lunes, 5 de octubre de 2015

00136 Las Farolas

CURIOSA AFICIÓN

Muchas veces me he preguntado el por qué de mi afición a las  farolas. Creo que no hay ciudad o pequeña localidad por la que he pasado de la que no me haya traído en imagen un farol. Me resultan elementos atractivos que habitualmente ofrecen una estética plácida y sugerente. Solitarias, con personalidad propia, divisando desde una privilegiada posición plazas y calles. De esbelta figura, curiosean el día para alumbrar la noche.

Mis preferidas son las que ornamentan e iluminan los cascos antiguos de las localidades. Mejor esquinadas con el cielo de fondo. A ser posible de forja y sin excesiva filigrana. Los cables eléctricos que escasamente se vean, apenas un hilo. Si son farolas con pie, que no adquieran excesivo protagonismo, que se sumen al entorno, que no parezca que el entorno sea la excusa para la farola.

El exceso de ellas, que los hay en algunos lugares, abruma y desmerece. La cicatería tampoco es conveniente. Siempre la justa medida. Allí se encuentra la virtud de las cosas.









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