¡BUENOS DÍAS!
jueves, 29 de agosto de 2024
01487 Dos Letras
01486 El Salpicón de Langostinos
CON MIGAS DE CANGREJO DE MAR
01485 Anclas
ANCLADAS
01484 Las Acelgas Gratinadas con Bechamel
DELICIOSO DISIMULO
miércoles, 28 de agosto de 2024
01483 Convivir
HUMPHRY
01482 Oración
A LOS PIES DEL CASTILLO DE ACHER
Castillo de Acher. Selva de Oza. Pirineo Aragonés |
martes, 27 de agosto de 2024
01481 La Salsa Verde
PESCADOS Y MARISCOS
Con lo que me gustan las salsas y qué poco juego les estoy
dando en este caleidoscopio vital. Así, que de hoy no pasa, que voy a ir trayendo
aquellas salsas que tanto me complacen y que me han venido acompañando desde mi
infancia, a través de los usos y costumbres de mi madre en la cocina.
Como digo, me encantan las salsas; tanto las de antiguo y tradición,
como las nuevas que se van incorporando al fascinante mundo de la gastronomía. No
hace mucho, cocinamos en casa una merluza a la vasca; una auténtica delicia de
la tradición pesquera de la tierra vasca. Mientras saboreaba tan sabroso guiso,
me llegaron numerosos recuerdos, no solo del plato de merluza salseada, sino
especialmente de la salsa verde que todo lo envolvía.
Es un plato que relaciono mucho, por no decir todo, con días
de celebración o festividad. Y es que así lo decidía mi madre. Cuando preparaba
menús para los días señalados, sobre todo en tiempo de Cuaresma, acostumbraba a contar con este atractivo plato. No siempre era merluza a la vasca en toda su dimensión.
Según la economía reinante en casa en cada momento y los precios del mercado,
la merluza era suplida por otro pescado más accesible, y en lugar de almejas,
incorporaba chirlas. En ocasiones, añadía espárragos, guisantes y huevos cocidos.
En fin, había pequeñas variaciones al respecto, pero lo único que persistía en totum revolutum de guiso que mi madre improvisaba, era la salsa verde.
A mí me encantaba de cualquier manera. Eso sí, siempre con
la barra o el pan de moños al lado. Los kilos de pan que habré untado en esta
salsa elaborada con cebolla, ajo, perejil, vino blanco, caldo de pescado y una
cucharadita de harina. Hasta donde llegaría mi querencia y favor por esta
salsa, que siempre rezaba para que quedara algo en la cazuela. Un resto al que,
en otro momento, habitualmente para la cena, mi madre añadía una tortilla floja
o una tortilla con pan en forma circular. Se me saltan las lágrimas solo de recordarlo.
¡Qué cosa más rica!
Ingredientes: 1 cebolla, 1 diente de ajo, un vaso pequeño de
vino blanco, 400 ml de caldo de pescado, un buen manojo de perejil, media
cucharada de harina de trigo, sal y aceite de oliva virgen extra.
Elaboración: Picar la cebolla y el ajo en trozos pequeños, y
pochar a fuego lento en un poco de aceite de oliva virgen extra. Salpimentar.
Una vez dorada la cebolla, incorporar la harina y mezclar bien. Sofreír durante
un minuto y agregar el vino blanco. Remover. Picar finamente las hojas de
perejil y añadir al sofrito. Remover y agregar el caldo de pescado. Remover y
cocinar hasta conseguir el espesor deseado de la salsa. Una vez conseguida la
salsa, añadir y cocinar el pescado o marisco que se desee.
lunes, 26 de agosto de 2024
01480 Olores y Perfumes
ALBAHACA PERFUMADA
01479 Aquella Sandía
"A HORTELANO TONTO, PATATA GORDA"
domingo, 25 de agosto de 2024
01478 Coincidencia
LUNA, SOL Y AGUA
01477 Las Tortas Locas
DE MÁLAGA
Continuamos conociendo las excelencias de la dulce España,
gracias a los viajes que hace nuestra hija Jara. Ya he comentado que, Jara,
cuando realiza algún viaje, tiene por costumbre traernos algún dulce típico del
lugar que visita. En esta ocasión, el sabroso regalo y recuerdo viene de la
ciudad de Málaga. Regresó de esa localidad encantada. Lo primero que dijo nada
más llegar a casa fue: “Papá, mamá, tenéis que ir. Os va a encantar”. A lo que
le contesté: “Hace tiempo que está en mi punto de mira”.
