Acabo de ver que se ha cumplido un año desde que iniciara este blog. Ni me acordaba. Veo que fue el 11 de febrero cuando improvisé una breve introducción en la que explicaba el por qué del mismo y aventuraba el contenido de este caleidoscopio vital. El balance numérico es sencillo de contar: 237 entradas, 8.921 visitas al blog y 189.230 a la página creada por Google y que me tiene totalmente despistado. Observo también que las entradas que más aceptación han tenido hacen referencia a la gastronomía o las cosas del comer, así como algún que otro paraje vacacional apoyado en imágenes más o menos sugerentes. En el otro lado de la balanza se apilan las que recogen el menor número de visitas y que tienen que ver con el imperio de los sentidos más la suma de las sensaciones y emociones. Digno también de destacar, el escaso número de comentarios; 8.
Otro cantar es el mundo de facebook, donde vengo compartiendo cada entrada del blog. La media de "me gusta" es de unos 7 por publicación. Hay bastantes más comentarios y la gastronomía lidera, al igual que en el propio blog, el interés de mis amigos.
Así las cosas, y desde mi total desconocimiento acerca de las redes sociales, ignoro si el balance es bueno, malo o regular. Es el que es y sólo puedo mostrar satisfacción ante él y agradecimiento hacia quienes lo siguen. No puedo pedir más.
Ese día que inicié esta andadura debía tener el optimismo subido. Escribir sobre diez mil cosas que me gustan. En qué estaría yo pensando. Tras este primer año, la cuestión está clara. Me van a faltar años o sobrar cosas. Matemática pura. Si en un año he escrito sobre 237 cosas; en diez, lo habré hecho sobre 2.370. Lejos del objetivo. Si consigo sobrevivir 20 años más, habré podido escribir sobré 4.740 gustos. Sigue estando muy lejos la meta. Si..., mejor no pensar en ello, me digo.
A lo largo de este año he mostrado distintas actitudes en relación al blog. Desde el por qué, para qué y a quien, salvo a mí, le interesa, hasta convertirse en un reto, pasando por el total abandono e inapetencia por continuar. En junio pasé a engrosar la abultada lista de parados de este país y dudo mucho que pueda engancharme de nuevo al mundo laboral. No entraré en detalles. No es este el lugar. En este tiempo, tanto mi auto estima como mis ilusiones han bajado muchos enteros y he puesto en crisis muchas de las cosas en las que creía. Mi lucha interior ha sido tremenda. Escribir sobre cosas que me gustan en momentos de brutal pesadumbre me resultaba excesivamente laborioso. Aquí no, aquí no quería ni quiero mentir ni engañar. Este es mi pequeño canto a la vida sin pretensiones. Y mientras esto sucedía, mi corazón, mis pensamientos y mis recuerdos sólo sabían hablar de injusticia y rebeldía. Me resultaba más fácil escribir sobre las cosas que no me gustan que sobre el mandato de este blog. Ahora creo que esas zozobras, junto a la timidez de desnudar mi alma, las he superado. Me siento animado a seguir poniendo palabras a este caleidoscopio vital. Pero sería injusto no reconocer que esa superación no habría sido posible sin Gloria, Julián, Blanca, Inmaculada, Luis, Judith, María Astón, Gemma, Maruxa, Kiti, María, Antonio, Pepe, Cristina, Jesús, Josean, Pilar, Loreto, Vanessa, Noemí, Guillermo, Chema, Sara, Pablo, Chus, Marisa, Ángel... y otros, que me han animado con sus amables palabras a seguir adelante.
No corren buenos tiempos y menos para las cosas amables. De una cosa estoy seguro, gracias a esta ocurrencia nacida el 11 de febrero de 2015, todavía me mantengo en pie y esperanzado. Dudo que pueda escribir el dígito 10.000 en la entrada del blog, pero no será por no intentarlo. Gracias a todos a los que me habéis acompañado en este primer año de gustos compartidos.
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