martes, 8 de marzo de 2022

00945 Los Higos

ALIMENTO DE LOS FILÓSOFOS


Si hay un fruto que me transfiere paz, sosiego y serenidad, entre otras dichas, este es el higo. Será porque desde hace muchos años lo veo nacer, crecer y madurar, para acabar regalándome todo su delicioso y dulce sabor llegados los primeros días del mes de septiembre. Será por las plácidas imágenes que me trasladan de días de sol junto a un huerto que no compite. Será porque cada año espero su llegada como un acontecimiento doméstico triunfal. Será porque me entretiene el paso de sus días y ver como se desarrolla en unas pocas semanas. Verde diminuto como el botón de un abrigo. Verde que todavía te veo muy verde. Verde que va cediendo su color al morado. Morado de piel agrietada. Es el momento, mi momento. Cuatro o cinco tirones de piel y a la boca de un bocado. Dulce y delicado bocado bajo un árbol repleto de ramas, hojas, frutos y hasta de pequeñas historias. Todo un placer de lo cotidiano sin importancia en cualquier tarde del verano que ya se marcha.

Se cuenta que Galeno, médico y filósofo griego, recomendaba este fruto a los atletas como alimento básico en su dieta. Y que también se le denominaba el "alimento de los filósofos" dado el aprecio que mostraban por este fruto filósofos como Platón o Diógenes. Y es que este fruto, por cierto que si bien lo consideramos como una fruta, botánicamente es una infrutescencia, o lo que es lo mismo, la fructificación de varios frutillos dentro de los que parece un solo fruto, como las frambuesas o las fresas, tiene un alto valor energético, además de un nada despreciable contenido en fibra. Contiene calcio, es antioxidante y cuida la microbiota intestinal.

Se calcula que existen más de 750 especies de higos diferentes entre las comestibles y no comestibles.

Me gustaría contar aquí mi experiencia con los higos en la cocina, cuyo recetario es bastante amplio, pero no es posible. No consigo cocinarlos ni siquiera en ensalada. Nunca tengo acopio suficiente de este delicioso fruto.

 





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