Dicho esto, dejó sobre la mesa un paquete en cuyo envoltorio
se podía leer “Panadería Confitería Ntra. Sra. del Socorro Elaboración Artesanal”.
Nos comentó que, preguntado en el hotel donde se había alojado por un dulce
típico de Málaga, no dudaron en indicar que tenía que adquirir “unas
locas”. Pensé, que solo el nombre ya prometía. Desenvolvimos el paquete y
aparecieron unos redondos, anaranjados y llamativos pasteles; dos círculos de
hojaldres rellenos de crema pastelera y recubiertos de un glaseado de yema,
coronados por una guinda. ¡Qué cosa más deliciosa! ¡Potente, pero deliciosa! Me
entusiasmó.
Buscando la curiosa historia de las tortas locas malagueñas,
me he encontrado con una receta facilitada por la Academia Gastronómica de
Málaga. Si algún día me encuentro muy inspirado, igual la pongo en práctica.
Por si acaso, aquí la recojo. Aunque me parece, que lo mejor será ir a tomarlas
a su lugar de origen; a la bella y exitosa ciudad de Málaga.
Ingredientes: 2 planchas de hojaldre y guindas. Para la
crema pastelera: 50 gr de mantequilla, ½ litro de leche, 3 yemas de huevo, 125
gr de azúcar, 50 gr de harina de maíz, esencia de vainilla o vaina de vainilla,
corteza de limón (opcional) y rama de canela. Para la cobertura de yema: 4
yemas de huevo, 200 ml de agua, 250 gr de azúcar, 50 gr de harina de maíz, 1
cuchara de café de esencia de vainilla y colorante alimenticio naranja. Para el
almíbar: 150 ml de agua y 225 gr de azúcar.
Para la crema pastelera, añadimos en un cazo la mantequilla,
la leche, la canela y la cáscara de limón hasta que rompa a hervir. Batir las
yemas junto al azúcar y la harina de maíz en un cuenco y añadir a este poco a
poco la leche sin parar de remover. Pasar todo al cazo y cocinar al baño maría
a fuego lento hasta que espese, sin que rompa a hervir. Dejar enfiar.
Para preparar la cobertura de yema batir las yemas con el
azúcar y la harina hasta que se mezcle bien. Poner a hervir el agua con el
azúcar y mezclar poco a poco las yemas a fuego bajo hasta que espese. Añadir
unas gotas de colorante naranja. Dejar enfriar.
Por último, para hacer el almíbar poner el agua y el azúcar
a fuego medio hasta que éste se disuelva y apartar del fuego.
Para montar el dulce coger un círculo, rellenar de crema,
cerrar con otro círculo de hojaldre, disponer la cobertura, poner media guinda
y pintar con el almíbar. Comer frío.
sábado, 24 de agosto de 2024
01476 Jugar con la Luna
EN EL LÍMITE DE UNA NOCHE SIN ESTRELLAS
01475 La Fritada Aragonesa con Huevos Fritos
¡QUÉ SERÍA DE NOSOTROS SIN LOS HUEVOS FRITOS!
01474 Algo Especial
E INESPERADO
01473 Las Banderillas de Nectarina, Jamón y Mozzarella
CURIOSA COMBINACIÓN
viernes, 23 de agosto de 2024
01472 Cuando las Palabras Buscan Reposo
ANTE EL ADIÓS IMPREVISTO
01471 Las Ristras de Ajos
UN IMPOSIBLE PARA MÍ
De muy pequeño, siempre me llamaron la atención tanto las
ristras de ajos como de cebollas. Las primeras que recuerdo, muy vagamente, las
localizo en el granero de mis abuelos en Alcalá de Gurrea. A mis ojos se
presentaban como auténticas obras de arte. Con el tiempo aprendería que, más
allá de su estética, obedecía a una forma de organización y de conservación.
Mucho más tarde, vería a mi suegro realizar la misma operación en su huerto. Y
a mis ojos les parecían un imposible. Entiendo que hay que tener, como todo en
la vida, experiencia, maña y oficio.
El nombre de ristra procede del latín, “restula”, cuerda”, y
se trata de un conjunto de elementos de un mismo origen, unos a continuación de
los otros, unidos frecuentemente con una cuerda o cordel. La técnica,
aparentemente sencilla, aunque para mí es un imposible, consiste en recolectar
tanto los ajos como las cebollas con el tallo y dejar varios días, en un lugar
seco y aireado, para que se sequen. Cuando los tallos están secos y antes de
que se vuelvan quebradizos, es el momento para hacer el trenzado tanto de las
unas como de los otros.
