jueves, 29 de agosto de 2024

01487 Dos Letras

¡BUENOS DÍAS!


Dos letras. Un punto de luz. Dentro y fuera en el atardecer que invita a desear un adelantado ¡Buenos Días!


01486 El Salpicón de Langostinos

CON MIGAS DE CANGREJO DE MAR


La despensa, como la vida, se hace necesario revisarlas de vez en cuando. Reconozco que en sendos casos, ejecutar tal acción da un poco de pereza.

Hacía tiempo que cada vez que entraba en la despensa me decía: "Tengo que hacer una revisión a fondo y poner un poco de orden". Cada vez que entro en mi vida, también lo pienso, pero no acabo de decirme. Me parece más complejo que ordenar una despensa.

Así, que hoy que me he levantado, no sé el motivo, como una motoreta, nada más desayunar me he puesto manos a la obra y he dedicado toda la mañana a tan ejemplarizante labor. Cuando he comenzado a trastear botes, paquetes, envases, botellas y otros envoltorios, no sabía por dónde hincarle el diente al desorden. Y eso que no hace mucho tiempo le dediqué otra mañana. Además de ordenar y tenerlo todo a mano, me preocupa la caducidad de los alimentos. En ocasiones, compramos comida para algún día especial y luego nos olvidamos de ella. Y eso que soy de los que piensa, que cualquier día puede ser especial, pero la parte contratante no es de la misma opinión. El caso es que entre las latas próximas a su caducidad, me he topado con una lata de cangrejo desmigado que compramos hace algunos años en Andorra. Se encontraba al fondo de una de las estanterías, cuidadín con los fondos de las estanterías, y ni acordarnos de ella. La he recuperado y colocado en el frigorífico para que estuviera fresca y hacer unos canapés de aperitivo, después de ordenar la despensa.

Tras finalizar la operación despensa en modo toc (trastorno obsesivo-compulsivo), y después de más de dos horas de empeño sin descanso, me he vuelto a dirigir hacia el frigorífico para preparar los canapés de migas de cangrejo. Pero un plato con unos langostinos que habían sobrado de ayer, han dado un brusco giro a los acontecimiento. ¿Y si en lugar de unos canapés, preparo un salpicón de langostinos y le añado el cangrejo? Pensado y hecho. Además, también disponía del resto de ingredientes para hacer un buen salpicón.

El resultado ha sido óptimo. Al ya de por sí gustoso salpicón de langostinos, la incorporación de las migas de cangrejo ha sido muy afortunada, ya que ha potenciado el sabor del plato. Apañado.

Ingredientes para 4 personas: 10 langostinos cocidos y limpios, 1/2 pimiento rojo, 1/2 pimiento verde, 1/2 cebolla, 1 tomate maduro, 1 lata pequeña de migas de cangrejo de mar, aceite de oliva virgen extra, vinagre y sal.

Elaboración: Trocear finamente todos los ingredientes del salpicón, incorporar la lata de migas de cangrejo de mar y aliñar al gusto con aceite, vinagre y sal. Mantener en el frigorífico al menos un par de horas y servir. 



01485 Anclas

 ANCLADAS


Anclas ancladas de por vida, para siempre. Mirando al mar, a la mar de trasiego, laboreo y aventura, de calma y tempestades. Ayer anclaron en fondos marinos. Hoy, se fijan en suave y delicada duna donde descansar sus recuerdos marineros.

Cementerio de anclas. Praia do Barril. Algarve. Portugal.


01484 Las Acelgas Gratinadas con Bechamel

 DELICIOSO DISIMULO


Me parece que ya he comentado, que este año, por razones que no vienen al caso, no he puesto huerto de verano. Así, que me he quedado huérfano de tan preciado tesoro y de sus tesoros. No obstante, esto no ha sido óbice para que no haya disfrutado, siempre hay algún amigo que tiene huerto, de algunos de los productos que arroja la tierra trabajada.

Como digo, hace unos días un amigo se presentó en casa con un saco repleto de productos hortícolas. Me dijo que se había acordado de que este año no iba a poner huerto y que me traía una selección de productos.

El saco, como mi amigo, rebosaba generosidad: lechugas, tomates, pepinos, calabacines, cebollas y acelgas, unos hermosos y llamativos ramos de acelgas. Me encantan las acelgas. Habitualmente las consumimos hervidas con patatas y rehogadas con cebolla, ajo y tocino de jamón. Y así hemos tomado estas en los dos últimos días. Pero esta mañana, me he acordado de un plato que les hacía a mis hijas cuando eran pequeñas: acelgas gratinadas con bechamel.

Eran buenas comedoras, aunque había alimentos que no les hacían mucha gracia. Por ejemplo, las acelgas. Se las comían, sí, pero se les "hacían bola". En ocasiones, y para ayudarles a pasar el "mal rato", disimulaba este vegetal con una buena y generosa salsa bechamel, la salsa de las salsas, y que luego introducía en el horno a gratinar con una buena capa por encima de queso rallado. Ese día no había ni "bola", ni malas caras, ni aspavientos. Me atrevería a decir que para las niñas era una comida de fiesta.

Así, que con este recuerdo, he recuperado aquellos días, y nos hemos deleitado para comer con unas acelgas gratinadas con bechamel. ¡Y qué buenas estaban!

Ingredientes para 4 personas: 1/2 kilo de acelgas, leche entera, 1 nuez de mantequilla, harina, nuez moscada, 200 gramos de queso para gratinar y sal.

