Krake, octopus, poulpe, polvo, polpo, polbo.... el pulpo me gusta en cualquier idioma y eso que no he hecho el Camino de Santiago. Un peregrinar, por cierto, que tengo en mi larga agenda de pendientes. Se me ponen los dientes largos y los pies inquietos cuando alguien anuncia su inicio. Experiencia única como decía mi querido amigo, recientemente desaparecido, Julio Aznar, y que tanto y tan bueno hiciera por el trazado jacobeo oscense mientras estuvo al frente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Huesca. O como me transmitieron mis hermanos y sobrina, Gemma, María Engracia, Manolo y Gemma tras su inolvidable peregrinar. O como vienen compartiendo mis primos a través del grupo de was. Primero Inmaculada, después Julián y ahora José María y Nuria. Precisamente, estos últimos han llegado esta mañana a Santiago. Si aún estáis a tiempo, le dais, por favor, un fuerte abrazo al Patrón de mi parte.
Y en los was, hermosas imágenes del camino con una no menos hermosa instantánea en forma de premio al final de cada jornada a modo de bodegón. Fácil de suponer, que cuando el camino alcanza tierras gallegas el pulpo aparece un día sí y otro también. ¿Por qué será?
El caso es que la visión de tanto cefalópodo, me ha incitado hoy a su inscripción en mi particular listado. Algún día tenía que aparecer. Además, no tenía que buscar mucho en mi archivo fotográfico. Las imágenes todavía están sin clasificar. Están captadas de mi reciente y familiar viaje a Huelva y posterior escapada a la "Capital do Polvo", Santa Luzía, en el Algarve portugués, en el restaurante "Casa do Polvo".
En casa nos gusta a los cuatro el pulpo, preferentemente, y a petición de las niñas, el "pulpo a feira". A Gloria se le da muy bien su elaboración. Es el típico plato que siempre es bien recibo y aplaudido en las cenas invernales del fin de semana. Es uno de esos platos para compartir y conversar mientras se mezclan los sabores y texturas en la boca. Un plato de los de trago y delicia. Sin empachar ni molestar. Supongo que a partir de nuestra visita a Santa Luzía, de ahora en adelante, ampliaremos las formas de presentarlo a la mesa.
Ese día, en la "Casa do Polvo", muy recomendable, tuvimos que esperar largo tiempo hasta que nos pudimos sentar los quince comensales. Pero mereció la pena. Además de "polvo" había otra propuestas en la carta. Pero sólo comimos pulpo. Todas y cada una de las especialidades salvo el arroz con pulpo. Se había agotado. Pulpo a la gallega, Ensalada de pulpo, Polvo grelhado, Feijoada do polvo, Polvo al horno y un pulpo con arroz y alubias que quitaba el hipo. Todos cayeron. Sin rechistar. De inolvidable recuerdo el elaborado al horno y el último de los potajes mencionado. Resultante final, 12 euros por cabeza, incluidas bebidas, panes y mantequillas.
He estado buscando una receta de "Pulpo al horno" para hacer cualquier día de estos. La más parecida a la que recuerdo de Santa Luzía es la que escribo a continuación. Por cierto, en la búsqueda de la receta, he conocido que el pulpo es un animal muy tímido y que hay hasta 404 formas de elaborarlo. Siendo así, esto no ha hecho más que comenzar.
PULPO AL HORNO
Ingredientes: pulpo grande para cuatro personas, en torno a algo más de un kilo, un vaso de vinagre, aceite de oliva, sal y pimienta en grano molida, dos cebollas, dos tomates y cuatro patatas grandes.
Elaboración: la noche anterior a cocinarlo ponemos el pulpo lavado y limpio a macerar con el vinagre, el aceite, la pimienta y la sal, y mezclamos bien. Cuando lo vayamos a hacer, ponemos el pulpo en una fuente de horno junto con las patatas lavadas y sin pelar, la cebolla cortada a rodajas y los tomates a cuartos. Bañamos todo con el líquido de la maceración y espolvoreamos con pimienta molida y sal.
Metemos la fuente al horno previamente calentado a 200 grados hasta que veamos que el pulpo está tierno. Forma de saber su ternura es pincharlo con un palito fino de madera. Servir caliente.
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