COMPAÑERA DE JUEGOS
Llegó de muy lejos para hacer como que jugaba en la plácida arena. Apenas un suspiro, un instante de lástima y asombro antes de escurrirse entre los dedos de unas manos diminutas.
Es sólo espuma. Espuma clara de suave caricia. La magia de un momento antes de intuir el destino impreciso entre la brisa, el agua, la concha desprovista, el nombre sin rastro en la húmeda faz de la playa soñada. Es sólo espuma para un juego no reglado.
Espuma festiva de risas y encuentros. Muñecos de nieve, pompas de jabón, monstruos sin miedo al atardecer de un estío cualquiera. El juego se reinventa entre la espuma que regala reflejos imposibles. ¿Quién soy? Y desaparece. ¿A quién me parezco? Y asoma la risa bajo unos ojos vidriosos y enormes. Caritas limpias sin sobresaltos. La espuma y la niña juegan, bailan, saltan, se dan la mano, se tocan, se mecen en cualquier tarde de verano.
Un último juego, un último arrumaco, un poco más para darle un abrazo. Un adiós a la espuma, compañera de juego, antes de que se convierta en nada y sólo recuerde su blanco azulado.
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