Elaboración: Cocer las acelgas troceadas en abundante agua hirviendo con sal. Dejar las acelgas un poco al dente, pues luego irán al horno. Hacer una bechamel un poco espesa con mantequilla, leche, harina, nuez moscada y sal. Colocar en una fuente de horno las acelgas bien escurridas y cubrir con la bechamel. Espolvorear de forma generosa queso para gratinar y hornear en la parte alta del horno durante unos 25 minutos a 180 grados centígrados, con el horno precalentado a 200 grados. Servir caliente.


miércoles, 28 de agosto de 2024

01483 Convivir

 HUMPHRY


Convivir es una cuestión de mutuo y continuo aprendizaje. Me lo recuerda cada día mi compañero Humphry. Nadie dijo que fuera fácil.


01482 Oración

 A LOS PIES DEL CASTILLO DE ACHER


Castillo de Acher. Selva de Oza. Pirineo Aragonés
Se hace necesario regresar
a los lugares queridos,
aunque el dolor golpee el alma
y los recuerdos propicien abismos.

Es una necesidad sentida
para estar siempre cerca
de quien fuera hermano y amigo,
de alguien que nunca caerá en el olvido.

Descansa, hermano.
Descansa, amigo.
Y que la paz sea contigo.


martes, 27 de agosto de 2024

01481 La Salsa Verde

PESCADOS Y MARISCOS


Con lo que me gustan las salsas y qué poco juego les estoy dando en este caleidoscopio vital. Así, que de hoy no pasa, que voy a ir trayendo aquellas salsas que tanto me complacen y que me han venido acompañando desde mi infancia, a través de los usos y costumbres de mi madre en la cocina.

Como digo, me encantan las salsas; tanto las de antiguo y tradición, como las nuevas que se van incorporando al fascinante mundo de la gastronomía. No hace mucho, cocinamos en casa una merluza a la vasca; una auténtica delicia de la tradición pesquera de la tierra vasca. Mientras saboreaba tan sabroso guiso, me llegaron numerosos recuerdos, no solo del plato de merluza salseada, sino especialmente de la salsa verde que todo lo envolvía.

Es un plato que relaciono mucho, por no decir todo, con días de celebración o festividad. Y es que así lo decidía mi madre. Cuando preparaba menús para los días señalados, sobre todo en tiempo de Cuaresma, siempre contaba con este atractivo plato. No siempre era merluza a la vasca en toda su dimensión. Según la economía reinante en casa en cada momento y los precios del mercado, la merluza era suplida por otro pescado más accesible, y en lugar de almejas, incorporaba chirlas. En ocasiones, añadía espárragos, guisantes y huevos cocidos. En fin, había pequeñas variaciones al respecto, pero lo único que era fiel a ese totum revolutum de guiso que mi madre improvisaba era la salsa verde.

A mí me encantaba de cualquier manera. Eso sí, siempre con la barra o el pan de moños al lado. Los kilos de pan que habré untado en esta salsa elaborada con cebolla, ajo, perejil, vino blanco, caldo de pescado y una cucharadita de harina. Hasta donde llegaría mi querencia y favor por esta salsa, que siempre rezaba para que quedara algo en la cazuela. Un resto al que, en otro momento, habitualmente para la cena, mi madre añadía una tortilla floja o una tortilla con pan en forma circular. Se me saltan las lágrimas solo de recordarlo. ¡Qué cosa más rica!

Ingredientes: 1 cebolla, 1 diente de ajo, un vaso pequeño de vino blanco, 400 ml de caldo de pescado, un buen manojo de perejil, media cucharada de harina de trigo, sal y aceite de oliva virgen extra.

Elaboración: Picar la cebolla y el ajo en trozos pequeños, y pochar a fuego lento en un poco de aceite de oliva virgen extra. Salpimentar. Una vez dorada la cebolla, incorporar la harina y mezclar bien. Sofreír durante un minuto y agregar el vino blanco. Remover. Picar finamente las hojas de perejil y añadir al sofrito. Remover y agregar el caldo de pescado. Remover y cocinar hasta conseguir el espesor deseado de la salsa. Una vez conseguida la salsa, añadir y cocinar el pescado o marisco que se desee.




lunes, 26 de agosto de 2024

01480 Olores y Perfumes

 ALBAHACA PERFUMADA


Hay olores y perfumes.

Hay olores que convierten
los días 
en entrañables
y tradicionales perfumes.

Hay perfumes
que se adhieren
a la piel del sentimiento
solo con el mirar,
sin necesidad de percibir su olor.


01479 Aquella Sandía

"A HORTELANO TONTO, PATATA GORDA"


Revisando fotografías, me acabo de encontrar con esta maravilla. Se trata de una sandía que planté en mi primer año de huerto "a lo grande", en la primavera/verano de 2019, y que pesó 17,500 kilos. Y esto no fue lo mejor, sino que además, resultó ser de un sabor excepcional.

Mi suegro que, él si que era un grandísimo hortelano, siempre dijo que la tierra de su huerto no estaba "hecha" ni para melones ni para sandías, pero que aun sabiéndolo y constatándolo año tras año, le gustaba plantar por si sonaba la flauta. Y así era. Sandías, todavía llegué a comer alguna aceptable, pero melones, anda que no los he comido en ensalada para aprovecharlos. Además de saber a tierra, eran sosos y pequeños. Vamos, que no había por dónde cogerlos.

