sábado, 5 de marzo de 2022

00942 Los Pimientos Verdes Encurtidos

SENCILLAMENTE DELICIOSOS


El huerto había sido más que generoso en la producción de los denominados pimientos morro de vaca. Hubo pimientos para comerlos de todas las formas imaginables: fritos, rellenos, en tempura, en tortilla, en guisos.... El preciado huerto dio pimientos para dar y regalar.

Un día, mientras arrancaba cuidadosamente de las matas los verdes y magnánimos frutos, me vino a la memoria una imagen de mi infancia llena de sabor y también de nostalgia. Ese día llegó a mi memoria una trabajada tinaja de barro cargada de vida y que cuando se destapaba, un fortísimo olor a vinagre inundaba toda la oscura y fresca estancia del granero de casa de mis abuelos, en Alcalá de Gurrea,  donde se encontraba junto con otros alimentos de subsistencia. También se hicieron presentes las diminutas y blancas manos de mi abuela Genoveva "pescando" dentro de la tinaja los sabrosos pimientos encurtidos en vinagre. En la mano derecha, el tenedor. Y en la izquierda, un plato hondo e incoloro de Duralex. Y del plato a la mesa, bien para formar parte de una ensalada de lechuga, tomate, cebolla y aceitunas negras, o simplemente cortados a trozos con un poco de aceite y sal. Lo recuerdo como algo sublime. Y por supuesto, el vinagre donde se encurtían los pimientos, de casa. Como casi todo lo que en ese humilde hogar se comía y cuyos sabores, a pesar del paso del tiempo, son difíciles de olvidar.

Nunca supe cómo encurtía mi abuela los pimientos, y creo recordar que también cebollas. En aquellas edades la cocina y todos sus entresijos los veía muy, pero que muy desde la distancia. Solo sé que me gustaba comer. Era un pozo sin fondo, me recuerdan en numerosas ocasiones.

Ese día de recuerdo y añoranza llegué a casa cargado de unos buenos ejemplares de pimientos y decidí encurtirlos en frascos a falta de una buena tinaja. No tenía ni la menor idea de cómo se encurtían. Así que me metí en Google y empecé a buscar. Las recetas de encurtidos de pimientos que vi, tenían todas muy buenas maneras pero me resultaron un tanto laboriosas y hasta engorrosas. Pensé que sería más sencillo. 

Me acordé entonces de la existencia de la Bodega Pirineos, en la capital oscense. Para mí, lugar de referencia del mundo de los encurtidos, ahumados y del laterío, y que bien merece la pena conocer. Pensé que aquí podrían dar luz a mi ignorancia. Y así lo hicieron. Muy sencillo, me dijeron: "Hervir agua con sal al gusto, dejar enfriar, introducir enteros y bien apretados los pimientos en el bote y cubrirlos con tres cuartas partes de vinagre, que aquí me proporcionaron, y una cuarta parte del agua con sal. Tapar el bote herméticamente y dejarlo en un lugar seco y oscuro durante tres o cuatro semanas". Así lo hice.  Transcurrido ese tiempo, el resultado no pudo ser más espectacular. Sencillamente delicioso. Casi, casi me recordaron a los de la tinaja de mi abuela. Se me saltaban las lágrimas cada vez que daba cuenta de ellos y no es una forma de hablar. El buen vinagre, como el que se elaboraba en casa de mis abuelos, es lo que tiene. 

Ahora la cosa es todavía más sencilla, ya que en este establecimiento hostelero oscense venden mezclado ya el preparado para encurtir.

Que se vayan preparando pepinillos, cebolletas, piparras y todo lo que sea susceptible de encurtir.



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