NO ME ES INDIFERENTE
martes, 17 de septiembre de 2024
01492 Las Borrajas en Tempura
EXCEPCIONALES Y APETITOSAS
01491 El Bostezo del Sol
MICROCUENTO
01490 Los Macarons
SÍMBOLO DE DELICADEZA
Como no podía ser de otra manera, fue mi hija Jara,
apasionada de los dulces y de la repostería, quien me descubrió esta maravilla.
Estudiaba, creo que Primaria, cuando al regreso de un viaje con el colegio a la
localidad francesa de Pau, nos trajo unos macarons. Recuerdo que los dulces llegaron
hechos unos zorros e incluso alguno de ellos llegó “desmontado”. Nos los trajo
con tanta ilusión y con tal emoción, que restamos importancia al aspe,cto que
presentaban, tras sacarlos de una bolsa de papel. Jara nos los “vendió” como
algo excepcional. Y ya lo creo. Estaban deliciosos.
Desde aquel día, empecé a ver macarons por todas partes. No
es que con anterioridad no estuvieran al alcance. Simplemente, es que me
pasaban inadvertidos. Por eso, de vez en cuando, si se cruzaban en mi camino y
quería sorprender a Jara, me presentaba en casa con media docena de ellos,
sabedor de lo que le gustaban.
En una ocasión viajé hasta la francesa y atractiva localidad
de Carcassonne, atraído por su ciudadela medieval. Siempre que he viajado sin
las niñas, me ha gustado traerles algún recuerdo. Paseando por La Cité me
encontré con una tienda homenaje al azúcar. Todo lo que allí había era
sugerente, colorista y dulce. Me quedé embobado con tanto “pecado para el cuerpo”.
Pasé un buen rato admirando todo lo delicadamente expuesto. En una de las
vitrinas se exhibían unos llamativos y coloridos macarons. No me lo pensé dos veces;
llevaría a casa como recuerdo una caja de apetitosos macarons. Cuando Jara los
vio, no sabía dónde meterse para ocultar su felicidad. No diré que son los más
buenos que hemos llegado a comer, pero sí que los recuerdo como los más
festejados.
En cuanto a la historia de tan singular dulce, resulta
curiosa. Por lo que he llegado a leer, su origen se remonta al Renacimiento, “cuando
los chefs de la corte de Caterina de Médici, en Italia, comenzaron a experimentar
con mezclas de almendras, azúcar y claras de huevo”. No obstante, sería en
Francia donde comenzaron a evolucionar tal y como los conocemos en la
actualidad. En el siglo XVII, los monjes de la abadía de Cormery ya elaboraban
estos dulces. Sería en la corte del Rey Sol donde se degustaban como un
auténtico tesoro para afianzarse como un símbolo de delicadeza.
Su forma actual se le atribuye a Pierre Desfontaines, quien
el siglo XX tuvo la genial idea de unir dos galletas de macaron con un
delicioso relleno de ganache. Esta innovación no solo redondeó la estética,
sino que también abrió el camino a un buen número de sabores y texturas, “consolidándolo
como un símbolo de elegancia y refinamiento en el mundo de la repostería”.
01489 Sin Exigencias
DÍAS DE BUEN CONFORMAR
01488 Reconocer Mis Debilidades
Y MÁS CON EL PASO DE LOS AÑOS
Solo he expuesto al público mi afición a la pintura en dos ocasiones y no creo que haya una tercera. Es más, no habrá una tercera. Y eso, que casi podría montar esa tercera exposición con los cuadros que tengo terminados sobre la oscense fuente de Marcelo.
La primera versó sobre la santanderina ría de Cubas. La siguiente la titulé "Paisajes escritos", con el entorno de la ermita de Santa Orosia como protagonista. La primera fue emocionante; la segunda, además de emocionante, también muy sentida. Según iba acabando los cuadros, se los enviaba a mi hermano Antonio, vía wasap, y él me los retornaba con unos hermosos textos que posteriormente acompañarían a los cuadros en la exposición. El proceso creativo fue muy especial y creó entre nosotros un vínculo muy hermoso. Los dos disfrutamos mucho con este improvisado proyecto. Y yo, fui muy feliz.
Las dos exposiciones tenían un nexo en común: el paisaje. En una ocasión, Antonio me preguntó el motivo por el cual, solo pintaba paisajes. Le sonreí, además de descubrirle mis debilidades. Le vine a decir que si pintaba paisajes era porque me sentía cómodo con ellos y podía disimular mi torpeza con el dibujo. Es una lástima, pero esta es la razón. Me devolvió la sonrisa con una nueva pregunta. ¿Pero lo has intentado en alguna ocasión? Por supuesto que lo había intentado. Sobre todo cuando mis hijas eran pequeñas. Tengo cientos de fotografías de Loreto y Jara que me habría gustado llevar al óleo, pero me siento incapaz. Intentos hubo muchos, pero todos se quedaron en bocetos. Tenían que ser imágenes en las que nunca sus caras miraran a la cámara. Y si alguno finalicé, su parecido con la realidad es mera intuición. Sé que son ellas de tanto ver las fotografías.
Este óleo que acompaña el texto, está basado en una fotografía que capté de Jara corriendo por la playa. Es perfectamente reconocible por el lazo rojo en la cabeza. Siempre llevaba por aquellos felices años, lazos en la cabeza. Pero vamos, que podría ser cualquier niña bañista que pasaba por allí en ese momento de capturar la imagen.
A este cuadro le tengo un especial cariño, a pesar de todos sus defectos. La imperfección nos acompaña en cada momento.