Cuando mi suegro falleció, como pude, retomé la actividad hortícola. Llegado San Isidro, planté de todo, hasta sandías y melones tentando a la suerte. Ese año, de los melones, mejor ni hablar. En cambio, las sandías fueron un espectáculo, tanto en tamaño como en sabor. Ya lo dice el refrán: "A hortelano tonto, patata gorda", aunque en este caso habría que cambiar el tubérculo por el rojo fruto. Y qué orondo me ponía cuando hablaba de mis sandías. 

Esta fue la que más pesó. Todavía oigo su delicado crujir el día que la abrí en Bilbao, pues hasta allí la llevé. Todo un espectáculo y expectación su apertura.

Al año siguiente, animado por el recuerdo de tan magnífica cosecha de sandías vivido, volví a plantar. ¡Qué fiasco! Pequeñas, insípidas, malas a más no poder. Desastre total. No pude saborear ni una sola de las sandías nacidas. Nunca más he vuelto a plantar.

¡Qué razón tenía mi suegro! Esta tierra no es ni para melones ni para sandías. Y qué sabio nuestro refranero: "A hortelano tonto..."


domingo, 25 de agosto de 2024

01478 Coincidencia

 LUNA, SOL Y AGUA


Una noche,
el sol,
la luna
y el agua
coincidieron para escribir
un verso sobre la mar.
De lo que dijeron,
poco puedo contar.

Han pasado los años
y todavía sigo leyendo
aquel verso
que una noche,
sol, agua y luna
escribieron sobre el mar.


01477 Las Tortas Locas

 DE MÁLAGA


Continuamos conociendo las excelencias de la dulce España, gracias a los viajes que hace nuestra hija Jara. Ya he comentado que, Jara, cuando realiza algún viaje, tiene por costumbre traernos algún dulce típico del lugar que visita. En esta ocasión, el sabroso regalo y recuerdo viene de la ciudad de Málaga. Regresó de esa localidad encantada. Lo primero que dijo nada más llegar a casa fue: “Papá, mamá, tenéis que ir. Os va a encantar”. A lo que le contesté: “Hace tiempo que está en mi punto de mira”.

Dicho esto, dejó sobre la mesa un paquete en cuyo envoltorio se podía leer “Panadería Confitería Ntra. Sra. del Socorro Elaboración Artesanal”. Nos comentó que, preguntado en el hotel donde se había alojado, sobre un dulce típico de Málaga, no dudaron en indicar que, sin duda, tenía que adquirir “unas locas”. Pensé, que solo el nombre ya prometía. Desenvolvimos el paquete y aparecieron unos redondos, anaranjados y llamativos pasteles; dos círculos de hojaldres rellenos de crema pastelera y recubiertos de un glaseado de yema, coronados por una guinda. ¡Qué cosa más deliciosa! ¡Potente, pero deliciosa! Me entusiasmó.

Todavía, con el agradable dulzor en la boca y, sobre todo, por el curioso nombre dado al pastel/torta que me había acabado de comer, indagué sobre él. Según pude leer, el creador de este emblemático dulce de la ciudad de Málaga fue Eduardo Rubio, un jugador de fútbol barcelonés que ficho por el Málaga CF en los años 50 del siglo pasado. Por aquel entonces, el salario de un futbolista de primera división, en nada se parecía al de ahora. Era muy corriente que los jugadores tuvieran que buscarse “la vida” para aumentar sus ingresos. De esta manera, Rubio, pastelero de oficio, ideó este dulce que acabaría, con el paso del tiempo, por convertirse en todo un referente de la pastelería malagueña. En cuanto al curioso nombre que le dio a la torta, al parecer, vendría dado por el título de una canción muy de moda por aquellos años, “A lo loco se vive mejor”, de Luisa Linares y Los Galindos. En un principio, el dulce comenzó llamándose “loco”, pero cuando los empleados de Rubio, José Ruiz y María Jesús Fernández, padres de Manuel Ruiz, abrieron su propio obrador en la calle Tejeros del Barrio de la Victoria, cambió a «loca».

Buscando la curiosa historia de las tortas locas malagueñas, me he encontrado con una receta facilitada por la Academia Gastronómica de Málaga. Si algún día me encuentro muy inspirado, igual la pongo en práctica. Por si acaso, aquí la recojo. Aunque me parece, que lo mejor será ir a tomarlas a su lugar de origen; a la bella y exitosa ciudad de Málaga.

Ingredientes: 2 planchas de hojaldre y guindas. Para la crema pastelera: 50 gr de mantequilla, ½ litro de leche, 3 yemas de huevo, 125 gr de azúcar, 50 gr de harina de maíz, esencia de vainilla o vaina de vainilla, corteza de limón (opcional) y rama de canela. Para la cobertura de yema: 4 yemas de huevo, 200 ml de agua, 250 gr de azúcar, 50 gr de harina de maíz, 1 cuchara de café de esencia de vainilla y colorante alimenticio naranja. Para el almíbar: 150 ml de agua y 225 gr de azúcar.

Elaboración: Precalentar el horno a 200 grados mientras estiramos el hojaldre. Hacer círculos con un molde o vaso de un tamaño pequeño. Hornear los círculos sobre papel vegetal hasta que queden dorados colocando encima otra bandeja para que no suba en exceso. Una vez dorados sacar y dejar enfriar sobre una rejilla.

Para la crema pastelera, añadimos en un cazo la mantequilla, la leche, la canela y la cáscara de limón hasta que rompa a hervir. Batir las yemas junto al azúcar y la harina de maíz en un cuenco y añadir a este poco a poco la leche sin parar de remover. Pasar todo al cazo y cocinar al baño maría a fuego lento hasta que espese, sin que rompa a hervir. Dejar enfiar.

