Creo recordar que en algún momento de este blog ya he comentado mi gusto y preferencia por los platos de cuchara. Fríos, calientes, caldosos, con predicamentos o sin ellos. Me gustan todos y cuanto más sencillos sean, mejor. Esto me recuerda que llevo toda una semana comiendo caldo que hice con un hueso de apurado jamón al que añadí morcilla y chorizo y que completo con unos garbanzos y fideos finos. No es que hiciera mucho, que también. Me dicen que no tengo medida. Es cierto. Pero no es menos cierto que en casa mi afición por los platos de cuchara no es del todo compartida.
Y como toda regla tiene su excepción, en este caso, el salmorejo es quien la confirma. Nos gusta a todos. Una sencilla propuesta de la gastronomía andaluza. Refrescante, económica, de fácil elaboración y peculiar sabor. Uno de los atractivos que tiene el salmorejo, además de todo lo dicho, es su capacidad de sorpresa. De todos cuantos he probado, ninguno es igual. Todos tienen su especial característica, su sello de mano artesana, de tradición o de gusto. La base es la misma, pero el acento es distinto. Si tuviera que hacer un ranking de salmorejos catados, de momento, la palma laureada se la llevaría uno que probé recientemente en un chiringuito, cuyo nombre no recuerdo, en San Lúcar de Barrameda. La única pista que puedo dar es que está muy próximo al hipódromo playero. Espectacular. Tan espectacular que casi no pude hacerle fotografía. Supongo que además de la mano del artífice dependerá de la calidad de los productos seleccionados para su elaboración; en este caso, el tomate, o el tipo de pan, o el vinagre. ¡Qué se yo! Estaba excepcional.
Como suelo hacer en estos casos, he buscado una receta lo más aproximada. Parece imposible la cantidad de salmorejos que hay. Me quedo con la que sigue:
Ingredientes: 1 kg. de tomates, 200 gramos de pan, una cucharada de aceite y vinagre al gusto.
Elaboración: Troceamos varios trozos de pan, mejor si es del día anterior y lo ponemos en la batidora junto con un chorrito de vinagre y el aceite para que el pan quede bien empapado. Pelamos los tomates y en trocitos pequeños los echamos también a la batidora. Lo batimos todo y listo para servir. Hay quien también le pone ajo y un poquito de pimentón picante.
A la hora de servir, acompañar con taquitos de jamón y huevo duro.
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