lunes, 26 de agosto de 2024

01479 Aquella Sandía

"A HORTELANO TONTO, PATATA GORDA"


Revisando fotografías, me acabo de encontrar con esta maravilla. Se trata de una sandía que planté en mi primer año de huerto "a lo grande", en la primavera/verano de 2019, y que pesó 17,500 kilos. Y esto no fue lo mejor, sino que además, resultó ser de un sabor excepcional.

Mi suegro que, él si que era un grandísimo hortelano, siempre dijo que la tierra de su huerto no estaba "hecha" ni para melones ni para sandías, pero que aun sabiéndolo y constatándolo año tras año, le gustaba plantar por si sonaba la flauta. Y así era. Sandías, todavía llegué a comer alguna aceptable, pero melones, anda que no los he comido en ensalada para aprovecharlos. Además de saber a tierra, eran sosos y pequeños. Vamos, que no había por dónde cogerlos.

Cuando mi suegro falleció, como pude, retomé la actividad hortícola. Llegado San Isidro, planté de todo, hasta sandías y melones tentando a la suerte. Ese año, de los melones, mejor ni hablar. En cambio, las sandías fueron un espectáculo, tanto en tamaño como en sabor. Ya lo dice el refrán: "A hortelano tonto, patata gorda", aunque en este caso habría que cambiar el tubérculo por el rojo fruto. Y qué orondo me ponía cuando hablaba de mis sandías. 

Esta fue la que más pesó. Todavía oigo su delicado crujir el día que la abrí en Bilbao, pues hasta allí la llevé. Todo un espectáculo y expectación su apertura.

Al año siguiente, animado por el recuerdo de tan magnífica cosecha de sandías vivido, volví a plantar. ¡Qué fiasco! Pequeñas, insípidas, malas a más no poder. Desastre total. No pude saborear ni una sola de las sandías nacidas. Nunca más he vuelto a plantar.

¡Qué razón tenía mi suegro! Esta tierra no es ni para melones ni para sandías. Y qué sabio nuestro refranero: "A hortelano tonto..."


No hay comentarios:

Publicar un comentario