Para preparar la cobertura de yema batir las yemas con el azúcar y la harina hasta que se mezcle bien. Poner a hervir el agua con el azúcar y mezclar poco a poco las yemas a fuego bajo hasta que espese. Añadir unas gotas de colorante naranja. Dejar enfriar.

Por último, para hacer el almíbar poner el agua y el azúcar a fuego medio hasta que éste se disuelva y apartar del fuego.

Para montar el dulce coger un círculo, rellenar de crema, cerrar con otro círculo de hojaldre, disponer la cobertura, poner media guinda y pintar con el almíbar. Comer frío.

 

 





sábado, 24 de agosto de 2024

01476 Jugar con la Luna

EN EL LÍMITE DE UNA NOCHE SIN ESTRELLAS


Y la luna salió disparada hacia no sé dónde, desde un improvisado tirachinas. Todavía recuerdo su sonrisa en el límite de una noche sin estrellas. 






01475 La Fritada Aragonesa con Huevos Fritos

¡QUÉ SERÍA DE NOSOTROS SIN LOS HUEVOS FRITOS!


Hay días que los imprevistos vienen a visitarte y tuercen todos tus planes. Lo que en un principio iba a ser una mañana tranquila, se ha convertido en un descoloque total. Nada importante, afortunadamente. Cuestiones domésticas que era necesario atender y que se han juntado todas de golpe. Y eso que el día prometía tranquilidad. Tanto que hasta me he animado cocinar para comer una fritada aragonesa, que tanto nos gusta a todos y de la que ya escribí en la entrada número 00766 de este caleidoscopio vital. 

El caso es que ha sido acabar de elaborar la fritada y sonar el teléfono. La llamada era de un amigo que me pedía tomar un café. No se puede nunca negar un café a un amigo. He vuelto a casa y al ver a Humphry, mi compañero perruno, he recordado que tenía que llevarle a la clínica veterinaria para su pesaje, -le tengo a dieta, pues se está poniendo un tanto fondón-, y de paso, adquirir la pastilla trimestral antiparasitaria. Hemos regresado de nuevo a casa, después de coger un par de prolongados capazos, y nada más ponerme las zapatillas de estar en casa, han llamado a la puerta. Era la visita de un familiar. Nos hemos tomado un café en la terraza, ilustrado por su reciente viaje a Turquía. Le he preguntado si le apetecía quedarse a comer y me ha contestado que otro día, que ya había quedado. Se ha marchado y me ha dado por mirar la hora en el teléfono móvil, el de pulsera lo tengo sin pilas. Y ¡horror!, he visto que eran las tres menos cuarto de la tarde. O lo que es lo mismo, en quince minutos llegaría Jara a casa de trabajar y como siempre, lo haría muerta de hambre.

La fritada aragonesa estaba lista para servir, pero entre unas cosas y otras, se me había olvidado sacar por la mañana algo del congelador para completar el menú. En lugar de entrar en modo "pánico", he optado por el siempre bien recibido y socorrido plan be, que no es otro que los huevos fritos. ¡Qué sería de nosotros sin los huevos fritos!

Cuando Jara ha entrado por la puerta de la cocina estaba ya todo dispuesto sobre la mesa. Ha visto la fritada con los huevos fritos y he visto como sus ojos le hacían chiribitas. Nunca habíamos comido la fritada aragonesa con huevos fritos y francamente, estaba super deliciosa. Tanto, que no será la última vez que fritada y huevos fritos se hagan compañía. Y no como socorrido recurso, sino por pura y llana apetencia. 



01474 Algo Especial

E INESPERADO


En la despedida de los días, siempre se puede encontrar algo especial y hasta inesperado.


01473 Las Banderillas de Nectarina, Jamón y Mozzarella

CURIOSA COMBINACIÓN


Mezclar alimentos dulces y salados tiene muchos detractores, entre los que no me encuentro. En esta ocasión, esta unión viene motivada por un exceso de mozzarella acumulada en el frigorífico a la que había que darle salida. 

Tengo que reconocer que en casa somos un tanto monográficos temporales. De repente, descubrimos las bondades de algún alimento, y venga a consumirlo como si no hubiese un mañana. Algo así sucedió con la mozzarella. No sé de cuántas maneras hemos llegado a tomarla. Afortunadamente, su presencia ahora en el frigorífico es testimonial. Y espero que así siga siéndolo.

Como ya he comentado, hemos comido mozzarella de muy distintas formas, hasta en modo aperitivo para matar el gusanillo, acompañada de esa mezcla dulce/salado que tanto me gusta. Se trata de una banderilla compuesta por tres ingredientes; nectarina, jamón serrano y mozzarella, más el añadido de unas mínimas gotas de aceite de oliva virgen extra.

Era la primera vez que comíamos, a modo experimental, una banderilla de esta guisa, y no me desagradó en absoluto. Si bien la mozzarella me pareció una anécdota en el conjunto, la mezcla de sabores de la nectarina, en su punto de sazón, y el jamón, me resultó muy grato al paladar. La prueba de que nos gustó es que no quedó ni una banderilla para muestra. No digo yo que no cuente con esta combinación de sabores en otro momento, pero que no sea por un nuevo exceso de mozzarella en el frigorífico. 

