Tres calles principales, cal y albero, forja y celosías, capeas para rematar el verano y un lento pasear para no perder detalle en una improvisada visita. Será mucho más, siempre todos los lugares tienen algo más que no alcanzamos a divisar e interiorizar. Es tan solo el resumen encadenado de un recuerdo, de un placentero y visual recuerdo.
La primera vez que visité esta pequeña población onubense fue animado por mi amigo y cocinero Antonio Arazo a sabiendas de mi viaje a Huelva. Una recomendación, comer en el Restaurante "El Bosque". Había mucho que ver, conocer y pasear por estas tierras, si bien Trigueros no estaba en las primeras líneas de la agenda. Pero casualidades de la vida, el gusto familiar por las patatas fritas hizo subir enteros la visita a esta localidad en detrimento de otras apetencias. Habíamos comprado una bolsa de patatas, cuyo nombre no recuerdo. Vimos en el envase que estaban fabricadas en Trigueros y allí que nos dirigimos. Las resultas de nuestro desplazamiento no pudieron ser más catastróficas para nuestros objetivos. Las tales patatas fritas hacía tiempo que habían dejado de fabricarse aquí por más que así se indicara en las bolsas que luego seguimos adquiriendo en establecimientos de alimentación y avíos de otras localidades, y el restaurante recomendado estaba cerrado por descanso semanal. Pero como todo en esta vida, nuestra visita tendría su cara B.
Cuando nos dirigíamos hacia el coche un inesperado, grato y reconocible olor nos cautivó. Seguimos su rastro. A escasos metros del Restaurante "El Bosque", en plena calle, ascendía hacía el limpio cielo azul de Trigueros una uniforme columna de humo. Tenía que ser allí, detrás de los coches. Sobre una artesanal parrilla se disponían media docena de sardinas a las que sólo verlas ya les pusimos nuestros nombres. ¡Qué delicia! Un amable camarero nos comentó que en el bar, "Claraboya", tenían por costumbre en los días de capea asar sardinas. A euro la sardina. Muy gratificante.
En sucesivos años hemos vuelto a visitar Trigueros. En una de las ocasiones para comer en "El Bosque". Antonio tenía razón. Muy recomendable, muy asequible al bolsillo y con sorpresa incluida. En el interior del espacioso establecimiento vimos colgados, junto a decenas de otros pasquines taurinos, los carteles anunciadores de la feria taurina oscense de los años 2006, 2007 y 2008, periodo en el que Manuel Ángel Miralles, empresario taurino, ganadero y constructor de Trigueros, a través de la empresa Torosanda, gerenció la plaza de toros de Huesca.
La última visita la dedicamos a recorrer sus calles mientras hacíamos hora para "no presenciar" el encierro de los astados del primer día de capea. No es que no quisiéramos, que sí, pero tras permanecer una hora de espera detrás de una barrera, unos "jóvenes valientes" saltaron la valla para subirla y bajarla delante de nosotros tantos veces como animales fueron pasando. El caso es que ni una foto de muestra. Enfín, de vuelta a lo de la cara B. Bar "Claraboya" y a por una docena de sardinas.
Trigueros se encuentra a unos 20 kilómetros de Huelva y cuenta con cerca de 8.000 habitantes. Además de pasear por sus calles, siempre placentero, merece la pena detenerse en los siguientes destinos:
Convento del Carmen, antiguamente de Nuestra Señora de Consolación. Fue fundado en el primer cuarto del siglo XVI, y aunque reformado por los diversos acontecimientos geológicos y sociales, permanece en pie, pero alterado en su planta original. La antigua residencia conventual se dispone en torno a un claustro central con dos planta superpuestas y arcos de medio punto en sus flancos sobre pilares impostas. La última restauración tuvo lugar en el año 1998.
Colegio de Santa Catalina. En el año 1562 se instaló en Trigueros la Compañía de Jesús que fundó un colegio bajo la advocación de Santa Catalina. En sus dependencias estuvo instalada la primera imprenta de la provincia y se prepararon varias expediciones de evangelización a América. Dicen que también albergó, si no la primera, una de las primeras "escuelas de medicina" de España.
Iglesia de la Misericordia. Se trata de un templo de pared encalada que tiene como advocación original a Nuestra Señora de los Remedios. Fue instituto de peregrinos sacerdotes y casa de recogida de niños expósitos.
Pilar de la media legua. De origen romano, situado a unos dos kilómetros al Este del casco urbano, en el camino de Sevilla, antigua calzada romana y también vereda de carne. En su entorno se situaba un terreno destinado a descanso de ganado, hoy desaparecido en casi su totalidad.
Dolmen de Soto, 3.000/2.500 a.c. Se encuentra en la finca "La Lobita" y es uno de los monumentos megalíticos más importantes de la península. Está en buen estado de conservación y no fue expoliado, gracias a los cual se encontraron ocho cuerpos colocados en cuclillas con sus ajuares correspondientes. Fue descubierto por Armando Soto en el año 1922. Tiene una longitud de casi 21 metros. Está orientado para que entre el sol hasta en la última piedra en los equinocios de otoño y primavera.
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