VIDA SOSEGADA
sin pretender plantear ningún dilema.
Es el gusto por la palabra,
cada día más devaluada,
y mi arraigo a las imágenes,
que me hablan de una vida sosegada.
Ayer fue un mar en calma.
Hoy, un río entre piedras y ramas.
Mañana, ya veré qué me dicta mi alma.
No siempre encuentro la palabra adecuada,
y aún así,
a fuerza de tenaz perseverancia,
como el río gotas de agua.
Si tendrá gracia la cosa,
que, tras lo dicho,
no sé qué escribir a partir de ahora.
Le preguntaré al río,
o al agua,
o a la piedra de verde musgo forrada,
sobre qué puede versar mi siguiente desvarío.
De la vida, del amor,
de la duda, del temor,
o por qué no, del rumor.
De ese rumor incesante del agua
a su paso bajo el puente,
también de piedra tallada.
Rumor de saludo y despedida.
No hay tiempo para más.
El agua sigue su curso
con su lección aprendida.
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