¡Ah!, y claro que le puse nombre a esta banderilla. Cuando las vi a todas en formación sobre la bandeja, lo primero que dije fue: "Anda, si parecen autos de choque". Aunque ahora que las veo con más detenimiento, se me antojan lanceros montados a caballo. Tonterías que se me ocurren.








viernes, 23 de agosto de 2024

01472 Cuando las Palabras Buscan Reposo

ANTE EL ADIÓS IMPREVISTO


Hay días en los que las palabras buscan reposo donde apaciguar la rabia ante el adiós imprevisto. Parece que quisieran huir para no encontrarse con los sentimientos.

01471 Las Ristras de Ajos

 UN IMPOSIBLE PARA MÍ


De muy pequeño siempre me llamaron la atención tanto las ristras de ajos como de cebollas. Las primeras que recuerdo, muy vagamente, las localizo en el granero de mis abuelos en Alcalá de Gurrea. A mis ojos se presentaban como auténticas obras de arte. Con el tiempo aprendería que, más allá de su estética, obedecía a una forma de organización y de conservación. Mucho más tarde, vería a mi suegro realizar la misma operación en su huerto. Y a mis ojos les parecían un imposible. Entiendo que hay que tener, como todo en la vida, experiencia, maña y oficio.

El nombre de ristra procede del latín, “restula”, cuerda”, y se trata de un conjunto de elementos de un mismo origen, unos a continuación de los otros, unidos frecuentemente con una cuerda o cordel. La técnica, aparentemente sencilla, aunque para mí es un imposible, consiste en recolectar tanto los ajos como las cebollas con el tallo y dejar varios días, en un lugar seco y aireado, para que se sequen. Cuando los tallos están secos y antes de que se vuelvan quebradizos, es el momento para hacer el trenzado tanto de las unas como de los otros.

Solo en una ocasión he intentado trenzar ajos y cebollas siguiendo un tutorial, pero fue tal desastre y me sentí tan impotente, que nunca más me lo he vuelto a proponer. Con las cebollas, todavía me defendí un poco, pero con los ajos, y lo veía venir, el día que arranqué las dos primeras cabezas de la ristra, se fueron todos al garate. Por eso, cuando veo, sobre todo una ristra de ajos bien elaborada, me quito el sombrero, además de recordar mi torpeza.

Curioseando un poco por la red en torno a las ristras de ajos, he encontrado algunas perlas. Por ejemplo, en algunas zonas de España también se les denomina “horca de ajos”. Que algunas ristras pueden contener entre medio y un centenar de cabezas, llegando a pesar entre medio y un kilo. (Y yo que con una docena y media de cabezas me vi incapaz). Que las ristras más afamadas son las de Las Pedroñeras, en Cuenca. Que en la España septentrional se coloca una ristra de ajos con un número impar de cabezas colgada en la pared, o en el dintel de una puerta, para que pueda alejar los malos espíritus el día de Todos los Santos. Y que, por no alargarme más, en el año 1998, la ristra entró en el libro Guinness de los récords, con la ristra de ajos más larga del mundo, con una ristra de ajos de 70 metros de longitud.

Las ristras de ajos que ilustran esta entrada están tomadas en una feria de productos agrícolas. Las vi y no me pude resistir.





01470 Un Descanso

 COLORIDA HILATURA


El día ha amanecido gris y así continuará durante toda la veraniega jornada. Tomadlo como un descanso, como un alivio. Este día no arrastraréis vuestra existencia. El relax será quien se adueñe de vuestra colorida hilatura. 


01469 Los Huevos Fritos con Papada de Cerdo

 UNA TENTACIÓN


Últimamente me persigue la papada de cerdo. Han sido varias las tentaciones que he tenido que ir salvando, pero todo tiene un límite. Llega un momento que, tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe.

No hace muchos días, en plenas fiestas de San Lorenzo, en Huesca, salí a cenar con unos amigos. No tenía mucho apetito, con picar alguna cosa y hablar largo y tendido, tenía más que suficiente. En la carta que se nos ofreció en el restaurante al que acudimos había un gran surtido de alternativas. Todo me apetecía, pero nada me convencía, hasta que llegó el momento tentación: "Huevos fritos con ajo y papada de cerdo". Me quedé pensando y con voz queda dije aquello de, "pues igual me tomo los huevos fritos con papada". Miré al resto de comensales como buscando su aprobación. Vi caras de horror, de extrañeza, de consentimientos y hasta alguna sonrisa. Bueno, un día es un día. Estamos de fiesta y ya está bien de penar. Así, que finalmente me decanté por los susodichos huevos fritos.

Pensé que se trataría de un par de huevos fritos con algunas lonchas de papada de cerdo, pero cuando llegó el plato a la mesa, uno de mis compañeros de mesa dijo: "Alabado sea Dios". A lo que yo contesté de forma mecánica y aprendida: "Por siempre sea bendito y alabado". Menudo plato de papada tenía ante mí. Verlo y pronunciar la frase de "¿me ayudaréis, no?", fue todo uno. Tan solo César, mi compañero comensal más cercano se pronunció al respecto. El resto, me ignoraron por completo.

Estaba delicioso. Mi única duda y si me sentaría bien. Y ya lo creo que me cayó fenomenal. Los huevos en su punto y la papada, tierna y sabrosa. Como se dice por estas tierras, "chino, chano", sin prisa, regodeándome con cada bocado y con la inestimable ayuda de César, quedó el plato más que limpio, como si no hubiese contenido alimento alguno. Creo que será difícil que olvide este plato de huevos fritos con papada de cerdo que tomé una noche en plenas fiestas laurentinas. 