Solo en una ocasión he intentado trenzar ajos y cebollas
siguiendo un tutorial, pero fue tal desastre y me sentí tan impotente, que
nunca más me lo he vuelto a proponer. Con las cebollas, todavía me defendí un
poco, pero con los ajos, y lo veía venir, el día que arranqué las dos primeras
cabezas de la ristra, se fue todo al garate. Por eso, cuando veo, sobre todo
una ristra de ajos bien elaborada, me quito el sombrero, además de recordar mi
torpeza.
Curioseando un poco por la red en torno a las ristras de ajos,
he encontrado algunas perlas. Por ejemplo, en algunas zonas de España también
se les denomina “horca de ajos”. Que algunas ristras pueden contener entre
medio y un centenar de cabezas, llegando a pesar entre medio y un kilo. (Y yo
que con una docena y media de cabezas me vi incapaz). Que las ristras más
afamadas son las de Las Pedroñeras, en Cuenca. Que en la España septentrional
se coloca una ristra de ajos con un número impar de cabezas colgada en la
pared, o en el dintel de una puerta, para que pueda alejar los malos espíritus
el día de Todos los Santos. Y que, por no alargarme más, en el año 1998, la
ristra entró en el libro Guinness de los récords, con la ristra de ajos más
larga del mundo, con una ristra de ajos de 70 metros de longitud.
Las ristras de ajos que ilustran esta entrada están tomadas
en una feria agroganadera. Las vi y no me pude resistir.
01470 Un Descanso
COLORIDA HILATURA
01469 Los Huevos Fritos con Papada de Cerdo
UNA TENTACIÓN
jueves, 22 de agosto de 2024
01468 Silencio y Armonía
CONTEMPLACIÓN
01467 Las Madejas Como Aperitivo
MARCHANDO UNA DE REIVINDICACIÓN
miércoles, 21 de agosto de 2024
01466 Entretenimiento
MIENTRAS LA ESPERA
01465 Y Tan a Gusto
Y EN VERANO, LO JUSTO
lunes, 19 de agosto de 2024
01464 Bajo Mínimos
NIVEL DE EXIGENCIA
01463 Las Vieiras
CON AJO Y PEREJIL
Cuando cocino vieiras, de ciento a viento, lo hago como aprendí de mi madre. Es decir, al horno y con pan rallado (Ver entrada de este blog número 00214). Pero en esta ocasión, me apetecía cocinarlas a la guisa de mi hermano Antonio: a la plancha con ajo y perejil. Más rápidas y con un resultado de escándalo. El remate ha venido de la mano de una botella de Riveiro, que no hace mucho me regaló un amigo. Hacía tiempo que no tomaba un aperitivo tan gratificante y reparador.
Ingredientes: 8 vieiras, 2 dientes de ajo, 2 cucharadas de perejil fresco picado, el zumo de medio limón, escamas de sal y aceite de oliva virgen extra.
Elaboración: Limpiar bien las vieiras y separar el cuerpo y el coral de las conchas. Picar los ajos y el perejil muy menudo. Exprimir medio limón. Cocinar las vieiras a la plancha en una sartén con un poco de aceite. En la misma sartén donde hemos cocinado las vieiras, añadir un poco más de aceite y dorar el ajo picado. Una vez dorado, sin que se queme, añadir el perejil y el zumo de limón, y retirar del fuego. Colocar las vieiras sobre sus conchas y rehogarlas con la mezcla de aceite, ajo y perejil. Finalizar espolvoreando sobre ellas unas escamas de sal. Servir recién hechas.
01462 Noche de Insomnio
NADA QUE ESCRIBIR
viernes, 16 de agosto de 2024
01461 Cuatro Corazones Con Freno y Marcha Atrás
ELIXIR DE LA ETERNA JUVENTUD
Regresa el teatro a este caleidoscopio vital. Lo hace de la
mano de uno de mis autores teatrales de cabecera, Enrique Jardiel Poncela, y de
una de sus más que aplaudidas obras, “Cuatro corazones con freno y marcha atrás”.
