CORNICELLO
No acostumbro a comprar recuerdos de las ciudades que visito.
Me es suficiente con las imágenes fotográficas que capturo o con aquello que
seleccione mi memoria. Esto no quita para que, en contadas ocasiones, por algún
motivo, regrese a casa con un popular referente del lugar visitado. Por
ejemplo, cuando visité con mi familia la ciudad italiana de Nápoles. Curiosa
población que, por supuesto, en otro momento engrosará este caleidoscopio
vital.
El caso es que, en nuestros habituales paseos diarios por la
bulliciosa, personal y variopinta Nápoles, algo nos llamó poderosamente la
atención y que no teníamos del todo controlado en nuestra información previa a
su visita. Fuese donde fuese allí que los encontrabas. En joyerías, tiendas de
souvenirs, quioscos, en pequeñas tiendas en las que había de todo un poco, en bazares…
difícilmente pasaban desapercibidos la cantidad de cuernos y rojas guindillas
que se ofrecían a la venta, con mejor o peor manufactura. Algo habíamos leído
al respecto, pero no imaginábamos que fuese tan profuso. Tanto es así, que
acabamos comprando, yo que sé cuántos cuernos, para regalar a nuestros
familiares más allegados al regreso del viaje. Porque, según la tradición
napolitana, el famoso cuerno tiene que ser regalado para que surta efecto su
carácter mágico. De hecho, nosotros nos los fuimos regalando unos a otros con
el objeto de ser fieles a la tradición napolitana.
Tal y como pude informarme, el “cornicello”, en dialecto
napolitano, o “curniciello”, también llamado cuerno de la fortuna, es un objeto
de carácter mágico y místico que contiene una larga historia, y en Nápoles se
usa para defenderse de la mala fortuna, el mal de ojo y las influencias
negativas.
Aunque ya todos teníamos nuestro pequeño cuerno rojo
regalado, el último día de estancia en Nápoles, aún adquirimos una ristra de
ajos y guindillas rojas para colgarla en la cocina de casa. No sé si no defiende
de la mala fortuna, el mal de ojo o las influencias negativas. Solo sé que la
veo cada día varias veces, las mismas que recuerdo con cariño y con ganas de
volver a la ciudad de Nápoles.
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