sábado, 26 de marzo de 2022

0955 Los Campos de Lavanda

LA ALCARRIA/BRIHUEGA


El pasado verano conseguí eliminar de mi listado de nimias y socorridas cosas pendientes, la visita a los vistosos campos de lavanda en flor. Desde siempre me han llamado la atención,  al igual que los campos de almendros en flor, los cerezos en flor o los frutales y sus variopintas flores.

Algo tan sencillo de ver no me resulta fácil. En el caso de los almendros, cerezos y frutales en flor,  cada año me pasa lo mismo. Cuando me quiero dar cuenta, ya se ha pasado la floración. Y en cuanto a los campos de lavanda, en el entorno donde resido, hay alguno que otro que escasamente satisface a mis sentidos. 

Con los campos de lavanda en flor todos los años me sucedía lo mismo. Siempre a misa dicha. Algún reportaje televisivo, muy socorrido por otra parte, me advertía en el mes de julio que  los campos de lavanda de Brihuega, en la provincia de Guadalajara, estaban en plena floración y se convertían en un interesante atractivo turístico como lo fueron en primavera la floración de los cerezos en el extremeño Valle del Jerte o los frutales en la provincia de Lérida. Pero nunca me venía bien acudir. Y así, año tras año.

Fue el año pasado, al regreso de un viaje familiar relámpago a Madrid, en la tercera semana del mes de julio, cuando coincidió la floración de este arbusto aromático con mi cercana presencia por esos lares y allí que me presenté. Recuerdo que fui un tanto temeroso. Había puesto las expectativas muy altas, un defecto como otro cualquiera, y temía que no se cumplieran. 
 
Hacía mucho calor. En un restaurante a la entrada de la localidad, picoteamos alguna cosa que llevarnos a la boca para quitarnos el gusanillo. Nos interesamos por la ubicación exacta de los floridos campos y en pocos minutos nos encontrábamos inmersos en un pequeño y aromático cuento de hadas. El espectáculo me pareció fascinante y más o menos como me lo había imaginado. No sabía dónde depositar la vista ni discernir dónde se encontraba la belleza. Si en el colorido paisaje, en la llamativa y cuidada tierra o en los árboles, que parecían vigilar el preciado tesoro. Todo era susceptible de ser fotografiado para el recuerdo, mientras un intenso olor a limpio, a fresca lavanda, me traía la siempre tan necesitada dicha. 


A cada paso que daba entre los floridos arbustos, una instantánea, una nueva imagen, para acabar deslizando suavemente las yemas de mis dedos por las nazarenas plantas. Todo un delicioso momento.


En medio de este natural escenario recabé información sobre los campos de lavanda de Brihuega. Este paraje de la comarca alcarreña es conocido como la Provenza española. Se cuenta que fue un vecino, un agricultor de esta zona, quien hace más de treinta años descubrió los campos de lavanda de La Provenza francesa y pensó que podría ser esta una producción idónea para los campos de esta zona y cuya actividad agrícola se encontraba en pleno retroceso. Desde aquel entonces se han plantado más de mil hectáreas de tan preciada planta, convirtiéndose en uno de los grandes productores mundiales de esencia de lavanda, con el diez por ciento de la producción total. La mayor parte de la producción de la lavanda y el lavandín de Brihuega se exporta a otros países, incluido Francia, con destino a la producción de aceites esenciales, jabones, perfumes, geles y cosmética. Frente a lo que cabe pensar, las fechas para ver los campos de lavanda en floración son el mes de julio.

Si el año pasado borré de mi listado de pendientes la visita a estos campos de lavanda, ahora voy a tener que añadir dos más: esta misma visita, pero al atardecer, tiene que ser más impresionante, si cabe;  y ya puestos, y como soñar es gratis, un viaje a La Provenza francesa.




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