La papada de cerdo es la capa de grasa, piel y carne que se localiza en el cuello del animal, bajo su cara. Se trata de una pieza tierna y jugosa, incluso más que la panceta. 



jueves, 22 de agosto de 2024

01468 Silencio y Armonía

 CONTEMPLACIÓN


Miré y rebusqué entre mis palabras.
Ninguna encontré por más que lo intenté.
Y pensé:
Que el silencio y la armonía
escriban la frase.
Me bastó con contemplar.


01467 Las Madejas Como Aperitivo

 MARCHANDO UNA DE REIVINDICACIÓN


De vez en cuando, acostumbro a releer algunas de las entradas de este caleidoscopio vital, por si hay algo que corregir o actualizar. Siempre encuentro alguna errata. En esta tarea, me he encontrado con el protagonismo que en su día le di a las madejas, una elaboración alimenticia muy típica de Aragón, elaborada con las tripas e intestinos del cordero. (Ver entrada número 00724).

Acabar de leer lo que en su día escribí al respecto y entrarme unas tremendas ganas de comer un buen plato de madejas con una fresca caña, ha sido todo uno. Así, que me he vestido y me he lanzado a la calle en busca de este delicioso manjar. 

Una vez en la rue, me he preguntado, ¿pero dónde tendrán madejas?. Mis en otrora lugares de referencia, y que seguro que encontraría, o han echado la persiana para siempre, cambiado el negocio de orientación o cerrado por vacaciones (la segunda quincena de agosto en esta ciudad es lo que tiene). He echado una visual por el entorno donde vivo y ni asomo de madejas. 

Como terco que me considero, me he dicho, "pues hoy no te quedas sin tomar unas madejas". Así, que he optado por el plan be, que no era otro, que ir a comprarlas directamente a una carnicería. Cuando me dirigía hacia una chacinería, que intuía que venderían, ¡Oh, sorpresa y casualidad!, me encontré a una pareja sentada en una terraza de un bar, dando buena cuenta de un notable plato de aparentes y crujientes madejas aliñadas con su ajo y perejil. Para qué contar más, me he sentado en torno a la única mesa libre en ese momento y he pedido una ración de madejas con su correspondiente caña.

Me las ha servido el propietario del establecimiento, un viejo conocido de mis buenos tiempos. Nos hemos puesto al corriente de nuestras vidas, para acabar contándole mi antojo de madejas y lo no sencillo que es encontrarlas. Se ha sonreído y comentado a continuación, que él acostumbra a tener en atención a parroquianos como yo, pues la gente joven "pasa de ellas. La mayoría ni saben de su existencia. Tienen otra cultura del aperitivo". Tras su disertación, le he respondido con un escueto "¡Qué pena!". Y allí que me he quedado con mi ansiado plato de madejas, que me ha sabido a obra maestra. Mientras saboreaba cada porción de redonda madeja, he pensado que ahora, que todo se reivindica, también se podría respaldar a las madejas como aperitivo, porque mucho me temo, ojalá me equivoque, que tienen los años contados. Así, que humildemente, yo las reivindico, por si acaso.





miércoles, 21 de agosto de 2024

01466 Entretenimiento

 MIENTRAS LA ESPERA


Soporto bien la espera. Siempre encuentro algún entretenimiento mientras tengo que aguardar. No es nuevo, es desde siempre. Supongo que mi condición de hombre solitario, me adiestró en el entretenimiento. El abanico de actividades ha sido amplio y temporal. Hubo esperas con lectura, con escritura, observando a la gente, escuchando a mis pensamientos, resolviendo crucigramas... Ahora, me encuentro en la fase, gracias a la cámara fotográfica del móvil, de capturar imágenes curiosas e intrascendentes. El que aquí traslado es un ejemplo. Esperé por la mañana y también cuando comenzaba a anochecer. Dos momentos en el mismo lugar de espera. Ante mis ojos, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en la Puebla de Arganzón. Algún día hablaré de ella. ¡Fascinante! Como este nuevo entretenimiento con fecha de caducidad. 


01465 Y Tan a Gusto

 Y EN VERANO, LO JUSTO


Durante el verano, el apetito me pide irse de vacaciones. Y me parece fenomenal. Ya que yo no lo hago, que lo haga él por mí también. 

La cocina, con su encimera eléctrica y su horno, en casa se encienden lo menos posible. Lo imprescindible. Los platos fríos están a la orden del día: ensaladas, legumbres, tomates, cebollas, calabacines... No apetece otra cosa. Bueno, y los benditos y socorridos platos combinados que tanto me gustan. Sí, vale que hay que cocinar, pero lo menos posible. Platos combinados que, habitualmente, confeccionamos con restos que han ido sobrando de las diarias comidas. En este caleidoscopio vital hay un buen número de ejemplos.

En esta ocasión ha habido que cocinar un poco, pero sin pasarse: la carne de cordero, el huevo frito y la salsa de ajo perejil que tanto me fascina. Las berenjenas venían de unas sobras y el tomate cherry de pera solo había que cortarlo y aliñarlo con aceite y sal. Faltaban, las eché de menos, unas patatas fritas, pero ya era meterte en aceites y más tiempo de cocina. Ya estaba bien,

Lo bueno que tienen los platos combinados, es que no se rigen por regla alguna. Son los ácratas de la cocina, los versos sueltos de la gastronomía, el tres en uno del bricolaje alimenticio. Y como diría un buen  amigo, ¡Y tan a gusto, oiga!



lunes, 19 de agosto de 2024

01464 Bajo Mínimos

 NIVEL DE EXIGENCIA


Es conveniente,
de vez en cuando, 
de cuando en vez,
abandonar el nivel de exigencia.
¡Qué bienestar produce
cuando este está bajo mínimos!
Me lo recuerda esta imagen
captada una tarde de verano
sin nada mejor que hacer,
que contemplar un paraje
acompañado de una rubia y fresca cerveza.
Hasta conseguir distinguir una pétrea águila
con las alas extendidas.


