lunes, 30 de septiembre de 2024

01513 Las Patatas Fritas con Jamón

 DESAPRENDER


Es viernes. Acabo de llegar a casa un poco destemplado, después de pasear a Humphrey en su tercera y última salida del día a la calle. El tiempo engaña y descoloca. Comienza una nueva jornada de fútbol. Quién me iba a decir a mí, que acabaría por gustarme este deporte. Supongo que algo tendrá que ver la Sociedad Deportiva Huesca y su andadura por el fútbol profesional. Me siento frente al televisor. Oigo a Humphrey masticar sus bolas de pienso. Es como un taladro. Parece que también tengo hambre. Durante la semana me he portado más que bien. Igual cambio el guion de la cena. Pregunto si alguien va a cenar. Me responden que algo picarán. Sin más. Me apetece algo especial y caprichoso. Se me ocurren varias alternativas. Busco por la despensa y el frigorífico, sin saber qué, pero nada acaba por seducirme. A punto de tirar la toalla, mi mirada se ha quedado fija en un saco de patatas todavía sin abrir. No, ni se te ocurra, que te conozco. ¿Por qué no? Apenas como hidratos. Ya, pero luego te arrepentirás. Que todos mis arrepentimientos vengan por aquí. Además, es una apuesta segura y el resto de la familia seguro que se apuntan. ¡Unas patatas fritas como las que hacía mi abuela Genoveva! (Ver entrada 00345) ¡Claro que sí!. ¡Qué puñetas! Son las 20,10 horas y el partido de fútbol no comienza hasta las 20,30 horas. Hay tiempo. Ni las patatas, ni el jamón, ni el aceite de oliva llevan la firma de mi siempre recordada abuela, pero bueno, será una apetitosa aproximación. Por supuesto, el jamón pasado ligeramente por la sartén. Comienza el partido. Sobre la mesa de la cocina, dispuesto un gran plato de emociones, recuerdos y alegrías. ¡Cuánto tenemos que desaprender!


No hay comentarios:

Publicar un comentario