lunes, 30 de diciembre de 2024

01557 El Cartero de Neruda

 ANTONIO SKÁRMETA


En los últimos meses estoy volviendo a leer libros que en su día me cautivaron. Me apetece meterme de nuevo entre sus páginas. Es el caso que traigo en esta ocasión hasta este caleidoscopio vital: “El cartero de Neruda”, del chileno Antonio Skármeta. Lo acabo de releer hace escasos minutos y, al igual que la primera vez que lo sentí, allá por finales de los ochenta del siglo pasado, lo he disfrutado de un tirón, con algunas breves interrupciones, cuyos motivos obviaré.

Su lectura me entusiasmó hace más de treinta años y ahora lo ha vuelto a conseguir. Se trata de una pequeña novela llena de ternura, que versa sobre el amor, la amistad y que rezuma poesía a lo largo de toda la obra. Algo natural si Neruda está de por medio.

La historia es muy sencilla, como sencilla es la novela Skármeta. Una sencillez plena de matices, interpretaciones y sensibilidad. Toda la novela es un homenaje a la poesía, en la que un joven de 17 años es contratado, al disponer de una bicicleta, para llevar a Isla Negra las cartas que Neruda recibe a diario. Mario, que así se llama el joven cartero, a través de sus conversaciones con el vate chileno, acaba adorando al poeta, además de utilizar su poesía para conquistar a su amada. Pero también la novela recoge una historia amarga; el proceso histórico que lleva del régimen de Allende a la dictadura de Pinochet. La novela se inicia en 1969, y llega hasta los días del golpe militar y la muerte de Neruda, 11 y 23 de septiembre de 1973, respectivamente.

Según cuenta Skármeta en el prólogo del libro cuando escribió esta novela, “… trabajaba yo como redactor cultural de un diario de quinta categoría. La sección a mi cargo se guiaba por el concepto de arte del director, quien ufano de sus amistades en el ambiente, me obligaba a incurrir en entrevistas a vedettes de compañías frívolas, reseñas de libros escritos por ex detectives, notas a circos ambulantes o alabanzas desmedidas al hit de la semana que pudiera pergeñar cualquier hijo de vecino”. El director del rotativo le encargó que asaltara “la paz costeña del poeta Pablo Neruda, y a través de entrevistas con él, lograr para los depravados lectores de nuestro pasquín algo así, palabras de mi director, `como la geografía erótica del poeta’. En buenas cuentas, y en chileno, hacerle hablar del modo más gráfico posible sobre las mujeres que se había tirado”.

Skármeta se hospedó en la hostería de isla Negra, y aunque no consiguió el encargo encomendado, conocería a los personajes de su preciada novela, que llegaría a publicar en 1985 bajo el título de “Ardiente paciencia”, y que no era otro trabajo, que el desarrollo del guion de la película homónima que el escritor había estrenado en 1983. En 1994, Michel Radford la llevaría a la gran pantalla con el título de “Il Postino” (El cartero), con la participación de Philippe Noiret, María Grazia Cucinotta y Massimo Troisi, escritor y protagonista, que pospuso una cirugía cardíaca para poder terminar la filmación. Un día después de terminar la película sufrió un infarto cardíaco que le causó la muerte. Fue nominado póstumamente al Óscar al mejor actor.   Si tanto la novela como la película origina se localiza en la localidad chilena de Isla Negra y en torno a la década de 1970, “Il Postino” traslada la acción a la isla italiana de Salina en la década de 1950. Después del éxito de la película de Radford, la novela, por razones comerciales, pasó a llamarse El cartero de Neruda.

La película fue galardonada con más de 25 premios internacionales y recibió cinco nominaciones al Óscar, incluyendo a Mejor película, convirtiéndola en la quinta película de habla no inglesa en conseguir dicha nominación. Finalmente, obtendría una estatuilla en la categoría de mejor banda sonora.

En cuanto acabe de publicar en el blog esta entrada, me pondré a ver por tercera vez la película “Il Postino”. Me apetece disfrutar de nuevo con su historia. Seguro que seguiré encontrando nuevos matices.




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