UN IMPOSIBLE PARA MÍ
De muy pequeño, siempre me llamaron la atención tanto las
ristras de ajos como de cebollas. Las primeras que recuerdo, muy vagamente, las
localizo en el granero de mis abuelos en Alcalá de Gurrea. A mis ojos se
presentaban como auténticas obras de arte. Con el tiempo aprendería que, más
allá de su estética, obedecía a una forma de organización y de conservación.
Mucho más tarde, vería a mi suegro realizar la misma operación en su huerto. Y
a mis ojos les parecían un imposible. Entiendo que hay que tener, como todo en
la vida, experiencia, maña y oficio.
El nombre de ristra procede del latín, “restula”, cuerda”, y
se trata de un conjunto de elementos de un mismo origen, unos a continuación de
los otros, unidos frecuentemente con una cuerda o cordel. La técnica,
aparentemente sencilla, aunque para mí es un imposible, consiste en recolectar
tanto los ajos como las cebollas con el tallo y dejar varios días, en un lugar
seco y aireado, para que se sequen. Cuando los tallos están secos y antes de
que se vuelvan quebradizos, es el momento para hacer el trenzado tanto de las
unas como de los otros.
Solo en una ocasión he intentado trenzar ajos y cebollas
siguiendo un tutorial, pero fue tal desastre y me sentí tan impotente, que
nunca más me lo he vuelto a proponer. Con las cebollas, todavía me defendí un
poco, pero con los ajos, y lo veía venir, el día que arranqué las dos primeras
cabezas de la ristra, se fue todo al garate. Por eso, cuando veo, sobre todo
una ristra de ajos bien elaborada, me quito el sombrero, además de recordar mi
torpeza.
Curioseando un poco por la red en torno a las ristras de ajos,
he encontrado algunas perlas. Por ejemplo, en algunas zonas de España también
se les denomina “horca de ajos”. Que algunas ristras pueden contener entre
medio y un centenar de cabezas, llegando a pesar entre medio y un kilo. (Y yo
que con una docena y media de cabezas me vi incapaz). Que las ristras más
afamadas son las de Las Pedroñeras, en Cuenca. Que en la España septentrional
se coloca una ristra de ajos con un número impar de cabezas colgada en la
pared, o en el dintel de una puerta, para que pueda alejar los malos espíritus
el día de Todos los Santos. Y que, por no alargarme más, en el año 1998, la
ristra entró en el libro Guinness de los récords, con la ristra de ajos más
larga del mundo, con una ristra de ajos de 70 metros de longitud.
Las ristras de ajos que ilustran esta entrada están tomadas
en una feria agroganadera. Las vi y no me pude resistir.
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