jueves, 29 de octubre de 2015

00160 Los Arañones

PEQUEÑO ANTICIPO

Sigo gustando del otoño a través de sus paisajes, de sus emociones y sensaciones, de sus texturas y en esta tarde, de sus frutos. Hoy quiero agradecer al endrino su regalo aunque no me lo ha puesto fácil. Observo mis manos y brazos que certifican la callada pugna con el arbusto por preservar sus preciados y tintos trofeos.

No se ha dado mal la cosecha de arañones,  como así se le denomina por estas tierras aragonesas al fruto del endrino,  al igual que en Navarra o País Vasco. Mucho mejor que el año pasado por estas fechas cuando no fui capaz de coger uno ni para muestra. Los endrinos que tenía controlados me los encontré secos y muertos. También este año. Ni un mínimo brote. Cerca de ese lugar,  otros endrinos, para mí inexistentes hasta ahora, han salido a mi paso cargados de pequeños y atractivos frutos. Tomo nota para el próximo otoño.

Leo que el arañón se ha utilizado, desde la antigüedad, como planta medicinal e incluso alimenticia y que sus flores, preparadas en tisana, se han utilizado como laxantes. Todo lo contrario al fruto que presenta propiedades astringentes. Su aporte calórico es bajo por su reducida proporción de hidratos de carbono.

Como el que no quiere la cosa ya he recolectado media botella de litro y medio de redondos y violáceos arañones. Suficiente. No necesito más. No es necesario acaudalar. Ni en esto ni en nada. No voy a hacer ni mermeladas ni jaleas. Sólo pacharán. Tres o cuatro botellas para las grandes ocasiones de encuentros y afinidades.















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