OTRA DELICIA ITALIANA
La gastronomía, más allá de cumplir con su principal
objetivo, que no es otro que el de alimentar, tiene otras muchas virtudes y
bondades. Por enumerar algunas; entretiene, sorprende, llegado el caso sirve
como terapia, es imaginativa hasta el punto de convertirse en arte, es
disfrute, asombra y no tiene límites.
Cuando tengo oportunidad de salir de mi cuatro por cuatro,
me gusta probar cosas distintas, que, si son de mi extremo agrado,
"investigo" su forma de hacer y si no resulta muy complejo, la
incorporo a mi laboreo doméstico. Es exactamente lo que sucedió con la receta
que traigo en esta ocasión a las diez mil cosas que me gustan.
No hace mucho, tuve la oportunidad de degustar un plato que
me fascinó. Además de estar delicioso, me sorprendió. Desconocía por completo
su existencia, como la de tantas otras recetas, pero esta propuesta me pareció
tan original, sorpresivo y rica, que me dio lástima que se acabara. Igual lo
estoy poniendo en valor en exceso, pero así me resultó. Mira que tengo
ocurrencias, pero jamás pensé que pudiera existir la tortilla de espaguetis.
Cuando llegué a casa ese día, lo primero que hice fue
interesarme por la forma de elaborar una frittata italiana, no sin antes
interesarme por su origen. Por lo que pude leer, se trata de un plato
originario de Nápoles y Campania, y que originariamente se preparaba con
sobras. En Campania, por ejemplo, se acostumbra a almorzar tortilla de pasta e
incluso es una común propuesta para las salidas campestres. Habitualmente se
emplea pasta larga, es decir, espaguetis, aunque no faltan versiones con pasta
corta, como los macarrones. En resumen, se puede decir que nos encontramos ante
una receta anti desperdicio, con pasta sobrante y que se vuelve a cocinar con
huevos y queso rallado. Se cuece por ambos lados hasta que se forma una costra.
Su presentación no tiene por qué ser atractiva sino compacta y apta para el
transporte. Dicho lo cual, los tiempos cambian y con ellos, también los gustos
y formas de hacer. Hay quienes prefieren una tortilla de pasta, alta y hermosa,
frente a los que se inclinan por un resultado bajo y crujiente.
También existe la tortilla sin huevos, llamada
"tortilla de scammaro". Se trata de una versión inventada por
Ippolito Cavalcanti, duque de Buonvicino y gastrónomo de la cocina napolitana,
quien la ideó ante la necesidad de proponer una preparación adecuada a los
conventos para el período anterior a la Pascua, dónde estaba prohibido servir
proteínas de origen animal.
Como se puede imaginar, hay cientos de recetas al respecto. A
mí, particularmente, me gusta la tortilla más bien crujiente. Su esponjosidad
dependerá de la cantidad de huevos que se incorporen a la tortilla.
Ingredientes: Espaguetis que sobren de la comida, huevos en
función de la cantidad de espaguetis y de los crujiente o esponjosa que se
desee y aceite de oliva virgen extra.
Elaboración: Calentar en una sartén aceite de oliva, el
suficiente como para hacer un sofrito. Añadir la pasta y dejar que se sofría bien
por todos los lados. Batir los huevos. Añadir la pasta sofrita a los huevos
batidos y mezclar bien. Verter de nuevo a la sartén caliente y proceder a
cocinar como si de una tortilla de patatas se tratara. Cuando esté cuajada por
debajo, dar la vuelta. Intentar que la tortilla quede dorada, pero sin quemar.
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