01463 Las Vieiras

 CON AJO Y PEREJIL


La cosa va de capricho. Me encantan las vieiras, tal y como he dejado ya constancia en este caleidoscopio vital. Las he visto a un precio bastante asequible y no me lo he pensado dos veces. Además, este año no ha habido viaje vacacional, ni nada que se le parezca. Así, que sin remordimiento alguno.

Cuando cocino vieiras, de ciento a viento, lo hago como aprendí de mi madre. Es decir, al horno y con pan rallado (Ver entrada de este blog número 00214). Pero en esta ocasión, me apetecía cocinar como las que elaboraba mi hermano Antonio: a la plancha con ajo y perejil. Más rápidas y con un resultado de escándalo. El remate ha venido de la mano de una botella de Riveiro, que no hace mucho me regaló un amigo. Hacía tiempo que no tomaba un aperitivo tan gratificante y reparador.

Ingredientes: 8 vieiras, 2 dientes de ajo, 2 cucharadas de perejil fresco picado, el zumo de medio limón, escamas de sal y aceite de oliva virgen extra.

Elaboración: Limpiar bien las vieiras y separar el cuerpo y el coral de las conchas. Picar los ajos y el perejil muy menudo. Exprimir medio limón. Cocinar las vieiras a la plancha en una sartén con un poco de aceite. En la misma sartén donde hemos cocinado las vieiras, añadir un poco más de aceite y dorar el ajo picado. Una vez dorado, sin que se queme, añadir el perejil y el zumo de limón, y retirar del fuego. Colocar las vieiras sobre sus conchas y rehogarlas con la mezcla de aceite, ajo y perejil. Finalizar espolvoreando sobre ellas unas escamas de sal. Servir recién hechas.




01462 Noche de Insomnio

 NADA QUE ESCRIBIR


No tenía nada que escribir,
cuando me acordé de una noche de insomnio.
Fue el calor quien me llevó a un paraje
de ardientes colores
y perfumado de salada brisa.
Todo ante mis ojos 
se mostraba en plácida calma.
La tenue luz,
el agua como pintada,
el cielo almibarado
y cientos de pensamientos a la fuga.
No recuerdo más.
Mis párpados se cerraron, felices, como persianas. 


viernes, 16 de agosto de 2024

01461 Cuatro Corazones Con Freno y Marcha Atrás

 ELIXIR DE LA ETERNA JUVENTUD


Regresa el teatro a este caleidoscopio vital. Lo hace de la mano de uno de mis autores teatrales de cabecera, Enrique Jardiel Poncela, y de una de sus más que aplaudidas obras, “Cuatro corazones con freno y marcha atrás”.

Se trata, al decir de los entendidos, de una de las obras más logradas de Jardiel Poncela (Madrid, 1901/1952), uno de los miembros más destacados de la que se ha dado en llamar “la generación inverosímil”, la versión en prosa de la Generación del 27, y considerado como renovador del humor español moderno.

La obra es un disparate en sí, con un texto teatral explosivo y matices filosóficos. En “Cuatro corazones con freno y marcha atrás”, nos encontramos con el amor, la belleza, la verdad, pero, sobre todo, nos enfrentamos a la vida y al paso del tiempo, la pérdida de las ilusiones y la muerte. Según pude leer, para Jardiel, “la vida consiste en una aventura caótica sin pies ni cabeza de que hay que reírse siempre, puesto que la risa es una cosa muy seria”.

Esta es la historia de unas personas que, tras ingerir un elixir de la eterna juventud, no solo se convierten en inmortales, sino que también rejuvenecen. Los protagonistas creen haber encontrado la felicidad absoluta y acabado con todos sus problemas. Pero nada más lejos de la realidad. Lo que parece algo maravilloso, acaba por convertirse en una existencia insoportable.

La obra fue representada por el grupo de teatro leído y dramatizado al que pertenecía, en marzo de 2018. Recuerdo que disfrutamos muchísimo preparándola y por supuesto, representándola. Si mal no recuerdo, es una de las obras que más elenco hemos necesitado para su puesta en escena. Me ha llamado la curiosidad y he ido en busca del libreto. Efectivamente, son 23 personajes, si bien, nosotros la representamos con 15, doblando alguno de los papeles.

Con el libreto en la mano, con toda la tarde por delante y sin nada mejor que hacer, me he ido a la terraza y la he vuelto a leer, recordando mi papel de Federico. He acabado hace unos minutos y vuelto a sonreír, reír y reflexionar sobre lo planteado por Enrique Jardiel Poncela en “Cuatro corazones con freno y marcha atrás”, estrenada en el teatro Infanta Isabel, de Madrid, el día 2 de mayo de 1936.

 





jueves, 15 de agosto de 2024

01460 Mismo Lugar

 DISTINTA HORA


Mismo lugar.
Distinta hora.
Mismo día.
Distinta sensación.
Mismos ojos.
Distinta mirada.
Mismo placer.
Distinta emoción.
Mismo enfoque
Distinta percepción.
Puede parecer lo mismo,
pero no lo es.
Es la magia de la vida
con sus días de luces y sombras.


