FRANCISCO DE ICAZA
“Dale limosna, mujer,
que no hay en la vida
nada
como la pena de ser
ciego en Granada.
La primera vez que leí estos cuatro versos adosados a un
muro en la Alhambra de Granada, me produjeron tanta ternura y emoción, que
hasta conseguí aprendérmelos de memoria. De esto hace medio siglo, en un viaje
de estudios de cuando cursaba bachillerato. Una de mis muchas asignaturas
pendientes es la memoria, tal y como ya he dejado escrito en varios momentos de
este caleidoscopio vital. Pero en aquella ocasión, a base de repetir y repetir
el bello poema, quedó grabado en mi mente para siempre.
Hace un par de años volví a la hermosa e histórica ciudad de
Granada y pude observar que el poema se había convertido en un emblema de la
ciudad, a tenor de lo extendida que estaba por la urbe granadina, a través de
azulejos y souvenirs. En aquella primera visita me quedé con el poema y las
sensaciones que me produjo. Fue en mi segunda y reciente visita cuando me apeé
de mi ignorancia y conocer acerca de su procedencia.
El citado poema se encuentra escrito desde 1957 en una placa
de piedra adosada al muro exterior de la Torre de la Pólvora, en el extremo
Oeste del Jardín de los Adarves, al sur de la Alcazaba de la Alhambra. Su autor
es el poeta mexicano Francisco de Icaza (México 1863/Madrid 1925), un ferviente
apasionado de la literatura española, además de crítico literario, historiador,
poeta y diplomático. En 1895 contrajo matrimonio con “la joven y adinerada
española Beatriz de León y Loynaz, a la que casi doblaba en edad. Su esposa, aunque
había nacido en La Habana se crio en Granada.
El poeta era un enamorado de la ciudad de Granada. La visitó
por primera vez con veinte años y volvió en su viaje de novios con su esposa
Beatriz. Se cuenta que, durante un paseo de la pareja por la Alhambra, un ciego
tendió la mano para pedir una limosna. Fue en ese momento cuando surgieron los
populares versos que más tarde, en 1922, publicaría con el título de “Para el
pobrecito ciego”.
En marzo de 2023, el Ayuntamiento de Granada entregaba a los
descendientes del poeta, a través de su alcalde y con la unanimidad de la
corporación municipal, el nombramiento a título póstumo de Hijo Adoptivo de la
ciudad.
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