jueves, 22 de agosto de 2024

01467 Las Madejas Como Aperitivo

 MARCHANDO UNA DE REIVINDICACIÓN


De vez en cuando, acostumbro a releer algunas de las entradas de este caleidoscopio vital, por si hay algo que corregir o actualizar. Siempre encuentro alguna errata. En esta tarea, me he encontrado con el protagonismo que en su día le di a las madejas, una elaboración alimenticia muy típica de Aragón, elaborada con las tripas e intestinos del cordero. (Ver entrada número 00724).

Acabar de leer lo que en su día escribí al respecto y entrarme unas tremendas ganas de comer un buen plato de madejas con una fresca caña, ha sido todo uno. Así, que me he vestido y me he lanzado a la calle en busca de este delicioso manjar. 

Una vez en la rue, me he preguntado, ¿pero dónde tendrán madejas?. Mis en otrora lugares de referencia, y que seguro que encontraría, o han echado la persiana para siempre, cambiado el negocio de orientación o cerrado por vacaciones (la segunda quincena de agosto en esta ciudad es lo que tiene). He echado una visual por el entorno donde vivo y ni asomo de madejas. 

Como terco que me considero, me he dicho, "pues hoy no te quedas sin tomar unas madejas". Así, que he optado por el plan be, que no era otro, que ir a comprarlas directamente a una carnicería. Cuando me dirigía hacia una chacinería, que intuía que venderían, ¡Oh, sorpresa y casualidad!, me encontré a una pareja sentada en una terraza de un bar, dando buena cuenta de un notable plato de aparentes y crujientes madejas aliñadas con su ajo y perejil. Para qué contar más, me he sentado en torno a la única mesa libre en ese momento y he pedido una ración de madejas con su correspondiente caña.

Me las ha servido el propietario del establecimiento, un viejo conocido de mis buenos tiempos. Nos hemos puesto al corriente de nuestras vidas, para acabar contándole mi antojo de madejas y lo no sencillo que es encontrarlas. Se ha sonreído y comentado a continuación, que él acostumbra a tener en atención a parroquianos como yo, pues la gente joven "pasa de ellas. La mayoría ni saben de su existencia. Tienen otra cultura del aperitivo". Tras su disertación, le he respondido con un escueto "¡Qué pena!". Y allí que me he quedado con mi ansiado plato de madejas, que me ha sabido a obra maestra. Mientras saboreaba cada porción de redonda madeja, he pensado que ahora, que todo se reivindica, también se podría respaldar a las madejas como aperitivo, porque mucho me temo, ojalá me equivoque, que tienen los años contados. Así, que humildemente, yo las reivindico, por si acaso.





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