Se trata, al decir de los entendidos, de una de las obras
más logradas de Jardiel Poncela (Madrid, 1901/1952), uno de los miembros más
destacados de la que se ha dado en llamar “la generación inverosímil”, la
versión en prosa de la Generación del 27, y considerado como renovador del
humor español moderno.
La obra es un disparate en sí, con un texto teatral explosivo
y matices filosóficos. En “Cuatro corazones con freno y marcha atrás”, nos
encontramos con el amor, la belleza, la verdad, pero, sobre todo, nos
enfrentamos a la vida y al paso del tiempo, la pérdida de las ilusiones y la
muerte. Según pude leer, para Jardiel, “la vida consiste en una aventura
caótica sin pies ni cabeza de la que hay que reírse siempre, puesto que la risa es
una cosa muy seria”.
La obra fue representada por el grupo de teatro leído y
dramatizado al que pertenecía, en marzo de 2018. Recuerdo que disfrutamos
muchísimo preparándola y por supuesto, representándola. Si mal no recuerdo, es
una de las obras que más elenco hemos necesitado para su puesta en escena. Me
ha llamado la curiosidad y he ido en busca del libreto. Efectivamente, son 23
personajes, si bien, nosotros la representamos con 15, doblando alguno de los
papeles.
jueves, 15 de agosto de 2024
01460 Mismo Lugar
DISTINTA HORA
01459 La Ensalada de Garbanzos
QUE NO FALTE EN VERANO
También las legumbres son para el verano. Desprovistas de
sus acompañamientos tradicionales de la época invernal, durante el estío, y para
quienes somos forofos de ellas, una magnífica opción es tomarlas en formato
ensalada.
Esta mañana me he levantado con ganas de comer garbanzos.
Así, que nada más acabar de desayunarme mi acostumbrado café americano, el
primero de los seis o siete que me acompañan durante el día, me he puesto manos
a la obra. Aunque se elabora en un santiamén, es conveniente, para que esté lo
más fresca posible, que descanse en el frigorífico unas tres horas y poder así salir a la mesa en óptimas condiciones.
Ingredientes para 4 personas: 2 botes de garbanzos cocidos,
1 cebolla dulce, 2 huevos cocidos, 6 pepinillos agridulces, 6 pimientos del
piquillo asados, pimienta, aceite, vinagre y sal.
Elaboración: Comenzar por preparar la vinagreta para el
aliño. En un bol con tape, incorporar una parte de vinagre, por tres de aceite,
en la cantidad que se desee. Agitar y añadir la sal y la pimienta. Tapar el bol
y volver a agitar. Cortar a dados pequeños los huevos cocidos e incorporar a la
vinagreta. Remover. Picar la cebolla e incorporar también a la vinagreta.
Remover. Cortar los pepinillos en porciones pequeñas y añadir a la vinagreta.
Remover. Y, por último, cortar a tiras los pimientos del piquillo y sumar a la
vinagreta. Remover y reservar. Lavar bien los garbanzos y depositarlos en una
ensaladera. Añadir a los garbanzos la vinagreta y remover bien. Introducir en el
frigorífico, al menos durante tres horas, y servir.
martes, 13 de agosto de 2024
01458 Enmarcar los Veranos
HAY VERANOS
01457 Mojácar
"TENGO QUE VOLVER"
Aunque no es habitual, comenzaré por el final: “TENGO QUE
VOLVER”. Así reza la última línea de los apuntes que fui tomando sobre la
marcha, en un mini viaje vacacional por tierras almerienses y que me llevó de paso
por Mojácar, “Uno de los pueblos más bonitos de España”.
Permanecí recorriendo sus estrechas calles de blancos y flores,
de belleza íntima, con el acostumbrado café americano con hielo incluido,
apenas tres horas. Fueron ciento ochenta minutos de admiración, sin contar con el
asombro que mostré a mis acompañantes cuando esta hermosa localidad se pudo
avistar en la lejanía. Una vez metido al amparo de sus casas blancas y conocedor
de que el tiempo apremiaba, me dejé llevar por sus calles y casas colgadas de
la última estribación de la Sierra de Cabrera, custodiado por un cielo de
intenso azul.
Las prisas nunca son buenas consejeras y desde luego,
visitar Mojácar como yo lo hice, me parece todo un despropósito. Por eso, tal y
como he comenzado diciendo en esta entrada, y tal y como escribí el día en el que
la mal visité: “TENGO QUE VOLVER”. Y añado ahora: “PARA HACERNOS JUSTICIA”.