sábado, 3 de octubre de 2015

00134 La Trompetilla Amarilla

LA ANGULA DE MONTE


Me dicen que ya se empieza a coger alguna seta. Me lo cuenta gente avezada en la recolección de hongos, lo que significa que si voy yo a buscar, no encontraré ni una para muestra. Sé lo que me digo. La experiencia es tozuda.

Septiembre agota sus días regalándonos apacibles jornadas. El fin de semana se aproxima. Hay que sacarle algún provecho. ¿Una salida al monte a por setas? Mejor una salida al campo con comida incluida y de paso, echamos una visual por si suena la flauta. Será lo más provechoso.

El monte está espectacular. Se presenta uniformado de verde. Elegido el lugar donde comer, cesta en mano y llenos de optimismo, nos disponemos a llenarla aunque sea de buenos propósitos. Lo que imaginaba. Ni un triste ejemplar. El terreno está demasiado seco, pronuncio, como si entendiera.

Seguimos ascendiendo y la cosa sigue sin prometer. Habrá que echar mano del plan b; acudir al lugar donde fuimos el año pasado y casi llenamos la cesta de Cantharellus lutescens o "trompetilla amarilla".

Allí están. Aunque alguien se nos ha adelantado a tenor de cómo está el terreno, diminutos alfileres amarillos y anaranjados asoman entre rastrojos. No los cojáis. Dejad que crezcan. Seguid buscando en las partes húmedas del pinar, debajo de los mantillos de musgo. Aquí, aquí. Mira, mira. Con delicadeza y paciencia que son muy frágiles.

Han pasado más de dos horas desde que hincáramos las rodillas en el suelo. La animada conversación y el continuo asombro ante los hallazgos hacen que perdamos la noción del tiempo. La cesta está mediada. Es suficiente. El hambre o la desgana se abren paso.

Semana de la trompetilla amarilla en casa. Para una primera toma de contacto, fritas con ajo y cayena. Al día siguiente, con cintas de pasta fresca. En revuelto de tortilla para unos o acompañadas con un huevo a la plancha para otros. Y como colofón, la puesta en escena de una improvisación: borrajas con revuelto de trompetilla amarilla. De sencilla elaboración. Hervir la borraja como se tenga por costumbre. Freír las trompetillas con ajo y cayena y añadir huevos batidos para hacer un revuelto. Escurrir bien las borrajas, servir en el plato y coronarlas con el revuelto. Resultó ser una buena combinación.






 







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