LA HUMILDAD HECHA PLATO
La morcilla aragonesa, elaborada básicamente a base de sangre de cerdo, arroz, piñones y especias, liga a la perfección con los pimientos. Aunque se trate de dos sabores bien distintos, su mezcla es potente y deliciosa. Me viene ahora a la cabeza unos pimientos rellenos de morcilla que probé hace unos años y que pasaron a formar parte de este caleidoscopio vital. Están recogidos en la entrada número 00243 de este blog. Dos propuestas bien distintas para los mismos protagonistas.
Este plato me gusta sacarlo a la mesa como entrante y a modo de anticipo de todo lo bueno que está por llegar. No tiene complicación alguna, salvo el tiempo empleado en asar los pimientos. Es tan sencillo como cortar la morcilla en generosas rodajas y freír ligeramente en una sartén con un poco de aceite de oliva virgen extra. Una vez asados los pimientos, se pelan, se cortar a tiras y finalmente se sazonan. Solo restará reunir a los dos protagonistas en una sartén y freír hasta que la morcilla se acabe de hacer. No se le puede pedir más a la humildad hecha plato.
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