PLAYA DE REFERENCIA
Traigo hasta este caleidoscopio vital a mi playa de referencia.
Un lugar hermoso y placentero; antes de cubo y pala, y ahora de reflexivo paseo.
Una lengua de arena al capricho de una hermosa bahía. Se trata de la playa del
Puntal, en la localidad de Somo, en Ribamontán al Mar, en el espacio de las
dunas del Puntal y el estuario del Miera, frente a la hermosa y acogedora
Santander.
Playa querida a fuerza de vivirla, de sentirla, de quedarse
en las pupilas año tras año, de escapada en escapada, de pisarla, de respirar
su brisa, con sus brumas y sus soles, mientras la mirada recorre una y otra vez
un paisaje bello y aprendido.
Apenas la separan de Santander, en línea recta atravesando
la bahía, unos 700 metros. Un arenal saliente de 2 kilómetros de longitud, y
que es un punto y seguido de las playas de Loredo y Somo.
Ya no hay olas que saltar, ni nadie a quien acompañar en su
entretenimiento. Ahora me acompaño a mí mismo, que también me necesito. Y
camino sobre la aseada arena. Y pienso. Y miro a la derecha. Allí está mi faro
de Mouro, vigía de este trozo de costa cántabra. Allí también se quedaron mis
cuentos inventados de piratas y tesoros, y del hombre que vive solo. Y
reflexiono. Miro al frente, a Santander, a la ciudad que sabe mirar al mar. Le
guiño el ojo al Palacio de la Magdalena. Siempre le guiño el ojo. Es el signo
de nuestra complicidad. Continúo dejando huellas a mi paso como un anónimo
playista más. No me gusta para este caso el nombre de playista. Como un
transeúnte en bañador más. Así mejor. Ya falta poco para llegar a la punta del
puntal, desde donde disfrutar de una bahía, la de Santander, con todo su color
y la actividad de barcas, botes, lanchas y yates. Un descanso y de regreso a
Somo, acompañado solo con mis pensamientos y la dicha, sí, la dicha de
reencontrarme una vez más con este pequeño y cuidado paraíso, que tiene por
nombre El Puntal de Somo.
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