Si ella hablara, si pudiera contar las prisas y lamentos. Si pudiera confiar a la brisa las consciencias trazadas en contenidas emociones. Suspiros al sol, desafíos a la luz de la luna, señales de auxilio allí donde nace la duna.
Sabe que regresarás, que tu presencia es recordada en cada adiós, en cada paso, en todos los relojes imaginarios escurridos de entre las manos. Poco importa el codicioso desafío. Sabe que regresarás al igual que la ola lo hará para borrar la inestable palabra.
Nada es extraño. Todo es placentero. Los pies desnudos, los cuerpos tumbados sobre la arena. Sólo duelen las alas blancas sobre la arena prometida.
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