EN LO COTIDIANO
He vuelto a reafirmarme en mi teoría: en la sencillez, siempre hay un hueco para la grandeza. Día otoñal. Una improvisada excursión a la siempre enigmática y reflexiva Guarguera. Almuerzo con huevo frito antes de adentrarme en el bosque. La libertad de unos precioso equinos. La ternura que siempre me producen las vacas con su fija y penetrante mirada que parece querer adentrarse en mis pensamientos. Un hermoso paisaje con olor a limpio. Y con estos mimbres, la alegría y emoción de encontrar algunas setas. En un día otoñal cualquiera, la grandeza volvió a ocupar su lugar en la sencillez de las pequeñas cosas.
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