
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