viernes, 19 de febrero de 2016

00231 Rebañar las Sartenes

LA HISTORIA SE REPITE

Resulta curioso comprobar cómo algunas costumbres domésticas se repiten sin haberlas preparado o previamente adiestrado. Cómo en un momento cualquiera, un gesto, un sencillo gesto, te trae del pasado un album de imágenes que casi tenías olvidado de no usarlo. Me explicaré.

Acabo de hacer croquetas, de jamón, por más señas. Habitualmente cocino en absoluta soledad. Gloria por las mañanas trabaja y las niñas están inmersas en sus respectivos asuntos escolares. Estos días Loreto y Jara están de vacaciones con motivo de la mal llamada semana blanca. Me imagino que por el olor que se despide desde la cocina,  han acudido para ver de qué se trataba. La masa de las croquetas ya está hecha. Estoy a la espera de que se enfríe para empezar a manipularla. Las dos han hecho el mismo gesto cuando han visto la sartén con la masa de croquetas. Las dos han pasado su dedo índice por el borde de la sartén. Las dos han recibido la misma reprimenda como la que yo  recibía cuando mi madre hacía croquetas y pasaba mi dedo índice por el borde de la sartén a la captura de la fina, sugerente y sabrosa harina tostada adherida al utensilio de cocina.

Por aquella época recuerdo que dejaba las sartenes totalmente limpias. Que mi madre había frito jamón, allá que iba con mi trocito de pan para empaparlo con la grasa y el aceite sobrante. Que hacía paella, allá que también iba, cuchara en mano, eso sí, de madera, para hacerme con el "churruscadito" del fondo de la paellera. Y el "jugo" de la carne a la plancha, y el puré de patata que siempre quedaba pegado en las paredes de la perola o el sobrante de cualquier salsa que hiciera. En lo concerniente a la masa de croquetas, debilidad de debilidades, recuerdo que mi madre, para complacerme , como siempre hacía, dejaba sin apurar el contenido de la sartén para que pudiera después darme el gustazo de rebañar a conciencia.

Me acabo de sorprender, ante la atenta mirada de mis dos prendas, abandonando a conciencia sartén y cuchara para que puedan rebañar a gusto. Lo he hecho para complacerles tal y como hacía mi madre conmigo. Y es que hay pequeñas historias domésticas que se repiten como un punto y seguido en nuestras vidas.


2 comentarios:

  1. Uno de los pequeños placeres de la vida. Sobretodo si lo hacemos con el dedo.

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    1. Tu sí que sabes,querida Gloria. Ahora rebaño menos con tanta ensalada, verdura y carne a la plancha. Pero si hay oportunidad, allí que estoy yo.

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