lunes, 7 de marzo de 2022

00944 De Hoja en Hoja

DE RAMA EN RAMA


Resulta curioso. He estado prácticamente toda la tarde, fría y lluviosa, clasificando fotografías. Hacía meses que no me dedicaba a esta labor y me he reencontrado con un buen número de imágenes de nubes, cielos en sus distintas tonalidades y ramas y hojas como suspendidas en el aire.

La mayoría de ellas no sé muy bien cuando, en qué lugar y por qué las capturé. Supongo porque hubo algún momento que las vi y me llamaron su atención por la belleza de la estampa, los contrastes o simplemente porque sí, sin más excusa o explicación. 

Ya he dejado constancia en este caleidoscopio vital que me gusta mirar al cielo. En ocasiones para jugar con las nubes o porque la inopia de recursos entretenidos a pie de tierra me han llevado hasta allí. Otras veces porque la mirada así me lo demanda, casi me lo exige. Me pide encarecidamente que levante la vista y busque un buen acomodo. Sobre nuestras cabezas hay numerosos y muy buenos acomodos.

En el caso de la imagen que ilustra esta entrada, recuerdo, cosa extraña en mí, el día, el lugar y hasta el por qué de la instantánea. Fue en los primeros días del mes de diciembre de hace un par de años. Llevábamos un año desde que la Covid cambiara nuestras vidas y sumara un nuevo miedo, una preocupación más. Por aquello días, mi máximo entretenimiento y obligación era alcanzar los diez mil pasos diarios. La mayoría de ellos los lograba caminando por el parque vuelta tras vuelta, día tras día. De vez en cuando, me sentaba a fumar un cigarrillo para continuar hablando conmigo. Llega un momento en que resulta aburrido dale que dale a lo mismo y máxime, cuando por el camino venía también hablando conmigo.

Me senté y miré hacia el cielo para aliviar mis cervicales. Y en ese mirar se cruzó un castaño casi desnudo. Para entretenerme, comencé a contar los frutos que todavía tenía asidos a sus ramas. Pronto me cansé y además, me confundía y no hacía mas que volver a comenzar. Entonces fue cuando comencé a saltar con la vista de hoja en hoja, de rama en rama, de un extremo al otro del árbol. De ida y vuelta. Caminos cortos y caminos largos. Y así pasé un entretenido y aliviado rato sin hablar conmigo, que me tengo muy harto y oído.



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