No quería volver a hablar de comida tan pronto. Me he vuelto a poner a régimen y tampoco es cuestión de tentar al diablo. Pero repasando el archivo fotográfico me he encontrado con una fabada que hicimos en casa hace unos años y no me he podido resistir. La inmortalicé porque salió excepcional. Las fabes y el compango empleados para su elaboración fueron adquiridos en Pravia. La receta a seguir, la ofrecida por la amable vendedora que nos proporcionó la bendita legumbre. El resultado fue de diez.
Recordar, y sobre todo en estos momentos de mi particular "hambruna", la mejor fabada asturiana que he comido hasta la fecha me resulta harto complicado. A bote pronto me vienen a la memoria varias y en sitios bien distintos del territorio nacional. No en vano, este cocido tradicional de la cocina asturiana está considerado como una de las diez recetas típicas de la gastronomía española y no chirría encontrarlo en menús fuera de su geografía natural. Dicho lo cual, si tuviera que elegir una fabada de grato recuerdo, ésta sería la que degusté en una visita a los lagos y santuario de Covadonga. Una elección en la que supongo pesa más el entorno y la intensa jornada vivida que la fabada en sí misma. Porque puestos a recordar, memorables también las que hacía mi hermana María Engracia con producto autóctono. En otra división jugarían las de lata. Entre mis preferidas, las de la marca "Litoral", que he llegado a comerlas hasta en el mismo bote a falta de fuego donde calentarlas.
La forma de cocinar este potente plato es simple, aunque no fácil, jugando el agua un papel determinante. Mismos productos con un agua que no reúna las condiciones adecuadas pueden echar a perder su elaboración. Así me lo hice saber una señora de Pravia residente en Madrid, quien además me aconsejó el empleo del agua embotellada para evitar fracasos. Supongo que al respecto habrá teorías mil.
Este es el típico plato para el que cada "cocinillas" tiene su don. Transcribo la receta, a modo de apuntes, que la amable señora de Pravia nos indicó. Poner las alubias a remojo la noche anterior. Cocer las alubias durante dos horas con una cebolla entera que luego retiraremos. Siempre cubiertas de agua. Cuando las fabes empiezan a hervir, echar el compango. Nunca remover con una cuchara, podríamos romper la legumbre. El caldo de la fabada debe ir ligado. Para ello, romperemos media docena de fabas para que proporcionen el almidón necesario.
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