Será por deformación profesional después de treinta años dedicado a la radiodifusión, a la radio, que tenga cierta debilidad por la palabra. Voz y palabra han ido estrechamente unidas a mí hasta el punto de convertirse en mi segunda piel, en mi dermis adoptada. Es por aquí por donde se tamizan una buena parte de las sensaciones y emociones que me hacen estremecer.
Quiero palabras sin acertijo, de recorrido brillante que besen la mejilla. Sin sorpresas, salvo la que traiga la emoción pronunciada. Huyo de las palabras de los charlatanes mediatizados. Esas no. No las quiero. Tampoco las de halago trasnochado. Quiero palabras de regreso y encuentro. Palabras que no adviertan ni avisen, sólo las que observen y mediten. Palabras de instante y generoso contenido. Palabras de fácil anclaje en tanta confusión mal aprovechada.
Fluir, vivir, sentir, aprender, deslumbrar con la palabra. No disimulo labor más apreciada
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