Ni antes ni después. Ni luego ni ahora, posiblemente ya sea tarde. Hay situaciones que no dependen de nosotros sino de un instante. De un justo momento difícil de controlar. Sólo la continua y permanente observación puede llegar a captarlo, a darle forma y sentido, a hacer real lo imaginado.
Bilbao, 6 de julio de 2013. Son las ocho de la tarde. De regreso a casa de mis hermanos por la plaza Moyua, entre dos calles, se avista el hermoso Guggenheim. Los últimos rayos del día platean su atractiva figura. Deslumbra, atrae, asombra. Siete instantáneas. No vale ninguna. Se perdió el instante entre mis manos, la cámara y mi ojo. Fue un instante. Ni antes ni después. Ni luego ni ahora. Llegué tarde al preciso instante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario