martes, 17 de septiembre de 2024

01493 Lo Cotidiano

 NO ME ES INDIFERENTE


Lo cotidiano no se me hace indiferente.
Mis sentidos hacen que sea emocionante.


01492 Las Borrajas en Tempura

 EXCEPCIONALES Y APETITOSAS


Si me encanta la tempura y me fascinan las borrajas, una y otras, unidas, para qué contar. Esta es la sexta entrada que dedico a este verde manjar (00162, 00216, 00317, 00709 y 01226) y las que me quedan por compartir.

Cuando cocino borrajas en tempura, lo hago pensando en dos destinos. Bien para tomarlas como aperitivo o como acompañamiento a alguna carne. De cualquier modo me parecen excepcionales y apetitosas.

No tiene misterio alguno. Se trata de un coser y cantar, como diría aquel, y el resultado no puede ser más atractivo. 

Ingredientes: Una buena mata de borrajas, harina para rebozar, una cerveza muy, muy fría, aceite de girasol y sal.

Elaboración: Limpiar los tallos tiernos de las borrajas. Lavar y cortar en bastoncillos. Poner en un cuenco un poco de harina y añadir cerveza muy fría. Mezclar bien hasta conseguir una masa que no quede ni muy espesa ni muy líquida. Para ello, añadir cerveza o harina, en función de la textura que deseemos conseguir. Calentar en una sartén abundante aceite de girasol. Pasar los bastoncillos de borraja por la masa y freír. Según se vayan friendo, colocar los bastoncillos sobre un papel de cocina para que absorba el exceso de aceite. Añadir la sal y servir. 


01491 El Bostezo del Sol

 MICROCUENTO


Hace muchos años, en una tarde de verano, me pareció ver bostezar al sol. No supe si fue por hambre, sueño o aburrimiento.

Todavía hoy, me lo sigo preguntando. 


01490 Los Macarons

SÍMBOLO DE DELICADEZA


Como no podía ser de otra manera, fue mi hija Jara, apasionada de los dulces y de la repostería, quien me descubrió esta maravilla. Estudiaba, creo que Primaria, cuando al regreso de un viaje con el colegio a la localidad francesa de Pau, nos trajo unos macarons. Recuerdo que los dulces llegaron hechos unos zorros e incluso alguno de ellos llegó “desmontado”. Nos los trajo con tanta ilusión y con tal emoción, que restamos importancia al aspe,cto que presentaban, tras sacarlos de una bolsa de papel. Jara nos los “vendió” como algo excepcional. Y ya lo creo. Estaban deliciosos.

Desde aquel día, empecé a ver macarons por todas partes. No es que con anterioridad no estuvieran al alcance. Simplemente, es que me pasaban inadvertidos. Por eso, de vez en cuando, si se cruzaban en mi camino y quería sorprender a Jara, me presentaba en casa con media docena de ellos, sabedor de lo que le gustaban.

En una ocasión viajé hasta la francesa y atractiva localidad de Carcassonne, atraído por su ciudadela medieval. Siempre que he viajado sin las niñas, me ha gustado traerles algún recuerdo. Paseando por La Cité me encontré con una tienda homenaje al azúcar. Todo lo que allí había era sugerente, colorista y dulce. Me quedé embobado con tanto “pecado para el cuerpo”. Pasé un buen rato admirando todo lo delicadamente expuesto. En una de las vitrinas se exhibían unos llamativos y coloridos macarons. No me lo pensé dos veces; llevaría a casa como recuerdo una caja de apetitosos macarons. Cuando Jara los vio, no sabía dónde meterse para ocultar su felicidad. No diré que son los más buenos que hemos llegado a comer, pero sí que los recuerdo como los más festejados.

En cuanto a la historia de tan singular dulce, resulta curiosa. Por lo que he llegado a leer, su origen se remonta al Renacimiento, “cuando los chefs de la corte de Caterina de Médici, en Italia, comenzaron a experimentar con mezclas de almendras, azúcar y claras de huevo”. No obstante, sería en Francia donde comenzaron a evolucionar tal y como los conocemos en la actualidad. En el siglo XVII, los monjes de la abadía de Cormery ya elaboraban estos dulces. Sería en la corte del Rey Sol donde se degustaban como un auténtico tesoro para afianzarse como un símbolo de delicadeza.

Su forma actual se le atribuye a Pierre Desfontaines, quien el siglo XX tuvo la genial idea de unir dos galletas de macaron con un delicioso relleno de ganache. Esta innovación no solo redondeó la estética, sino que también abrió el camino a un buen número de sabores y texturas, “consolidándolo como un símbolo de elegancia y refinamiento en el mundo de la repostería”.


01489 Sin Exigencias

 DÍAS DE BUEN CONFORMAR


¿Y si me imagino que es el mar?
¿Y si me conformo con el lago?
Agua, horizonte y sol.
Sin exigencias.


01488 Reconocer Mis Debilidades

 Y MÁS CON EL PASO DE LOS AÑOS


Solo he expuesto al público mi afición a la pintura en dos ocasiones y no creo que haya una tercera. Es más, no habrá una tercera. Y eso, que casi podría montar esa tercera exposición con los cuadros que tengo terminados sobre la oscense fuente de Marcelo. 

La primera versó sobre la santanderina ría de Cubas. La siguiente la titulé "Paisajes escritos", con el entorno de la ermita de Santa Orosia como protagonista. La primera fue emocionante; la segunda, además de emocionante, también muy sentida. Según iba acabando los cuadros, se los enviaba a mi hermano Antonio, vía wasap, y él me los retornaba con unos hermosos textos que posteriormente acompañarían a los cuadros en la exposición. El proceso creativo fue muy especial y creó entre nosotros un vínculo muy hermoso. Los dos disfrutamos mucho con este improvisado proyecto. Y yo, fui muy feliz.

Las dos exposiciones tenían un nexo en común: el paisaje. En una ocasión, Antonio me preguntó el motivo por el cual, solo pintaba paisajes. Le sonreí, además de descubrirle mis debilidades. Le vine a decir que si pintaba paisajes era porque me sentía cómodo con ellos y podía disimular mi torpeza con el dibujo. Es una lástima, pero esta es la razón. Me devolvió la sonrisa con una nueva pregunta. ¿Pero lo has intentado en alguna ocasión? Por supuesto que lo había intentado. Sobre todo cuando mis hijas eran pequeñas. Tengo cientos de fotografías de Loreto y Jara que me habría gustado llevar al óleo, pero me siento incapaz. Intentos hubo muchos, pero todos se quedaron en bocetos. Tenían que ser imágenes en las que nunca sus caras miraran a la cámara. Y si alguno finalicé, su parecido con la realidad es mera intuición. Sé que son ellas de tanto ver las fotografías. 

Este óleo que acompaña el texto, está basado en una fotografía que capté de Jara corriendo por la playa. Es perfectamente reconocible por el lazo rojo en la cabeza. Siempre llevaba por aquellos felices años, lazos en la cabeza. Pero vamos, que podría ser cualquier niña bañista que pasaba por allí en ese momento de capturar la imagen.

A este cuadro le tengo un especial cariño, a pesar de todos sus defectos. La imperfección nos acompaña en cada momento.