¡QUÉ SERÍA DE NOSOTROS SIN LOS HUEVOS FRITOS!
El caso es que ha sido acabar de elaborar la fritada y sonar el teléfono. La llamada era de un amigo que me pedía tomar un café. No se puede nunca negar un café a un amigo. He vuelto a casa y al ver a Humphry, mi compañero perruno, he recordado que tenía que llevarle a la clínica veterinaria para su pesaje, -le tengo a dieta, pues se está poniendo un tanto fondón-, y de paso, adquirir la pastilla trimestral antiparasitaria. Hemos regresado de nuevo a casa, después de coger un par de prolongados capazos, y nada más ponerme las zapatillas de estar en casa, han llamado a la puerta. Era la visita de un familiar. Nos hemos tomado un café en la terraza, ilustrado por su reciente viaje a Turquía. Le he preguntado si le apetecía quedarse a comer y me ha contestado que otro día, que ya había quedado. Se ha marchado y me ha dado por mirar la hora en el teléfono móvil, el de pulsera lo tengo sin pilas. Y ¡horror!, he visto que eran las tres menos cuarto de la tarde. O lo que es lo mismo, en quince minutos llegaría Jara a casa de trabajar y como siempre, lo haría muerta de hambre.
La fritada aragonesa estaba lista para servir, pero entre unas cosas y otras, se me había olvidado sacar por la mañana algo del congelador para completar el menú. En lugar de entrar en modo "pánico", he optado por el siempre bien recibido y socorrido plan be, que no es otro que los huevos fritos. ¡Qué sería de nosotros sin los huevos fritos!
Cuando Jara ha entrado por la puerta de la cocina estaba ya todo dispuesto sobre la mesa. Ha visto la fritada con los huevos fritos y he visto como sus ojos le hacían chiribitas. Nunca habíamos comido la fritada aragonesa con huevos fritos y francamente, estaba super deliciosa. Tanto, que no será la última vez que fritada y huevos fritos se hagan compañía. Y no como socorrido recurso, sino por pura y llana apetencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario