NADA QUE ESCRIBIR
cuando me acordé de una noche de insomnio.
Fue el calor quien me llevó a un paraje
de ardientes colores
y perfumado de salada brisa.
Todo ante mis ojos
se mostraba en plácida calma.
La tenue luz,
el agua como pintada,
el cielo almibarado
y cientos de pensamientos a la fuga.
No recuerdo más.
Mis párpados se cerraron, felices, como persianas.
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