01459 La Ensalada de Garbanzos

 QUE NO FALTE EN VERANO


También las legumbres son para el verano. Desprovistas de sus acompañamientos tradicionales de la época invernal, durante el estío, y para quienes somos forofos de ellas, una magnífica opción de tomarlas es en formato ensalada.

Esta mañana me he levantado con ganas de comer garbanzos. Así, que nada más acabar de desayunarme mi acostumbrado café americano, el primero de los seis o siete que me acompañan durante el día, me he puesto manos a la obra. Aunque se elabora en un santiamén, es conveniente, para que esté lo más fresca posible, que descanse en el frigorífico unas tres horas y poder así a la mesa en óptimas condiciones.

Como todas las ensaladas, y las de legumbres no son una excepción, admiten mucha variedad de ingredientes y sabores. Todo depende del gusto de cada cual. La ensalada de garbanzos que propongo contiene muy pocos ingredientes, pero no por ello está exenta de sabor. Además, una de sus ventajas con respecto a otras ensaladas, es que, si sobra, se puede guardar en el frigorífico y consumirla al día siguiente sin temor a que se estropee o a que algunos de sus ingredientes presente un feo aspecto.

Ingredientes para 4 personas: 2 botes de garbanzos cocidos, 1 cebolla dulce, 2 huevos cocidos, 6 pepinillos agridulces, 6 pimientos del piquillo asados, pimienta, aceite, vinagre y sal.

Elaboración: Comenzar por preparar la vinagreta para el aliño. En un bol con tape, incorporar una parte de vinagre, por tres de aceite, en la cantidad que se desee. Agitar y añadir la sal y la pimienta. Tapar el bol y volver a agitar. Cortar a dados pequeños los huevos cocidos e incorporar a la vinagreta. Remover. Picar la cebolla e incorporar también a la vinagreta. Remover. Cortar los pepinillos en porciones pequeñas y añadir a la vinagreta. Remover. Y, por último, cortar a tiras los pimientos del piquillo y sumar a la vinagreta. Remover y reservar. Lavar bien los garbanzos y depositarlos en una ensaladera. Añadir a los garbanzos la vinagreta y remover bien. Introducir en el frigorífico, al menos durante tres horas, y servir.

 




martes, 13 de agosto de 2024

01458 Enmarcar los Veranos

 HAY VERANOS


Hay veranos soñados,
de esos que todavía no han llegado.
Estíos que pasan de puntillas,
tan de puntillas,
que apenas se han notado.
Y otros, que mejor no hubiesen llegado.

Hay veranos
de vagos recuerdos.
Estíos reiterados
de soles y mares acoplados.
Y otros, que bien merecen ser enmarcados.


01457 Mojácar

 "TENGO QUE VOLVER"


Aunque no es habitual, comenzaré por el final: “TENGO QUE VOLVER”. Así reza la última línea de los apuntes que fui tomando sobre la marcha en un mini viaje vacacional por tierras almerienses y que me llevó de paso por Mojácar, “Uno de los pueblos más bonitos de España”.

Permanecí recorriendo sus estrechas calles de blancos y flores, de belleza íntima, con el acostumbrado café americano con hielo incluido, apenas tres horas. Fueron ciento ochenta minutos de admiración, sin contar con el asombro que mostré a mis acompañantes cuando esta hermosa localidad se pudo avistar en la lejanía. Una vez metido al amparo de sus casas blancas y conocedor de que el tiempo apremiaba, me dejé llevar por sus calles y casas colgadas de la última estribación de la Sierra de Cabrera, custodiado por un cielo de intenso azul.

Durante mi recorrido, varias cuestiones me llamaron poderosamente la atención, por lo que ahora recuerdo y por lo que pude llegar a escribir en mi cuaderno de viaje. A saber; su arquitectura, lo limpia y aseada que “nos recibió” la localidad, sus hermosas vistas y las abiertas sonrisas con las que me crucé.

Aproveché mi breve estancia todo lo que pude. Visité el barrio del Arrabal, el antiguo barrio judío de Mojácar. Un barrio, según anoté, “fuera de los muros de la ciudad y por donde Mojácar comenzó a crecer”. Un barrio de calles sinuosas y muy estrechas, y donde el silencio y la calma te llevan en volandas. La Plaza Nueva, centro neurálgico y de encuentro de vecinos y visitantes y donde, en uno de sus laterales, se localiza “uno de los mejores miradores al resto de la localidad y al valle en que se encuentra, conocido como de las Pirámides, rodeado de las sierras de Bédar, Almagrera y Cabrera”. Desde esta plaza se puede observar Mojácar la Vieja, el primigenio asentamiento de esta hermosa localidad, bañada por el río Aguas. Su origen se fecha en “el siglo XVI y ocupa en buena parte el espacio donde se encontraba la mezquita principal. Luego, en el siglo XVIII, la plaza fue remodelada para darle aún más luz. Hoy aparece flanqueada, entre otras construcciones, por la ermita privada de Nuestra Señora de los Dolores y por Arco de la Plaza, que la comunica con el resto de la localidad”. Ya casi en la despedida, todavía me dio tiempo a pisar la Plaza del Ayuntamiento y poco más.

Las prisas nunca son buenas consejeras y desde luego, visitar Mojácar como yo lo hice, me parece todo un despropósito. Por eso, tal y como he comenzado diciendo en esta entrada, y tal y como escribí el día en el que la mal visité: “TENGO QUE VOLVER”. Y añado ahora: “PARA HACERNOS JUSTICIA”.