ORIGINALES Y SORPRENDENTES
La culpable, mi hermana Gemma. Fui a pasar un fin de semana a su casa y me recibió con esta sorpresa. Siempre trata de sorprenderme con su buen hacer en la cocina. El resultado acostumbra a ser de sobresaliente y en esta ocasión, con las croquetas de morcilla, siguió manteniendo el listón muy alto.
Resultaron ser unas croquetas, además de muy bien ejecutadas, crujientes y sabrosas, originales y bien distintas. La primera que probé me sorprendió sobremanera. Evidentemente sabía a morcilla de la que se come por estas tierras aragonesas, -habitualmente hechas de arroz, sangre de cerdo, piñones, sal y especias, aunque estas no llevaban piñones-, pero tenían un dulzor y una suavidad especial, que pronto distinguí en mi paladar: manzana. No sé cuántas llegaría a tomar. Muchas. Y cada vez me parecían más deliciosas. Tan entusiasmado estaba con la croqueta que hasta se me olvidó hacerles una fotografía para traerlas hasta este caleidoscopio vital. De hecho, las imágenes que ilustran esta entrada son las que pude hacer al día siguiente a las cuatro que quedaron y que sacó Gemma a modo de aperitivo, y que si me descuido, ni a estas pobres inmortalizo.
Evidentemente, le pedí a mi hermana la receta, pues a no mucho tardar me haré con unas morcillas y las "encroquetaré". Faltaría más.
Ingredientes: 350 gramos de morcilla, 2 manzanas, un par de cucharadas de postre de azúcar, sal, aceite de oliva virgen extra y bechamel, según se tenga por costumbre cocinarla.
Elaboración: Desembuchar la morcilla y desmenuzar su interior. Pelar, descorazonar y cortar las manzanas en dados pequeños. En una sartén con un poco de aceite, saltear la morcilla y añadirle un poco de sal. Añadir a continuación los dados de manzana, mezclar bien y rehogar durante un par de minutos. Añadir el azúcar, volver a mezclar y rehogar otro par de minutos. Retirar del fuego y reservar. Elaborar una bechamel cremosa. Cuando la leche de la bechamel comience a calentarse, incorporar la mezcla de morcilla y manzana que habíamos reservado. Remover de forma constante durante todo el proceso para evitar y hasta conseguir una bechamel fina y cremosa. Retirar del fuego y dejar enfriar a temperatura ambiente. Una vez la masa fría, introducir en el frigorífico un par de horas. Dar forma de croquetas a la masa, pasar por huevo y harina, y freír en aceite muy caliente.
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