Es un libro sencillo. Un trabajo de poeta, pintor, melómano y humanista. Pinceladas oscenses no se lee. Está escrito para ser recitado e interiorizado, para ver la vida de una ciudad y sus cosas. Sus palabras pintan paisajes, calles, plazas, retratos, recuerdos y hasta dances. Todo es sensible y enorme. Todo es sublime en cada escrita pincelada. Un libro para ser contemplado y dejar que sus frases te paseen por una ciudad, Huesca, desde una mirada que buscó el detalle, lo bello, grato, extraño y recóndito de una pequeña urbe. Y entre sus páginas, dibujos y grabados, otra de las pasiones de Luis Tesa, autor de "Pinceladas Oscenses".
Sobrinico, me decías. Sobrinico, estudia, lee, escribe, vuela, observa, disfruta, aprende, nunca desanimes... Sobrinico, estoy muy mal, me dijiste un día cuando te llamé por teléfon
o al hospital. Me temí lo peor. Esa frase de tu boca era nueva para mí. No me pude despedir. Tampoco pude expresarte cuanto significaste y todo el bien que en mí hiciste. Por eso y por mucho más, querido Luis, te traigo hasta este caleidoscopio vital, tal y como lo ha definido tu sobrino Antonio.
Así las cosas, con todo, te recuerdo y admiro todos los días a través de dos de tus creaciones que tengo colgadas en el salón de casa. "Danzante descansando", un dibujo que regalaste a mis padres y que durante muchos años fue imagen inequívoca en el pasillo familiar del Coso Bajo, y un grabado, que tu ya no me pudiste entregar, lo hizo tía Mariví en tu nombre, de la Plaza Mosen Rafael Ayerbe de Alquézar, recuerdo de un inolvidable día en esta hermosa villa que tantas veces inmortalizaste. Están juntos. Es tu rincón. Mi rincón de la gratitud.
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