martes, 17 de septiembre de 2024

01488 Reconocer Mis Debilidades

 Y MÁS CON EL PASO DE LOS AÑOS


Solo he expuesto al público mi afición a la pintura en dos ocasiones y no creo que haya una tercera. Es más, no habrá una tercera. Y eso, que casi podría montar esa tercera exposición con los cuadros que tengo terminados sobre la oscense fuente de Marcelo. 

La primera versó sobre la santanderina ría de Cubas. La siguiente la titulé "Paisajes escritos", con el entorno de la ermita de Santa Orosia como protagonista. La primera fue emocionante; la segunda, además de emocionante, también muy sentida. Según iba acabando los cuadros, se los enviaba a mi hermano Antonio, vía wasap, y él me los retornaba con unos hermosos textos que posteriormente acompañarían a los cuadros en la exposición. El proceso creativo fue muy especial y creó entre nosotros un vínculo muy hermoso. Los dos disfrutamos mucho con este improvisado proyecto. Y yo, fui muy feliz.

Las dos exposiciones tenían un nexo en común: el paisaje. En una ocasión, Antonio me preguntó el motivo por el cual, solo pintaba paisajes. Le sonreí, además de descubrirle mis debilidades. Le vine a decir que si pintaba paisajes era porque me sentía cómodo con ellos y podía disimular mi torpeza con el dibujo. Es una lástima, pero esta es la razón. Me devolvió la sonrisa con una nueva pregunta. ¿Pero lo has intentado en alguna ocasión? Por supuesto que lo había intentado. Sobre todo cuando mis hijas eran pequeñas. Tengo cientos de fotografías de Loreto y Jara que me habría gustado llevar al óleo, pero me siento incapaz. Intentos hubo muchos, pero todos se quedaron en bocetos. Tenían que ser imágenes en las que nunca sus caras miraran a la cámara. Y si alguno finalicé, su parecido con la realidad es mera intuición. Sé que son ellas de tanto ver las fotografías. 

Este óleo que acompaña el texto, está basado en una fotografía que capté de Jara corriendo por la playa. Es perfectamente reconocible por el lazo rojo en la cabeza. Siempre llevaba por aquellos felices años, lazos en la cabeza. Pero vamos, que podría ser cualquier niña bañista que pasaba por allí en ese momento de capturar la imagen.

A este cuadro le tengo un especial cariño, a pesar de todos sus defectos. La imperfección nos acompaña en cada momento.




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